Ruggeri, Pumpido y Enrique con la Copa Intercontinental que ganaron con River.
Los tres ex futbolistas cuentan en Clarín lo que vivieron con el River que ganó el torneo local y las Copas Libertadores e Intercontinental , y con la Selección consagrada en el Mundial de México.
Son casos únicos. No hay otros antecedentes. Ni antes ni después de ellos. Los tres dejaron su huella marcada a fuego tanto en River como en la Selección. Vivieron en 1986 momentos mágicos, a pura adrenalina e intensidad, acumulando gloria a cada paso. Se consagraron. Llegaron a lo más alto. Y dejaron un impresionante récord para la posteridad: son los tres futbolistas «exclusivos» en la historia del fútbol argentino que ganaron todo lo que jugaron en un año (1986). Fueron campeones locales, de América e intercontinentales, a nivel clubes, con River. Y fueron campeones del mundo con la albiceleste en México 86.
Tocaron el cielo con las manos. Uno, con la solidez en sus guantes; el otro, siendo estandarte en la defensa; y el restante, doblegándose entre la marca y el juego en el mediocampo. Son Nery Pumpido, Oscar Ruggeri y Héctor Enrique. Una proeza que trasciende las fronteras, porque los ubica en un selecto club de 10 jugadores privilegiados en el mundo que alcanzaron esta marca.
Son ellos tres y siete jugadores del Santos que en 1962 obtuvieron el torneo Paulista, la Copa Libertadores, la Intercontinental y el Mundial con Brasil, en Chile, incluido Pelé (Edson Arantes do Nascimento). Los otros seis fueron Gilmar (Gylmar Dos Santos Neves), Mauro Ramos, Zito, Coutinho, Pepe y Mengálvio. Otros futbolistas también ganaron todos esos títulos, pero lo hicieron de manera alternada y no en un mismo año.
Aquel 1986 arrancó con muchos objetivos por delante. Pero apenas había una certeza, en medio de la incertidumbre por ver cómo se desarrollarían los distintos compromisos. Sabían que iban a ser campeones locales con River porque el equipo del Bambino Veira venía arrasando en la primera parte del torneo 1985/86. Y a poco de reanudarse el campeonato, siguieron sacando ventaja sobre sus perseguidores. El torneo doméstico quedó al alcance de la mano y el 9 de marzo de 1986, luego de vencer por 3-0 a Vélez en el Monumental, el equipo de Núñez consiguió un nuevo certamen argentino para sus vitrinas, en las que faltaban los títulos internacionales de la nueva era.
Alcanzarlos formaba parte de los grandes objetivos de aquel memorable equipo. Y llegaron… El 29 de octubre y el 14 de diciembre, respectivamente, en el Monumental (la Copa Libertadores) y en Tokio (la Intercontinental). Claro que, en el medio de ambas competencias, jugaron y ganaron el Mundial de México ’86 con la Selección Argentina dirigida por Carlos Bilardo y con Diego Maradona capitaneando al equipo.
Hector Enrique, Oscar Ruggeri y Nery Pumpido en la Selección campeona en México 86. (Foto: AFP).
“Cuando arrancó el año, lo único que imaginaba era ganar el torneo local con River, que ya lo teníamos encaminado. Era lo único seguro, lo otro no… En ningún momento imaginaba todo lo que se dio. Era jugarlos y, si Dios quería, ganarlos. Y se dio… Es imposible pedir algo más dentro del fútbol con todo lo conseguido ese año. ¡Es imposible!”, remarcó Pumpido, quien en el arranque del ´86 tenía 28 años y lo terminó con 29 (cumple el 30 de julio). Ahora, a los 62, Nery responde desde su casa en las afueras de su Santa Fe natal, donde dice que tiene un buen espacio para poder caminar todos los días en tiempos de cuarentena. Además, sale como invitado especial en un programa de radio a la mañana y en otro de televisión a la tarde. También es instructor técnico de la Conmebol.
Los jugadores de la Selección argentina campeona del mundo festejando en el balcón de la Casa Rosada. Entre ellos está Pumpido, Ruggeri y Enrique. Foto: Archivo Clarín.
“Teníamos un equipo brillante. Tanto en River como en la Selección. Había mucha personalidad y dos técnicos que eran dos fenómenos, tanto el Bambino (Veira) como Bilardo. A River, aquel equipo del ’86 le dio la primera Copa Libertadores y la única Copa del Mundo de clubes, algo que no volvió a repetirse. Le ganamos a Boca en esa Copa; también a América de Cali, tanto en la ida como en la vuelta. Fuimos a Japón y ganamos la Intercontinental. Le dimos calidad al club y lo hicimos más grande a River de lo que ya era. Y la Selección era brillante también; un equipo muy bien armado, con una gran capacidad, tanto de los jugadores como del técnico. Les ganamos a todos”, afirmó El Cabezón Ruggeri, quien empezó el ’86 con 23 años y enseguida (el 22 de enero) cumplió 24. Hoy, el ex futbolista criado en el pueblo cordobés Corral de Bustos tiene 58 años y es panelista del programa de fútbol “90 minutos”, que se emite por la señal Fox Sports.
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“Yo me acuerdo que me sentía muy bien en el arranque de ese año. Volaba. Estaba mil puntos físicamente. Para mí fue algo muy pero muy bueno, nos afianzamos como un equipazo con River. E ir a la selección me motivó mucho más. Nadie creía, nadie confiaba en la Selección pero nos hicimos fuertes, salimos campeones y después volvimos y seguimos ganando con River”, rememora Héctor Enrique luego de atender el llamado de este diario, tras terminar un partido de cartas en familia en su casa en tiempos de cuarentenas y pandemias.
“A las cartas perdí, perdí… Pero en la cancha siempre fui un ganador”, contó y enseguida largó una carcajada para dejar en claro que la chispa y el humor siguen latentes en su personalidad. El “Negro”, quien en el inicio del ’86 tenía 23 años y en el final, 24, ahora luce 58 recién cumplidos (el 26 de abril) y posee un complejo de canchitas de fútbol que se llama “La Mano de Dios”. Cualquier parecido con el primer gol de Maradona a los ingleses es pura coincidencia, dirían en las películas o series.
No hace falta explicarlo. Y hablando de Maradona, entre sus tesoros guarda el libro “Yo soy el Diego”, que está firmado por el propio Diez, con una frase que lo llena de orgullo: “Gracias por el pase”. Claro, el Negro le entregó la pelota a Maradona, antes de que dibujara el mejor gol de todos los tiempos contra Inglaterra. Ah, pero también asistió a Jorge Valdano en la final ante Alemania y a Juan Gilberto Funes en el gol de River, en la Copa Libertadores, frente a América de Cali, en un estadio Monumental desbordado y eufórico.
“Me tiré a los pies de Cabañas a romper lo que fuera y algo me tenía que llevar. Por suerte, fue la pelota. Y gracias a Dios, después terminó en gol. Le di un pase fuerte a Funes, como me enseñaron desde Inferiores, para que nadie lo pudiera interceptar. Y después El Búfalo metió un golazo…”, narró.
Ruggeri, Pumpido y Enrique. Los tres con la Copa Libertadores en el Monumental. ( Foto: Archivo Clarín)..
-Pasaron 34 años del ’86. ¿Qué se siente seguir siendo los tres únicos argentinos en ganar todo lo que jugaron en un año y ser campeones del mundo, tanto a nivel clubes con River, como en la Selección?
Pumpido: Estar entre los tres argentinos y entre los diez del mundo que tuvieron ese record en un año, junto a los jugadores del Santos del ’62 genera una satisfacción extraordinaria. Somos privilegiados entre millones y millones de jugadores. Y también el hecho de haber sido los últimos campeones del mundo con River y con la Selección. Es algo difícil de lograr porque se tiene que dar estar en un equipo grande, pero -además- ir a un Mundial y ganarlo.
Enrique: Es una alegría inmensa, pero a la vez, me lamento porque pasaron 34 años y no se pudo volver a dar otro campeonato del mundo. Ahí queda demostrado que no es fácil jugar en la Selección, y mucho menos ganar un Mundial. No es cosa de todos los días. Y eso que hubo y hay jugadores impresionantes en la Argentina.
Oscar Ruggeri y la Copa del mundo. Detrás suyo, Nery Pumpido. (Foto: Archivo Clarín).
-¿Cómo hicieron para no relajarse entre tanto festejo?
Pumpido: La primera semana, después de volver de México, había que meter la cabeza en River porque arrancaba la Libertadores. Pero ni practicamos… Era festejo de un lado para el otro. Recién cuando terminó el año, en Japón, ahí sí pudimos estar más relajados. Terminamos cansados, muertos… Pero felices…
Enrique: Yo soy algo raro en ese sentido. Cuando volvimos de México y estábamos en el predio. todos saltaban y cantaban. Y algunos compañeros me preguntaban: ‘Negro, ¿qué pasa, no festejás más? Y para mí se festejaba en la cancha y después ya está. Me ponía a pensar en lo que venía. Aun siendo campeón del mundo con la Selección, llegando a lo máximo, no festejé tanto. Ni lloré ni me emocioné como si me pasa ahora cuando veo a un equipo que sale campeón. Sí cuando terminó la Copa del Mundo me arrodillé en la cancha y me acordé de mis viejos. Por eso, mi consejo a los pibes de ahora es que festejen lo que logran porque salir campeón no es algo de todos los días. Siempre quise emocionarme con lo mío y no pude y ahora me emocionó con lo de otros. Después, me acuerdo el festejo en Japón con River. Ahí si festejamos mucho. Nos subimos a las sillas y a las mesas del restaurante del hotel y los mozos japoneses nos miraban. Llamaron a la policía, que vino enseguida, y nosotros nos asustamos porque no conocíamos bien las leyes de ese país. Pero terminó todo bien y nosotros muy contentos.
Nery Pumpido levantó la Copa en México 86 y también salió campeón de todo con el River del Bambino Veira. (Foto: Archivo Clarín).
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Uno en cada punta. Pumpido y Enrique en la consagración de River en Japón 1986. En el medio, están Gallego, el masajista «Galíndez» (de rojo) y Funes. (Foto: Archivo Clarín).
-¿Cómo lograron mentalizarse para ir por la Copa Libertadores con River después de llegar a lo máximo como jugador, que es ganar un Mundial?
Pumpido: En River siempre hay que estar al máximo nivel y muy bien preparado para ser competitivo. River tenía metida en la cabeza esa Copa Libertadores, que había que ganar sí o sí. Entonces, las motivaciones entraban solas en la cabeza. Y, además, teníamos un equipazo con cinco campeones del mundo (ellos tres más Alonso y Gallego) y varios jugadores de selección…
Enrique: Cuando yo llegué a River sabía que en River hay que ganar todo lo que jugás. Entonces, ya sabía cómo era cuando volví del Mundial. Primero, me puse a entrenar con la Reserva y, luego, me acoplé al plantel profesional. No veía la hora de entrenar y de jugar esa Copa Libertadores porque a River se le venía negando. Queríamos quedar en la historia del club. Y, después, hicimos lo que hicimos. La Copa arrancó rápido, después del Mundial, así que no hubo mucho tiempo para relajarse.
Los tres se elogian entre sí. “Siempre fuimos bastante parecidos en el temperamento. Y si bien no hablamos cuando volvíamos en el avión de México de lo que se venía con River, los tres ya teníamos en la cabeza lo que íbamos a jugar”, acotó Enrique.
«Tanto el Cabezón Ruggeri como el Negro Enrique eran jugadores temperamentales. Ruggeri es el jugador con más personalidad que vi”, afirmó Pumpido.
“Teníamos 24 años (Pumpido un poco más) y ya éramos campeones del mundo antes de arrancar a jugar la Libertadores. Cómo no íbamos a ir al frente”, reforzó Ruggeri. “Yo era joven, ellos ya eran viejos”, chicaneó Enrique. Y los tres coinciden en que formaron parte de dos equipos “espectaculares” y que se sienten “privilegiados” con ambas consagraciones.
Es que pasaron 34 años y siguen siendo los únicos tres argentinos en ganar todo con su club y con la Selección en 365 días. Nada más. Nada menos…
La anécdota del Bambino Veira
Con el Bambino Veira a la cabeza, un homenaje de River a los campeones del 86.(Foto: Archivo Clarín).
«Los tres son personas fenomenales y jugadores espléndidos, extraordinarios, humildes, referentes, con personalidad. Tipos que le servían al grupo, no solo en la cancha sino también afuera en el armado del grupo. Tengo una anécdota muy linda… Yo estuve en el Azteca en la final del Mundial que Argentina le ganó a Alemania y, después de los festejos, ya me puse a pensar en lo que se venía con River, que era la Copa Libertadores y, de ganarla, ir a Japón a buscar la Copa del Mundo. Entonces, venía en el avión pensado en cómo iba a hacer para motivar de nuevo a estos tres monstruos y lo vine maquinando (sic) durante todo el viaje. La historia se terminó al otro día cuando sonó el teléfono en mi casa. “Hola Bambi, soy El Cabezón”. Era Ruggeri. “Hola Cabezón; ¡felicitaciones, que fiesta, que alegría..!”, le digo. Y él me responde: “No, qué fiesta… Escúchame… Ya tenemos que prepararnos para ser Campeones de América y del mundo con River”. Fue extraordinario. Me tranquilizó. Lo mismo pensaban Enrique y Pumpido. Ahí mismo dije: ‘Estos son tres fenómenos, quieren ganar todo´. Y eso me ayudó mucho. Lo que me dijo Ruggeri me reactivó y me dio tranquilidad. Eran tres jugadores fundamentales, tres hombres dentro de ese gran equipo que tuvo River. Y eso es lo que les transmití a todos en el plantel. Si estos tres que vienen de ser campeones del mundo quieren seguir ganando es algo muy bueno para la mentalidad de todo el grupo. La preparación fue bárbara y salimos campeones de América y del Mundo, tal como nos lo propusimos”.
Fuente: Clarín.com / JR – www.actualidaddeportiva.com.ar – Fotos: Clarín – AFP – Archivo Clarín –