Desde el DF de México, a sus 44 años, el técnico de América analiza el juego y sus alrededores: “Las pasiones (o la insensatez) en el fútbol están siempre a tope”; “Messi es el auténtico genio rebelde. Maradona es el genio trágico; Diego los gambeteó a todos, salvo a sí mismo”, analiza.
Que evite las entrevistas no lo retrata desconfiado: le cuesta creer que tiene algo para contar. Cuando asume la mecánica pregunta/respuesta lo hace con la naturalidad del que no necesita estafar a nadie. No descalifica, no subestima, no condena. Lo que no tolera es la invasión, su intimidad es sagrada y ahí no entiende de concesiones. Se siente cómodo dando lo mínimo. “Todos los días leo los diarios españoles y argentinos. Estoy al tanto de todo lo que se puede estar sin ser parte del día a día. Siempre vuelvo a la Argentina, estuve para Navidad. He vivido en La Plata de chico y en Buenos Aires en distintas etapas y de todos lados uno extraña ciertas cosas. Pero Rosario es distinto. Rosario son las personas que quiero, que extraño y que viven ahí”. Poco más descubrirá de su vida privada Santiago Solari.
Explica el fútbol desde la pasión, sin la vanidad del científico, pero con rigurosidad profesional. Su auténtica obsesión es convencer a los jugadores. A los avelines de Real Madrid, a las superestrellas merengues o a su actual plantel del América mexicano. ¿Cómo? Siendo tan genuino como espontáneo. Amable, próximo. Humano. “Gestionar un equipo consume mucho tiempo y no deja días libres, pero intento no perder la perspectiva y tener otros propósitos personales. Procuro que el fútbol no abarque todo. ¡No hay que aburrir a los demás! También intento evitarlo en las conversaciones fuera del trabajo. Después de todo, ¿a quién le interesa si tal o cual equipo juega con línea de 5 o si usa marcación mixta en los córners?”, le cuenta a LA NACION desde el DF, donde se instaló en los primeros días de este año para continuar su carrera como entrenador.
Creció como un trotamundos al amparo de una familia que supo enhebrar sabiduría con sacrificio. La historia conocida: su padre Eduardo y su tío, Jorge. Los hermanos Esteban y David; Augusto, nieto del ‘Indio’… Amable y educado, no por eso le faltan calle ni barro. Bromea desprovisto de protocolos. De ideas claras y corazón caliente, jamás desatiende la periferia del fútbol. El envoltorio. Su pluma sensata, directa y elegante entretuvo e incomodó a algunos desde su columna, ‘El charco’, entre 2007 y 2013 en el diario español El País. Lo disfrutó, y no descarta volver a hacerlo. Perteneció a esa clase de futbolistas peligrosos, que viven bajo sospecha: los que piensan. Y no dejará de hacerlo, claro.
-¿El fútbol está cada vez más vanidoso? El creciente protagonismo de los entrenadores, la elevada cotización de los jugadores, la necesidad de exhibir casi todo en las redes sociales…
-El fútbol es un reflejo de su tiempo y de ese ombliguismo general que padecemos y que las redes multiplican. De todas formas, creo que la auto-promoción, el sermoneo constante o esa vanidad moralista que cualquiera se permite subido a un banquito en las redes no son más que eso. Posteos. Tomarse a uno mismo demasiado en serio es casi siempre una tontería.
-Sos reservado, cuidás tu intimidad. Pero arrancaste tu carrera como DT de Primera en Real Madrid, algo así como la vidriera del mundo, y la continuas en el América, el gigante mexicano. Audiencias planetarias, redes sociales, etc. ¿Con qué mecanismos te cuidas? ¿Te importa mucho lo que se dice de vos?
–No. Intento tener la misma distancia con respecto a la crítica que con respecto al elogio. Entiendo desde chico el entorno en el que se desarrolla esta profesión, tan comentada. Además, en el mejor de los casos, con suerte damos un poco de alegría al día de alguien. Aprendí pronto a distinguir entre mi trabajo y mi intimidad.
Jugar al ajedrez, leer a Borges y a Nietzsche entre tantos, escuchar desde los Stones hasta Portishead, sentarse al piano, recorrer museos, vibrar en recitales… Hablar, si tiene valor. “El pase es como la palabra. El pase es lo que te permite armar la oración. Ahora, si tocas sin sentido la frase no dice nada. Mucho toque y no se entiende nada. El sentido, en el fútbol, es el gol. De lo contrario, tocar es hablar por hablar”, escribió cierta vez. Casi un mantra más allá de la cancha también. No fue un futbolista convencional y tampoco es un técnico indiferente, pero no se monta en esa propaganda.
-El fútbol es talento, sí. ¿Pero la elite cuántas cosas más exige? Rebeldía, fortaleza emocional, rigurosidad profesional… ¿Podrías jerarquizarlas y quitar o sumar lo que entiendas adecuado?
–Llegar a la elite, en cualquier deporte, requiere primero de un largo ejercicio de monomanía. Se empieza a competir federado a los 6 o 7 años. Antes de debutar, un futbolista que llega a primera división tiene ya más de 300 partidos disputados y más de 1000 sesiones de entrenamiento. Por lo tanto, el fútbol es perseverancia. Es la constancia en el esfuerzo y la repetición que te permite ir desarrollando eso que llamamos “oficio”. El talento sin oficio no alcanza para la elite.
-Te dirigieron Del Bosque, Bielsa, Roberto Mancini, Ramón Díaz, Radomir Antic, Sacchi, Pekerman, Queiroz, Simeone, Ranieri, entre otros. ¿Reconocés en vos algo de ellos?
–He tenido la bendición de que cada entrenador me ha dejado con su ejemplo una enseñanza. Los mentores y los maestros son evidentemente una necesidad en nuestro desarrollo. Me considero muy afortunado de haber tenido buenos maestros de diferentes culturas futbolísticas (italianos, argentinos, españoles, portugueses, brasileños, mexicanos) que han enriquecido mi experiencia en el fútbol.
-“El fútbol es de los futbolistas”…, crecimos con esa sentencia, ese valor de propiedad. ¿Esa ecuación ahora se niveló con el entrenador o, incluso, advertís un mayor intervencionismo ahora como entrenador respecto de los DT que tuviste cuando eras jugador?
-Es que el fútbol es esencialmente del jugador. La función del entrenador es, en mi opinión, liderar, convencer y organizar a un grupo de personas (no solo a los futbolistas), para trabajar en torno a un conjunto de objetivos comunes. Todo lo demás, el talento, el físico, la creatividad, los goles, la improvisación y las emociones las pone el jugador. El entrenador, junto al cuerpo técnico, debe intentar ser una buena guía, un buen canalizador.
–¿Qué te movilizó a venir a trabajar de este lado del Atlántico? ¿A América y al América?
–No fue una decisión sencilla. Extrañaba el día a día, la rutina del entrenamiento y de la competición, pero estaba muy orgulloso de mi rol institucional en el Real Madrid, que es el club de mi vida. El América presentó la oportunidad de volver a la cancha y de competir por títulos. Entonces le pedí permiso al Real Madrid y aquí estoy. Con su popularidad enorme y esa exigencia de competir siempre para ganar, el América me ofrece un entorno competitivo que conozco y que me motiva.
-Empezaste tu carrera de entrenador en Primera División por lo más alto: Real Madrid. ¿Cómo aparece la motivación para aceptar otro proyecto después de semejante experiencia bautismal?
–Si te encanta el deporte te motiva la búsqueda, el desafío. Ese proceso que es la rutina del entrenamiento y la competición. El día a día de la pelota. No hay mucho misterio.
-Pasaron 20 meses entre que dejaste de ser el DT de Real Madrid y la asunción en América. ¿A qué le diste lugar en este tiempo, a la autocrítica, a la capacitación? ¿Dudaste en seguir en la profesión o el ‘estreno’ te confirmó que la elección había sido la correcta?
-Desde 2013 hasta el primer día de este año trabajé en distintas funciones en el Real Madrid, desde formador, entrenador y embajador, representando al club en diversas actividades. Servir como embajador al Real Madrid ha sido uno de los honores más grandes de mi carrera.
-¿Volver a Real Madrid como entrenador es un desafío íntimo, un merecimiento que habrá que volver a ganarse, u hoy ni aparece entre tus pensamientos…?
-No necesito ser el entrenador del primer equipo del Real Madrid para sentirme parte. Soy madridista. He disfrutado en cada una de las distintas funciones donde me tocó servir al club durante 13 años. Es más, ahora, que entreno al América, siento que mi formación madridista es la que me guía.
-¿Qué es lo más difícil de entrenar? ¿El juego en sí mismo o la gestión del vestuario?
-Lo que llamamos “entrenar” es un ejercicio integral. Es difícil que haya buen entrenamiento sin gestión, y no alcanza hacer una buena gestión sin conocimiento o sin una metodología adecuada.
-¿Y el vínculo con los medios? ¿Cómo hacer equilibrio entre tu posición y las concesiones cuando el dueño del club, de América, es Televisa, una cadena tan poderosa?
–Cumplo con mi parte. México es un país gigantesco y hay muchísimos medios de comunicación y se expresan libremente con respecto al América. Todos tienen acceso y se los atiende de la misma manera en las ruedas de prensa. En ese sentido, el club América es un ejemplo.
✍️ Santiago Solari, desde el Nido 🦅☀️🌎
🔸 #SOMOSAMÉRICA 🔹#SiempreÁguilas pic.twitter.com/IhbSwnW6Hz— Club América (@ClubAmerica) January 2, 2021