El 1-0 del Fortín en la ida pudo ser un triunfo más amplio; el equipo millonario, que en 6 partidos nunca le ganó al dueño de casa en Liniers por este torneo, estuvo desconectado y desorientado.
La noche en Liniers fue una descripción gráfica perfecta de lo que representa un partido de Copa Libertadores. Intensidad, velocidad, vehemencia, agresividad y mucha, pero mucha, pierna fuerte. Ni en las tribunas ni en el campo de juego se sintió el frío del crudo invierno de Buenos Aires. Fue una jornada fervorosa y caliente en la que Vélez se sintió más cómodo que River durante gran parte de los 95 minutos y sacó ventaja en la ida de los octavos de final. El Fortín aprovechó los marcados errores de su rival, fue más seguro y compacto y se llevó un trabajado 1-0 en su casa. Hasta terminó sintiendo que le faltó otro gol en el resultado.
Quizás, en el desarrollo general del juego, Vélez no fue tan superior a River. No lo dominó. Lo contrario: por momentos debió replegarse en campo propio para resistir un duelo muy físico y dinámico. Pero al fútbol se lo interpreta no solamente por los rendimientos y los méritos, sino también por los momentos, las energías y las oportunidades. Y el triunfo del equipo al que dirige Alexander “Cacique” Medina tiene una clara explicación: el local capitalizó muy bien los errores del conjunto diseñado por Marcelo Gallardo y pudo llevarse un 2-0 porque en el segundo tiempo erró tres ocasiones muy claras. Que, no concretadas, dejaron abierta la serie.
Compacto de Vélez 1 vs. River 0
Para el primer compromiso de la llave, Gallardo recuperó a Milton Casco, pero perdió a una pieza crucial: Nicolás De La Cruz quedó fuera del banco de suplentes tras no reponerse de un golpe, y se sintió su ausencia. Al equipo titular entró Esequiel Barco y el esquema elegido por el DT fue el 4-1-3-2 que, por momentos, se desdobló en un 4-1-4-1 con Julián Álvarez más retrasado. Pero el ex futbolista de Independiente no estuvo fino y, sin su desequilibrio, a River le faltó potencia ofensiva. Enfrente, Vélez apostó a un 4-4-2 ordenado y sólido en el que Walter Bou ofició también como un quinto volante ofensivo, y la figura fue Lucas Pratto, de completísimo desempeño.
Una vez más, en una situación que se ha repetido a lo largo de todo el año, River pagó muy cara una falencia en el fondo. Una de esas desatenciones defensivas que el entrenador aún no logra corregir. Tras una salida fallida de David Martínez, el propio marcador central terminó cometiéndole una clara infracción a Lucas Janson, que cambió el penal por gol para estampar el 1-0 a los 15 minutos.
Previamente, a los 6 y a los 8, el conjunto millonario tuvo dos oportunidades muy nítidas. Primeramente, con un remate de media distancia de Enzo Fernández que pasó muy cerca del travesaño. Y luego, con un disparo de Álvarez que capturó muy bien el arquero Lucas Hoyos. Pero Vélez lo cacheteó y al visitante le costó reaccionar. El golpe lo dejó groggy. Estuvo desconectado y desorientado. El equipo de Medina lo aprovechó, se posicionó mejor y hasta lastimó sucesivamente con salidas largas a espalda de los defensores laterales y los centrales. Pero no estuvo fino como para agrandar un resultado que se quedó corto.
Del otro lado, con buenos destellos de Enzo Pérez, Enzo Fernández y Álvarez, pero con una endeble tarea de los zagueros e irregulares participaciones de José Paradela y Barco en los costados, River necesitó mucho tiempo para reconfigurarse. Tuvo raptos en los que pareció volver a acomodarse, pero no lo logró al punto de lastimar. Y ni siquiera los cambios del Muñeco surtieron efecto. Entró Juanfer Quintero en el descanso por Barco, y para la media hora final ingresaron Andrés Herrera, Rodrigo Aliendro –tras su único entrenamiento en el club, del martes– y Lucas Beltrán por Emanuel Mammana, Paradela y Braian Romero.
Ninguno rompió la tónica del juego y River no transformó el dominio territorial en situaciones de gol. Es más, en la segunda parte casi ni molestó a Hoyos más allá de aproximaciones aisladas. Y Vélez nunca pareció estar incómodo con su planteo: esperar agrupado y contragolpear en velocidad. Construyó distintos ataques con Pratto y Janson a la cabeza en los que no sentenció el partido pese a los enormes espacios y las facilidades ofrecidas. Es más: Abiel Osorio tuvo tres chances clarísimas en las que no consiguió el 2-0. Conectó muy levemente un centro de Leonardo Jara desde la derecha; no doblegó a Franco Armani en un mano a mano que tapó el arquero, y estrelló un remate en el travesaño en el final.
Vélez se quedó corto. Terminó haciéndole precio a un rival que sigue sin vencerlo en Liniers por la Libertadores: dos derrotas y cuatro empates. La serie se definirá el próximo miércoles en el Monumental. Si quiere seguir en el torneo continental, River tendrá que cambiar y reaccionar. Porque todavía no es lo seguro y confiable que se necesita ser para ganar la Copa.