El equipo estaba nervioso y la gente ansiosa, con poca paciencia. Se percibió desde el primer minuto. Los toques hacia atrás, en campo propio, entre defensores y el arquero pusieron al hincha “al borde de un ataque de nervios”. No está mal la idea del Gallego Méndez de cuidar la pelota, pero recién lo pudo hacer con tranquilidad después del 3-0.

Tres goles impensados en la previa. Tres goles en 17 minutos, algo que no lograba Vélez desde 2007,cuando venció 3-2 a Banfield con dos goles de Damián Escudero y uno de Gustavo Balvorín, en el Florencio Sola Los tres goles fueron un bálsamo de tilo para los fortineros.

El equipo de Méndez aprovechó los horrores defensivos de un Atlético Tucumán desconocido, que había recibido apenas tres goles en las primeras siete fechas (2 ante River y uno ante Argentinos). El primero, con dos cabezazos en el área: lateral de Aquino desde la izquierda, la tocó Florentín y apareció por el otro lado Joaquín García. El segundo, una falla en la salida entre Bianchi y Acosta, Castro robó la pelota y metió un derechazo tremendo desde afuera del área. El tercero, un tiro libre de Aquino desde la derecha y cabezazo de Florentín en soledad, ante la pasividad de los defensores decanos.

El 3-0 le dio cierta tranquilidad a Vélez y se animó a tener un poco más de confianza en el manejo de la pelota. Incluso, estuvo cerca del 4-0 cuando Romero falló en un despeje, Castro se fue hacia el gol y el pibe logró recuperarse, corto justo y salvó al córner. Recién sobre el final del primer tiempo el equipo tucumano logró recuperarse, empezó a manejar la pelota y volvió a desnudar los problemas defensivos de Vélez, que para esa altura había perdido a Leonardo Jara por lesión (entró Damián Fernández).