En el estadio del Granate, abrió la cuenta Zuculini; aumentó De la Cruz con un doblete.
River pisó fuerte en La Fortaleza. Lo que parecía ser una parada brava, terminó siendo una inyección de confianza. Después de más de cuatro años, Marcelo Gallardo volvió a repetir por tercer partido consecutivo el equipo titular y los once iniciales que ya parecen una fija volvieron a responder con creces: el Millonario se impuso por 3-0 frente a Lanús, ganó su segundo partido en la Liga Profesional, alcanzó los 600 goles en el ciclo del Muñeco y potenció niveles individuales y colectivos.
Hay cinco noticias positivas que se llevó Gallardo del Sur: la consolidación del gran momento de Matías Suárez; la reinvención total de Bruno Zuculini, autor del 1-0 y asistidor en el 2-0; la confianza en alza de Jorge Carrascal y Nicolás De La Cruz, autor de dos goles; la presencia de la efectividad que le faltaba en área rival con nueve goles en los últimos tres juegos; y la solidez defensiva que ganó con la dupla Díaz-Martínez, sin recibir tantos en estos últimos tres encuentros. Pero no todo fue redondo: Suárez salió tras 60 minutos con una molestia en el aductor que preocupa, mientras el calendario de agosto apremia.
Durante la primera media hora de juego, el partido tuvo paridad. Los minutos iniciales fueron para River, con remates desde afuera del área y la búsqueda constante de atacar con intensidad el arco de Lucas Acosta. Pero luego, tras el primer cuarto de hora, Lanús ganó terreno y encontró espacios, al punto tal que José Sand falló una oportunidad inmejorable: recibió en soledad al borde del área chica y con el arquero vencido, pero su remate de primera se fue muy alto por encima del travesaño.
Esa jugada fue un quiebre. El gol que no pudo meter el equipo de Luis Zubeldía, rápidamente lo hizo el de Marcelo Gallardo para enfilar el triunfo. A los 30, Suárez mostró su jerarquía y creó el gol inicial. Recibió largo de Franco Armani, le ganó la posición a Nicolás Thaller en la mitad de la cancha, controló con su rodilla y buscó el área en velocidad. Cuando parecía que el defensor lo iba a dominar, con un enganche lo dejó en el piso. Frenó, levantó la cabeza y asistió a Zuculini, quien estampó el 1-0 con un gran remate desde la medialuna y alcanzó los cinco goles en 68 encuentros con la camiseta millonaria.
Luego, a los 40, volvió a aparecer Suárez como constructor. Jugó con mucha precisión un balón largo de izquierda a derecha para que Zuculini recibiera la pelota en el área. Allí, el volante central controló, se dio vuelta y asistió a Nicolás De La Cruz, quien con un derechazo marcó el 2-0. Un golazo que refleja el positivo y sorpresivo momento de Zucu, quien tenía todo listo para salir a préstamo a Cremonese de Italia para sumar minutos en la segunda división del fútbol italiano. ¿Qué cambió? Una charla en Orlando con el entrenador que, según el propio jugador, duró “un minuto”. Hoy, su presente hace creer que tomó la decisión correcta. Es pieza clave del renovado River.
Ya en el segundo tiempo, a los seis minutos, una gran jugada individual de Carrascal a pura gambeta derivó en el doblete de De La Cruz. Las tres jugadas de los tantos del partido confirmaron las buenas sensaciones que había tenido River en los triunfos de la última semana frente a Argentinos Juniors y Unión. Con el 4-1-3-2 como esquema que se asienta, hay un equilibrio general. El ingreso de Zuculini como rueda de auxilio por delante de Enzo Pérez no lo alejó del arco rival. Al contrario, le permitió tener la misma voracidad ofensiva, pero sin desordenarse tanto y sin concederles los mismos espacios a los rivales, que con pocas armas le generaban muchos dolores de cabeza.
River está más ordenado y es más inteligente. Perdió un delantero, pero ganó en todas las líneas. La defensa tiene más solidez y los laterales ya no son la vía central del ataque; los mediocampistas llegan al gol, se complementan con facilidad para dominar y tocar en corto y construyen ataques con más paciencia y tranquilidad; y la dupla de ataque que conforman Suárez y Braian Romero entiende cómo y cuándo acelerar para generar peligro. Eso sí, cuando entiende que es momento de jugar rápido y ser vertical, lo hace. Pero sin ese frenesí que intentaba imponer casi ciegamente. Piensa, se asocia y juega. Y lo hace bien.
Con el triunfo, River alcanzó los seis puntos en la Liga. Pero la mayor tranquilidad viene desde lo futbolístico. Gallardo entendió que era el momento de cambiar. Cambió y acertó. Quizás, en el momento justo: en agosto tendrá nueve partidos en 29 días que afrontar entre la triple competencia. Y tres de ellos serán cruciales. El próximo miércoles 4 de agosto jugará frente a Boca en La Plata los octavos de final de la Copa Argentina y entre los miércoles 11 y 18 definirá su suerte en los cuartos de final de la Copa Libertadores contra Atlético Mineiro. Así, las instancias cruciales parecen llegarle en un buen momento al Millonario, que no parece estar cerca de su techo. Tiene todo para seguir creciendo.