/Jack Nelson, el prócer que puso a Argentina en el mapa mundial del polo y la llevó a la vanguardia como jugador, DT y dirigente

Jack Nelson, el prócer que puso a Argentina en el mapa mundial del polo y la llevó a la vanguardia como jugador, DT y dirigente

Virtuoso para varios deportes, se destacó en el que lo vio bicampeón olímpico; propició la competencia internacional para el país y creó el Campo Argentino de Palermo.

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No lo pensó durante los días previos. Y tampoco debió de darse cuenta al momento de suceder, cuando el referí húngaro puso fin a la contienda entre argentinos y nigerianos en la final de fútbol de los Juegos Olímpicos Pekín 2008. El desgaste físico y emocional, bajo el ardiente sol del mediodía en la capital china, les quitó casi todas las energías a los jugadores. Las últimas reservas fueron volcadas a los festejos iniciales. Argentina repetía la medalla dorada conquistada cuatro años antes en Atenas y cada uno de sus miembros agregaba sus nombres y apellidos a la selecta lista de campeones olímpicos. Uno de ellos sobresalía: Javier Mascherano, vencedor en China y en Grecia. Pasados los primeros momentos de súbita emoción, el mediocampista defensivo, más sereno, tendría tiempo de pensar y de caer en la cuenta de la hazaña: se convertía en el segundo deportista argentino de la historia en subir a lo más alto de dos podios en los Juegos.

Setenta y dos años antes había abierto el registro un “sportsman” cabal, dotado de las más amplias habilidades para realizar diferentes actividades físicas: Juan Diego Nelson DugganJack, el polista. Más allá del registro estadístico, Mascherano superó al otro ilustre en los hechos, porque el futbolista fue protagonista importante en ambas competencias y el hombre de a caballo resultó suplente en el segundo torneo ganado, sin acción en la cancha. Pero Jack Nelson fue grande en la historia por mucho más que sus medallas doradas de cinco anillos. Se erigió en prócer del polo, que propició que la Argentina dominara mundialmente ese deporte por décadas y décadas. Hasta hoy.

Juan Diego Nelson en la gira de 1922, la del salto al primer plano internacional, tanto para él como para el polo argentino.
Juan Diego Nelson en la gira de 1922, la del salto al primer plano internacional, tanto para él como para el polo argentino.

Generación dorada

Jack nació el 26 de mayo de 1891 en la provincia de Buenos Aires. De ascendencia irlandesa, el hijo de John Nelson y Juana Luisa Duggan viajó a Gran Bretaña para estudiar. Pasó por el Beaumont College, de Windsor, y por Cambridge, y regresó a la Argentina para cumplir el servicio militar, obligatorio entonces. Más tarde asistió a la Universidad de Buenos Aires y se recibió de doctor en Filosofía y Letras.

Las hermanas de Jack Nelson en la estancia Salalé, de Ameghino, propiedad de la familia; Juan Diego empezó en el polo en 1913.
Las hermanas de Jack Nelson en la estancia Salalé, de Ameghino, propiedad de la familia; Juan Diego empezó en el polo en 1913.

En plena juventud, mientras estudiaba en suelo inglés, se destacó excepcionalmente como atleta. Como corredor de medio fondo solía conseguir triunfos en las pistas. Fue un gran remero y un notable jugador de golf, scratch y acaparador de trofeos en las conocidas canchas de los alrededores de Oxford y de Londres. Quienes lo vieron en acción aseguraban que pocas veces una persona en el país había reunido tal suma de condiciones naturales, además de una asombrosa facilidad de la adaptación a cualquier deporte.

De vuelta en la Argentina, Nelson comenzó a jugar al polo. Corría el año 1913. Su familia era propietaria de la línea naviera que llevaba su apellido, de la cabaña La Palmas y de dos estancias: Salalé, en Ameghino, y San Marcos, en Chacabuco. Estanciero por herencia, Jack disponía de medios y tenía a mano todo lo necesario para dedicarse al divertimento de los reyes.

La formación del último del último Hurlingham campeón del Argentino Abierto, con Eduardo Rojas Lanusse y tres grandes de la historia: Nelson, Roberto Cavanagh y Lewis Lacey.
La formación del último del último Hurlingham campeón del Argentino Abierto, con Eduardo Rojas Lanusse y tres grandes de la historia: Nelson, Roberto Cavanagh y Lewis Lacey.

Los primeros galopes con el taco y la bocha tuvieron lugar en el campo de los hermanos Martínez de Hoz, en Chapadmalal, y a partir de 1914 Jack continuó en Hurlingham Club. Su carrera se prolongó más de cuarenta años. Representando al club del oeste del Gran Buenos Aires o a Las Rosas, obtuvo siete veces el Campeonato Argentino Abierto (1920, 1921, 1925, 1927, 1929 y 1937 por Hurlingham y 1923 por Las Rosas). Y vistiendo la camiseta del seleccionado argentino vivió otras gloriosas jornadas, muy bien atesoradas por la historia.

Jack formó parte de una generación dorada que en la década de los años veintes extendió en Europa y Estados Unidos el conocimiento acerca de la Argentina. No sólo la hizo trascender, sino que además, junto al aporte de ilustres hombres, inspiró respeto y admiración. En polo, el país se posicionó en un lugar de privilegio en la consideración mundial. Bien a la vanguardia, desplazando de la cima a Gran Bretaña primeramente y a Estados Unidos después. Lewis Lacey, Juan y David Miles, Arturo Kenny y Enrique Padilla fueron algunas de esas honorables figuras.

Inglaterra y Estados Unidos 1922

Un combinado nacional requirió sus servicios en 1922. La incipiente fama del polo argentino había traspasado las fronteras; cruzado montañas, valles, selvas, llanuras, ríos, desiertos y mares, y llegado al norte, a Estados Unidos y Gran Bretaña. Y desde allá, en aras de confirmar esa reputación, de comprobar con los ojos propios la veracidad de los comentarios, apareció una invitación. Por eso se planificó una gira con un grupo de jugadores, en aquel momento mayoritariamente pertenecientes a la colonia británica. Entre los nominados figuraban Lacey, los Miles, Jack Nelson y su hermano Luis y Eduardo Grahame. La lista era completada por dos “criollos”, Alfredo Peña Unzué y Carlos Uranga.

Nelson y Lacey, impecables en una de las excursiones argentinas; el primero fue bicampeón olímpico (aunque sin jugar en la segunda ocasión) y tuvo 8 goles de handicap; el restante fue el segundo 10 de la historia argentina, y ambos compartieron la disruptiva gira de 1922.
Nelson y Lacey, impecables en una de las excursiones argentinas; el primero fue bicampeón olímpico (aunque sin jugar en la segunda ocasión) y tuvo 8 goles de handicap; el restante fue el segundo 10 de la historia argentina, y ambos compartieron la disruptiva gira de 1922.

El exitoso tour constó de dos partes. Primeramente el equipo argentino actuó en Reino Unido, donde sorprendió al vencer en el Abierto de la Hurlingham Polo Association (Asociación de Polo de Inglaterra), contra clubes, y luego cruzó el Atlántico para intervenir en el Abierto de Estados Unidos, excepcionalmente organizado en 1922 por Rumson Club, de Nueva Jersey. Allí los visitantes produjeron otro gran impacto al conquistar el certamen más importante del continente. Con las victorias en el abierto inglés y en el estadounidense, el seleccionado volvía a Buenos Aires en posesión de los dos principales trofeos del mundo del poloJuan Miles (6 goles de handicap), Jack Nelson (6), David Miles (8) y el fenomenal Lewis Lacey (10) conformaron el cuarteto titular y pasaron a la posteridad como “Los Cuatro Grandes del Sur”. Y, según un periodista inglés, “pusieron a la Argentina en el mapa”. Tres años después el fútbol reforzaría la idea gracias a otra notable excursión de un conjunto: la visita de Boca Juniors a Europa. El Boca de Américo Tesoriere, Domingo Tarasconi y Carmelo Pozzo.

Lacey, David Miles, Nelson y Juan Miles, los "Cuatro Grandes del Sur" que pusieron a la Argentina en el mapa polístico al conquistar los abiertos Británico y de Estados Unidos en 1922, contra clubes locales.
Lacey, David Miles, Nelson y Juan Miles, los «Cuatro Grandes del Sur» que pusieron a la Argentina en el mapa polístico al conquistar los abiertos Británico y de Estados Unidos en 1922, contra clubes locales.

En la parte de Norteamérica de la gira de polo la cuestión no empezó bien. En el primer torneo se notó cierto cansancio en los caballos, llegados desde Europa en barco, y el equipo cayó derrotado. Pero una vez iniciado el US Open la situación cambió. Volvió a la normalidad. Y Nelson y compañía ganaron sus cruces: 12-6 a Shelburne en una semifinal y 14-7 al fuerte Meadow Brook en el partido decisivo. A la vista de los buenos resultados, la Asociación de Polo de Estados Unidos (USPA), que había invitado a los argentinos, ofreció hacer unos test matches no oficiales entre ambos seleccionados. El visitante, con una formación de 30 goles, aún no estaba a la altura del local, que presentaba una de 37, fundamentalmente por falta de roce internacional. Estados Unidos e Inglaterra a menudo disputaban la Copa Westchester, todavía vigente en la segunda década del siglo XXI.

Una escena del seleccionado argentino frente a Estados Unidos en 1922, con Lacey (segundo desde la izquierda), Nelson (tercero) y Juan Miles (quinto) en acción.
Una escena del seleccionado argentino frente a Estados Unidos en 1922, con Lacey (segundo desde la izquierda), Nelson (tercero) y Juan Miles (quinto) en acción.

Los argentinos habían mostrado que eran capaces de vencer a clubes, pero enfrentarse con una selección requería un esfuerzo superior. Se trataba de un desafío diferente, para el cual todavía no estaban preparados. De todos modos, faltaba un par de años, nada más. Y en aquellos dos duelos se impusieron los dueños de casa: 7 a 4 en el primero, jugado bajo lluvia, y 5-4 en el segundo, ante unos 50.000 espectadores, de acuerdo con las crónicas de la época.

El bello edificio de Rumson Country Club, de Nueva Jersey, excepcionalmente sede del Abierto de Estados Unidos de 1922, ganado sorprendentemente por los argentinos.
El bello edificio de Rumson Country Club, de Nueva Jersey, excepcionalmente sede del Abierto de Estados Unidos de 1922, ganado sorprendentemente por los argentinos.

París 1924

A raíz de la fuerte impresión causada por el equipo argentino en la gira, y como consecuencia de los resultados positivos (13 victorias, con 117 goles propios y 64 recibidos), la Asociación Argentina de Polo (AAP, fundada ese año al unirse las dos entidades rectoras existentes) decidió mandar un equipo a competir en los Juegos Olímpicos París 1924. La medalla dorada era un sueño… Un sueño posible.

Con el aval y el sustento económico del Comité Olímpico Argentino, la AAP designó a los integrantes del equipo: David Miles, Juan Miles, Jack Nelson, Enrique Padilla (capitán), Arturo Kenny y Alfredo Peña Unzué.

Lacey, J. Torres, Juan Diego Nelson, David Miles, Luis Nelson, Eduardo Grahame Paul y Juan Miles, el plantel olímpico nacional de los Juegos Olímpicos París 1924.
Lacey, J. Torres, Juan Diego Nelson, David Miles, Luis Nelson, Eduardo Grahame Paul y Juan Miles, el plantel olímpico nacional de los Juegos Olímpicos París 1924.

“Cada jugador proveerá sus propios petisos, en un número no mayor a seis”, señaló una resolución del Comité, que costeó el traslado, la permanencia y el cuidado de la caballada en Saint Cloud, Francia, desde al menos seis semanas antes de la competencia. A un mes de la partida hacia Europa, David Miles comunicó que, por razones imprevistas, no podía viajar, y fue reemplazado por Guillermo Brooke Naylor. Ni Peña Unzué ni Brooke Naylor dispusieron de minutos en París; a la cancha siempre salieron Kenny (34 años y 5 goles de handicap), Nelson (33 y 7), Padilla (33 y 6) y Juan Miles (29 y 7). En una evocación posterior a otros Juegos, Berlín 1936, Padilla, el capitán, trazó en El Gráfico una semblanza de sus compañeros: “Kenny ha sido un número 1 de extraordinaria calidad; sus características fueron siempre la inteligencia, la técnica, el profundo conocimiento del polo. Miles era fuerte, incansable, pesado, recio en el pechazo y bien plantado para aguantarlo. Y Nelson, un jugador de una laboriosidad sin límites, con un don de ubicuidad casi milagroso. Fue un número 2 de una extraordinaria capacidad de trabajo, resistente y productivo en todos los momentos”.

Cinco seleccionados disputaron a la americana (todos entre sí) la medalla dorada. Argentina venció en todos los compromisos. En el debut goleó por 16-2 a España. Luego se midió con Estados Unidos en el duelo clave por el primer puesto, ya que a esa altura de la década los norteamericanos eran considerados los mejores, por encima de Inglaterra. Y los argentinos se impusieron por 6-5 con un gol decisivo de Jack. Sobre este encuentro, Padilla rememoró: “A mí me pasaba algo extraño en los primeros chukkers. No tenía la puntería de siempre. Y me extrañaba porque le pegaba bien a la bocha, apuntaba bien, tenía la seguridad de hacer el gol… Y se desviaba. ¿Cómo podía ser eso? Si mi costumbre era la de meter la bocha justo en el medio de los dos palos, para que no hubiese discusiones. Una de las veces que me acerqué a cambiar caballo le dije al petisero: «No sé qué me pasa, pero el asunto es que no puedo embocar el gol». Y el paisano me pregunta: «¿Qué taco usa?». Se lo mostré. «¡Pero caramba! Si a ése lo aparté yo porque estaba roto. ¿No ve cómo está?». Efectivamente, la caña se había rajado. Lo cambié y enseguida se notó la diferencia: metí tres goles”.

Juan Miles, el coronel Enrique Padilla, Jack Nelson y Arturo Kenny, los héroes de la primera medalla dorada olímpica para la Argentina, en la Ciudad Luz.
Juan Miles, el coronel Enrique Padilla, Jack Nelson y Arturo Kenny, los héroes de la primera medalla dorada olímpica para la Argentina, en la Ciudad Luz.

Inglaterra y Francia resultaron cómodos rivales en comparación con los estadounidenses: la Argentina batió por 9-5 a los isleños y por 15-2 a los locales. Por eso el gran festejo se produjo tras la anotación de Jack Nelson contra Estados Unidos. “Una ovación hecha de aplausos y de gritos nos saludaba”, agregó Padilla.

Berlín 1936

Subir al escalón más alto del podio en 1924 ya constituía una hazaña para el polista de la “laboriosidad sin límites”, que entre 1926 y 1928 presidió la Asociación Argentina de Polo. Una tarea que cumplió con absoluta responsabilidad y sin alejarse de las canchas. A tal punto llegaban su pasión por el juego y sus ansias de competir que aun cargando 45 años de edad volvió a formar parte de una delegación olímpica como jugador. Volvió al polo y al principal lugar del podio en los Juegos Berlín 1936, la última vez que el olimpismo incluyó polo en su programa.

A pesar de su delgadez y su escasa musculatura, Jack era un muy buen deportista en varias disciplinas; primero desde la izquierda, se ejercita en la cubierta del Bremen, tras el logro olímpico en Berlín 1936 y rumbo a la conquista de la Copa de las Américas en Estados Unidos.
A pesar de su delgadez y su escasa musculatura, Jack era un muy buen deportista en varias disciplinas; primero desde la izquierda, se ejercita en la cubierta del Bremen, tras el logro olímpico en Berlín 1936 y rumbo a la conquista de la Copa de las Américas en Estados Unidos.Gentileza Pasión y Gloria, un siglo de polo argentino

Al no participar Estados Unidos, la Argentina tuvo allanado el camino al oro. Ni Alemania, ni Gran Bretaña, ni Hungría, ni México, los cuatro adversarios, estaban a la altura del combinado albiceleste ni ponían en riesgo la concreción del objetivo. Esta vez Jack viajó como jefe de la delegación y como jugador suplente. Y el excelente estado de forma de Luis DugganRoberto CavanaghAndrés Gazzotti y Manuel Andrada impidió que Nelson ingresara en algún encuentro. No obstante, tras el 11-0 sobre Inglaterra, se dio el gusto de colgarse por segunda vez consecutiva una medalla dorada (no hubo polo en Ámsterdam 1928). Un hecho sin precedentes en la historia del deporte argentino, hasta que 72 años después, el futbolista Mascherano igualó su marca, con un papel decisivo en ambas conquistas del seleccionado sub 23 reforzado.

En el medio de la imagen entre las mujeres, Nelson posa entre los ganadores de la medalla dorada de 1936; presidió la delegación y fue director técnico y suplente del seleccionado argentino en la capital alemana.
En el medio de la imagen entre las mujeres, Nelson posa entre los ganadores de la medalla dorada de 1936; presidió la delegación y fue director técnico y suplente del seleccionado argentino en la capital alemana.Gentileza «Pasión y Gloria, un siglo de polo argentino

A la posteridad

Jack Nelson disfrutaba mucho en la estancia San Marcos. Allí solía recibir a ilustres invitados, entre ellos, a su gran amigo Eduardo, el príncipe de Gales, que lo visitó en 1931 cuando estuvo en el país para jugar el polo. Este deporte estuvo siempre en los pensamientos de Nelson, que le dedicó tiempo y esfuerzo. En el primer mandato al frente de la Asociación surgió de su intelecto la creación de la emblemática Copa de las Américas, un mano a mano entre Argentina y Estados Unidos, ya que por reglamento el seleccionado albiceleste no podía disputar la Westchester, la que enfrentaba al país norteamericano con su madre patria.

Las primeras realizaciones del certamen tuvieron a Nelson como protagonista. En la cancha sufrió los triunfos norteamericanos de septiembre de 1928 en Long Island y noviembre de 1932 en Buenos Aires. En ambas ocasiones actuó como número 2. Kenny, Juan Miles y Lacey lo acompañaron en Nueva York, y el propio Kenny, José Reynal y Manuel Andrada fueron sus laderos en Palermo. La tercera disputa de la Copa de las Américas, en septiembre de 1936, tuvo lugar también en Long Island y contó con las intervenciones de Jack pero no a caballo, sino a pie, como director técnico. La Argentina se llevó la victoria gracias a sus directivas y al desempeño en el campo de Luis Duggan, Roberto Cavanagh, Andrés Gazzotti y el “Paisano” Andrada, que el mes anterior se habían consagrado olímpicamente en Berlín.

Con la camiseta argentina, a la que puso en lo alto como polista y a la que le hizo lugar en el mundo como directivo; en este caso, la alineación que disputó en 1932 en Buenos Aires la Copa de las Américas, una competencia creada por el propio Jack.
Con la camiseta argentina, a la que puso en lo alto como polista y a la que le hizo lugar en el mundo como directivo; en este caso, la alineación que disputó en 1932 en Buenos Aires la Copa de las Américas, una competencia creada por el propio Jack.

Sin los breeches ni el casco, vestido con el traje de directivo, inauguró en 1928 el Campo Argentino de Polo, en el predio actual (Libertador y Dorrego, Palermo). En ese terreno, que había pertenecido a la Sociedad Sportiva Argentina, se desarrollaban importantes partidos de fútbol entre clubes locales y europeos que venían de gira, durante los albores del siglo XX.

Juan Diego Nelson nació en la provincia de Buenos Aires, se educó en Reino Unido, se doctoró en la UBA y sobresalió en su deporte en varias facetas; aquí figura delante de la sede de Hurlingham Club, una de las dos entidades decanas del polo nacional, de la que Jack fue todo un referente.
Juan Diego Nelson nació en la provincia de Buenos Aires, se educó en Reino Unido, se doctoró en la UBA y sobresalió en su deporte en varias facetas; aquí figura delante de la sede de Hurlingham Club, una de las dos entidades decanas del polo nacional, de la que Jack fue todo un referente.

Ese ciclo (1926-1928) al frente de la AAP no le resultó suficiente a Jack, que volvió a ocupar el sillón entre 1935 y 1939 y entre 1946 y 1948. Durante toda su vida el corazón latió para el polo. Hasta que el 7 de agosto de 1985, a los 94 años, el bombeo se frenó y Juan Diego Nelson Duggan, Jack, uno de los Cuatro Grandes del Sur, pasó a la posteridad. Quedaron su recuerdo, su legado, su contribución a que el polo argentino se volviera el mejor del mundo. Condición que lo distingue desde hace 87 años. En buena parte, gracias a su prócer bicampeón olímpico, director técnico y dirigente.

Fuente: Juan de Dios Vera Ocampo – LA NACION Deportes – Gentileza Pasión y Gloria, un siglo de polo argentino – LA NACION Deportes