LA PLATA.- Febrero de 1962. El Santos de Pelé se presenta en la ciudad de La Plata. El partido finaliza con cuatro goles. El equipo brasileño no logra ganar y el mejor futbolista del mundo no consigue brillar (no es figura ni convierte).
En el plano futbolístico, más allá de que les puso tildes a todos en una lista de títulos de campeón, estableció una estadística que ayuda a dimensionar la diferencia que había entre ese conjunto y los mejores argentinos. En suelo nacional el equipo brasileño protagonizó 11 partidos ante las dos instituciones más poderosas (Boca y River), con un saldo tan favorable como categórico: ocho triunfos, dos empates y apenas una derrota.
También en el aspecto social ese Santos dejó su huella. Hacía giras alrededor del globo, como una suerte de Globetrotters del fútbol, y cuando pisaba un territorio extranjero interrumpía su normalidad. Basta para graficarlo una anécdota de algo sucedido en Nigeria, que el propio «Rei» narra en su segundo libro (Pelé, la autobiografía; 2007): «Se dice que realmente hubo un cese al fuego en la guerra, hecho sólo para nosotros, y mis compañeros de equipo recuerdan haber visto banderas blancas y afiches que decían que habría paz sólo para ver jugar a Pelé». Otra versión indica que la guerra civil no se detuvo y que en realidad se garantizó la seguridad únicamente en las zonas donde se desarrollaron los amistosos. Lo cierto es que Santos modificó la cotidianidad.
Ese equipo, que fue mucho más que un equipo, visitó la ciudad de La Plata en dos ocasiones y en ningún caso consiguió desplegar su juego refinado y ofensivo, conocido como «el ballet blanco». Ni Santos logró ganar, ni Pelé consiguió lucirse.
Primer capítulo, en el Bosque
La visita original tuvo lugar en la cancha de Gimnasia, el 9 de febrero de 1962. El amistoso tuvo lugar seis días después de que Santos aplastara por 8-3 a Racing, que venía de salir campeón argentino con siete puntos de ventaja. «Sí, el 4-2-4 pero, ¡qué intérpretes!», tituló la goleada el periodista Osvaldo Ardizzone en la revista El Gráfico . En el Bosque la historia fue diferente. En un contexto de paridad, el Lobo fue superior y empató en dos goles contra un club que ese año y el siguiente obtuvo la triple corona : liga de Brasil, Copa Libertadores y Copa Europeo-Sudamericana.
El cuadro visitante contaba con siete jugadores del seleccionado brasileño que, unos meses más tarde, ganaría la Copa del Mundo en Chile: Gilmar, Mauro Ramos, Zito, Mengálvio, Pepe, Coutinho y Pelé. Pero el Lobo, dirigido por Enrique Fernández Viola, tenía lo suyo. Así, con un 2-3-2-3, formó ese día: Carlos Minoian; Pedro Galeano y José Marinovich; Water Davoine, Daniel Bayo y Domingo Lejona; Hugo Carro y Julio Cortés; Eliseo Prado, Diego Bayo y Óscar Gómez Sánchez. Un gran equipo, que luego ratificó su poderío en el campeonato: salió tercero, detrás de Boca y River.
«Me tocó marcar al mejor de todos, y me convencí de que podía hacerlo bien, pensando que él tenía dos piernas, igual que yo. Yo tenía 21 años y a esa edad uno no entiende la dimensión que puede tomar un partido en el futuro», cuenta Daniel Bayo, que anuló a Pelé y fue la gran figura de la noche. Lo neutralizó e incluso se dio el lujo de hacerle un caño. «Hasta ese gusto me di. Cuando vi que la pelota había pasado entre sus piernas, la agarré y la pasé enseguida; ya con eso estaba hecho. Él no se enojó. Incluso me felicitó», detalla, mientras observa una foto en la que posa junto al ídolo brasileño; un cuadro que aún está colgado en su casa. El emblemático periodista platense Osvaldo Tomatti, que firmaba sus columnas en el diario El Día con el pseudónimo «Mercurio», supo escribir: «Carlos Daniel Bayo, el argentino que mejor ha marcado al rey Pelé».
La otra estrella en el cotejo fue el uruguayo Julio César Cortés, que ese día se presentó y también se despidió de Gimnasia. «Se cotizó tanto con ese rendimiento que al final no pudimos comprarlo. Nos habría venido bien para reforzar a ese muy buen plantel, que fue de los mejores que tuvimos», explica Jorge Miche, hincha tripero que viajó desde Mar del Plata para no perderse semejante suceso. El propio jugador uruguayo comenta desde Costa Rica, donde vive en la actualidad: «Estuve muy poquito pero tengo un hermoso recuerdo de Gimnasia por lo bien que me trataron y por lo que fue ese encuentro ante Santos. Imposible olvidar aquel día, porque enfrentarse con Pelé era especial; hay que tener en cuenta que pasaron unas cuantas décadas y a pocos futbolistas pudieron compararlos con él». El Pocho Cortés anotó el primer gol albiazul y el segundo fue de Eliseo Prado; Pepe y Mengálvio convirtieron para el visitante. La satisfacción fue grande: pasó un gigante y el Bosque no tambaleó.
Segundo capítulo, en el viejo «Uno»
El siguiente episodio del Santos de Pelé en La Plata se desarrolló en el estadio de Estudiantes, el 4 de diciembre de 1969. Se trató de un cruce oficial, válido por la Supercopa de Campeones Intercontinentales, un trofeo que reunía a los clubes campeones del mundo, pero que tuvo apenas dos disputas. A pesar de que el choque no fue en el momento de auge de Santos, ni el conjunto brasileño ni el astro estaban acabados. Nada de eso. El equipo blanco venía de ganar, en 1968, el torneo de Brasil y también ese selecto certamen que congregaba a los campeones intercontinentales (en la final había superado a Internazionale, de Italia, en el propio Giuseppe Meazza). Además, Pelé sería clave en el Mundial México 1970 (cuatro goles en seis compromisos).
El cuadro pincharrata, claro, no se quedaba atrás; venía de dar cinco vueltas olímpicas en dos años y era el monarca vigente de la Copa Libertadores. El visitante tuvo como titulares a cinco jugadores que seis meses después, en el seleccionado verde-amarelo , se quedarían con la Copa del Mundo: Carlos Alberto, Joel, Clodoaldo, Edu y Pelé. Pero a pesar de la envergadura del rival y de que el León platense tenía suspendidos tres hombres importantes (Alberto Poletti, Eduardo Manera y Ramón Aguirre Suárez), la formación ideada por Osvaldo Zubeldía, con un planteo inteligente, se impuso por 3 a 1. La alineación de Estudiantes aquella noche tuvo a Gabriel Flores; Rubén Pagnanini, Hugo Spadaro, Raúl Madero y Oscar Malbernat; Carlos Bilardo, Néstor Togneri y Daniel Romeo; Marcos Conigliaro, Camilo Aguilar y Juan Ramón Verón. Cabe aclarar que no se llevó a cabo el desquite en Brasil, porque ya ninguno de los dos tenía posibilidades de consagrarse.
«Cuando llegó la chance de cruzarnos con Santos la tomamos como a una gran oportunidad, porque la opinión del mundo futbolero era que ahí se nos terminarían los éxitos. «A éstos no les van a ganar», decían muchos. Para nosotros era la posibilidad de completar el círculo glorioso», expresa Gabriel Flores, arquero y la máxima figura de aquel encuentro. «Por el adversario y por cómo me fue en lo personal, después de la victoria sentí que había quedado en la historia del club», recuerda Bambi. Entre las varias atajadas, una quedó en la memoria de los presentes: Pelé lo eludió y quedó con el arco a su disposición, pero Flores se recuperó y le sacó la pelota desde atrás, justo cuando el atacante estaba por definir. Fue al final del primer tiempo, para un 2-2. Tras el partido, el brasileño declaró que nunca había visto un arquero igual. Veinte años más tarde se encontraron en Uruguay y Flores le agradeció: «Sos un maestro. Te agradezco la mentira que dijiste aquella vez». Se rieron y se dieron un abrazo.
El otro gran destacado fue -¿cuándo no?- Juan Ramón Verón, que aportó dos tantos (el primero y el último del juego). El otro gol de Estudiantes fue de Conigliaro, mientras que Manoel María convirtió para Santos. «Con la Bruja, sentíamos que nosotros también teníamos a Pelé», apunta Bambi Flores. El 11 albirrojo devuelve la gentileza y elogia a su arquero: «Bambi atajó todo. Se destacó tanto que Santos quería llevárselo». Juan Manuel Cancio, un hincha que concurrió ese día de hace 50 años, certifica que Flores y Verón fueron las estrellas: «Me acuerdo de los excelentes desempeños de Bambi y de Juan Ramón, que jugó como siempre: fantástico». Esa noche, en 1 y 57 se festejó y también se cantó: «Y ya lo ve, y ya lo ve, los goles de la Bruja no los hace ni Pelé».
La importancia del partido para Estudiantes queda clara en palabras de Verón: «No sé para ellos; para nosotros era «el» partido. Enfrentarnos con ellos ya era un placer, y encima nos quedamos con el triunfo. La jerarquía de ese rival puede ser comparada sólo con la de Manchester, al que le habíamos ganado un año antes la final intercontinental y que también tenía varias figuras mundiales».
Dos cotejos en la ciudad y Santos no venció. Tres goles visitantes y su líder no convirtió. Cuatro figuras y el mejor del mundo no brilló. Está claro: en La Plata, Pelé no fue Rey.
Fuente: Máximo Randrup – LA NACION DEPORTES / JR – www.actualidaddeportiva.com.ar – Fotos: Crédito: Museo de Gimnasia y Esgrima La Plata – Crédito: Diario El Día – Crédito: Museo de Estudiantes de La Plata – LA NACION DEPORTES