Quien concurra con frecuencia a los partidos del rugby de la URBA lo habrá escuchado una y otra vez. «¿Te enteraste del equipo que se trajo tres jugadores de Salta?», «¿Y del que los tienen inscriptos como empleados de la municipalidad? Les están pagando para jugar al rugby». Pero los rumores nunca salen de ese ámbito.
La pandemia por el Covid-19, la que tantos desajustes está ocasionando, hizo que de manera lateral obtuviera visibilidad un problema que existe hace muchos años en el rugby nacional. Sobre la imposibilidad de jugar de los Jaguares, que se quedaron sin actividad por la suspensión del Súper Rugby, el jugador de los Pumas Matías Moroni comparó la situación con Nueva Zelanda, donde Ardie Savea jugó para Ories en una fecha libre de Hurricanes, y Dan Carter lo hizo para Southbridge antes de su debut con Blues. En nuestro país, eso está prohibido. «Me parece increíble que los jugadores puedan jugar en sus clubes. No hay un espíritu más amateur que un jugador profesional, entre comillas, jugando en su club. Si yo tuviera la posibilidad de jugar en CUBA, jugaría como amateur. No lo haría profesionalmente. En CUBA, pago para jugar. La cuota, el fichaje, el tercer tiempo y disfrutaría de jugar en mi club».
«Se le está haciendo la vista ciega a clubes de la URBA que contratan jugadores del interior. Te enterás de cada cosa. Les pagan casa y auto, además de un fijo por mes. Son temas que ojalá se resuelvan pronto, para que los jugadores que nacieron en un club tengan la posibilidad de jugar». (Matías Moroni)
La argumentación de Moroni, en una charla en el podcast Tuhinga, de Agustín Güemes, derivó en un tema más profundo y complicado, respecto de los clubes que supuestamente rompen la regla del amateurismo. «Se le está haciendo la vista ciega a clubes de la URBA que contratan jugadores del interior -profundizó Moroni-. Te enterás de cada cosa. Les pagan casa y auto, además de un fijo por mes. Son temas que ojalá se resuelvan pronto, para que los jugadores que nacieron en un club tengan la posibilidad de jugar».
Un tema conocido, pero que nadie quiere exponer
Pocos se atreven a hablar de este tema. Nadie tiene las pruebas para acusar directamente, pero es un secreto a voces. No es generalizado, no son la mayoría y no está institucionalizado, aunque cada año aumentan los casos. «Sabemos que pasa. Vos ves que hay jugadores con una gran preparación física y después escuchás que les pagan el alquiler del departamento y otras cosas. Eligen jugar con un ‘paracaidista’ y dejan de lado a los chicos que jugaron toda la vida en el club. Cuando nos enfrentamos con algún equipo que sabemos que hace estas cosas, más ganas me dan de festejar si les ganamos», dice un entrenador que prefiere no dar su nombre. «Es que después son todos problemas, mejor no decir nada en público», se protege.
Algunos dirigentes y entrenadores hablan con bronca sobre el tema, dan nombres y apellidos, pero siempre en off. Nadie quiere señalar públicamente y luego meterse en problemas legales por difamación. Pero el tema está ahí, subyacente.
Antes de la pandemia, varios equipos de la URBA le reclamaban a la UAR porque se llevaban a sus jugadores al profesionalismo. Sentían que sus planteles se desgranaban poco a poco sin recibir nada a cambio. Por este motivo, en una reunión que se hizo el año pasado en la UAR, mientras un dirigente de un equipo bonaerense se quejaba por el sistema profesional, un par del interior le respondió: «Pero cuando vienen a captar talentos a las provincias para llevarlos a jugar con ustedes no se enojan, ¿no?».
Muchos jugadores que viven en una ciudad en la que no tienen oportunidades de desarrollo laboral o de estudios, eligen mudarse a Buenos Aires y, para no abandonar el deporte, se asocian a otro club.
José Fauez, expresidente de la Unión Cordobesa y dirigente de Urú Curé, agrega: «A veces los chicos que van a estudiar se contactan con otros clubes. Escuché rumores de clubes de la zona de Villa María, San Martín y Jockey. Algunos de sus rugbiers se fueron a algún club que juega en la URBA y les consiguieron departamentos y trabajo. Lo sé porque cuando era presidente tuve que firmar varios pases y eso es lo que se dice. Todos sabemos que existe el amateurismo marrón. Pero no tengo conocimiento de equipos que paguen sumas de dinero a los jugadores o que hagan captación de talentos del interior para llevarlos».
Andrés Courreges, ex jugador de los Pumas
Hay equipos que reciben a varios jugadores de las provincias, pero que no le ofrecen beneficios a los jugadores, que tienen que pagar sus cuotas sociales como cualquier otro. «Hay una gran hipocresía. En mi club, el CASI, el año pasado, entre el plantel superior, primera, intermedia, preintermedia A, B y C había 44 jugadores del interior -dice el ex Puma Andrés Perica Courreges-. Ninguno cobra por jugar y tienen que pagar entre 5000 y 6000 pesos por mes entre la cuota y el tercer tiempo, además del fichaje. Pero vienen a Buenos Aires con una latita en la cabeza para promocionarse. Porque el CASI tenía la sede del Pladar de Buenos Aires en la Boya. Ahora no está más, por los problemas políticos que tiene Agustín Pichot con el club».
Y agrega Courreges: «Hay muchos que lo hacen. En el SIC. que son mis amigos, ¿eh? Si tomamos los últimos años se puede armar una selección, puesto por puesto, con jugadores que no fueron formados por el club. St. Brendan’s lo intentó en algún momento y Lomas tuvo jugadores a los que les daba vivienda y trabajo. Pueyrredón también, hace muchos años. Se les conseguía trabajo a los chicos en Adidas o en Showsports. No me parece malo. Porque ya estaba vislumbrándose un rugby profesional. Y te lo digo yo, que me fui a jugar por plata a Francia».
Aunque a esta altura suene ingenuo, vale recordar el artículo 3 bis del estatuto de la URBA, que señala: «(.) queda totalmente prohibido que cualquier persona o entidad, pública o privada, provea directa o indirectamente a los jugadores cualquier forma de retribución, sea bajo la forma de beca, subsidio, premio o cualquier otra». La única excepción estatutaria son las becas del Estado provenientes de la Secretaría de Deportes o el Enard.
Qué dice la URBA
Controlar las transgresiones es casi imposible para cualquier institución amateur. Consultado por el tema, Santiago Marotta, presidente de la URBA, respondió: «No existen contratos con los jugadores en nuestros torneos, así que no tenemos manera de controlarlo. El reglamento de la URBA es muy claro y, hoy por hoy, si un jugador tiene contrato, no puede jugar. Los clubes lo saben». Además, sobre la posibilidad de acuerdos personales, agregó: «En los últimos seis años, al menos desde que estoy en la URBA, nunca hemos recibimos una denuncia por un tema de estos».
En los últimos años, un ascendente equipo del interior comenzó a «contratar» jugadores de otras provincias. En forma burlona, en el ambiente se lo empezó a conocer como «La Franquicia».
Moroni señaló a los clubes de la URBA, pero no es la única alternativa. En los últimos años, un ascendente equipo del interior comenzó a «contratar» jugadores de otras provincias. En forma burlona, en el ambiente se lo empezó a conocer como «La Franquicia».
«Escuché cosas esporádicamente, casos aislados. Prefiero creer que queda perdido en el universo de bondades que tiene el rugby», dijo Pablo Garretón, de Universitario de Tucumán y ex Puma, en una entrevista hace algún tiempo. Aunque reconoce que la existencia de un rugby profesional en la Argentina generó un cambio cultural, con el que habrá que ser cuidadosos. «A veces los chicos saben que un entrenador pertenece al sistema y es raro ver cómo se van detrás de él. A los otros entrenadores, que son voluntarios del club, no le prestan la misma atención».
El caso Tala y su relación con la franquicia Ceibos
Pablo Carballo, presidente de Tala, de Córdoba, también dio su versión. «Tenemos chicos que vienen a estudiar acá porque somos una ciudad universitaria y se suman. Distinto es lo que nos pasó con un jugador de Chaco, que nos llamó para consultarnos ciertas condiciones para jugar con nosotros. Ahí se le explica que ese no es el camino correcto, que no es el objetivo del club y no lo aceptamos».
Asimismo, Tala recibió en sus instalaciones a la franquicia Ceibos, que jugó la inconclusa Súper Liga Sudamericana de Rugby. «No estamos peleados con el profesionalismo, al contrario. Somos anfitriones de Ceibos y entendemos que ellos tienen acceso a conocimientos que se pueden derramar al resto del club. Hicimos un acondicionamiento para recibirlos y creo que todos ganamos», dice sobre la convivencia de los dos mundos y con el deseo de que la transición entre ambos formatos sea ordenada.
Y aclara una norma interna del club. «Algunos chicos se fueron a Italia y a España a jugar en torneos profesionales. Cuando vuelven al club los recibimos. Pero primero tienen que jugar en pre-intermedia e intermedia. Los chicos lo saben y lo aceptan».
Que el rugby ofrezca una oportunidad laboral con el sistema de la UAR -ese que ahora está en serias dificultades por la pandemia- hizo que muchos jugadores del interior buscaran incorporarse al certamen de la URBA para entrar con mayor rapidez en el «radar profesional». Buscan la vidriera. Eso, según los especialistas, se acentuó desde que el Nacional de clubes perdió fuerza y dejó de jugarse el Campeonato Argentino, entre los seleccionados de uniones.
Si bien existen programas de la UAR que desarrollan esas búsquedas en el interior, también es cierto que la jerarquía del torneo de la URBA es muy superior a la de los certámenes de las provincias. La sensación para los jugadores es que Buenos Aires ofrece elevar el nivel de juego y, por ende, mayores oportunidades. Y la tentación va en aumento.
Los rumores se repiten. Un rugbier que estaba jugando como profesional en Europa se volvió. pero no fue al club de su provincia, sino a uno de la URBA.
En algún equipo, la diferencia entre los realmente amateurs y los que estaban cobrando dinero, terminaron en peleas internas y grupos desarmados. Antes del coronavirus, jugadores que eran profesionales se quedaron sin equipo y volvieron al «amateurismo»: arreglaron condiciones por 20.000 pesos por mes y el alquiler de un departamento.
¿Qué motiva a los clubes a las transgresiones?
¿Qué motiva a un club amateur a torcer la regla más fundamental por la que se juega al rugby? La respuesta tendría que darla cada uno de los involucrados, pero una hipótesis es que la pasión por ver a su equipo triunfar deportivamente es el impulso principal. Seguramente el mismo impulso que antes los llevó a dar el primer paso a la hora de contratar un entrenador, y luego a un manager, a un analista de videos., etcétera.
Ese es un punto curioso. Porque uno de los motivos que suele esgrimirse para impedir que los jugadores profesionales se sumen a los torneos de la URBA es que la diferencia física puede ser peligrosa para la salud de los amateurs. Sin embargo, los jugadores del principal torneo argentino (todos, los amateurs y los que reciben apoyos fuera de la norma), se entrenan desde hace años como cualquier jugador profesional y, en muchos casos, trabajan con las mismas herramientas de los que están dentro del sistema.
Sobre eso también habló Moroni, y de las diferentes interpretaciones que se hacen de las reglas entre la URBA y el interior. «Hay un montón de jugadores que no fueron tenidos en cuenta en Jaguares y estuvieron un año parados. Después tenías a Lucas Mensa, que jugó en su club (Pucará), fue al Mundial y volvió. O el caso de Rete (Santiago González Iglesias, de Alumni), que no fue al Mundial y no pudo jugar en su club. Es algo bastante político. No es porque se entrena más. Es porque cobra más o menos».
Fuente: Juan Manuel Trenado y Alejo Miranda – LA NACION DEPORTES – Fotos: Kiko – Crédito: Instagram/Moroni – LA NACION – Crédito: Daniel Jayo – Crédito: Facebook – Crédito: Instagram/Moroni – LA NACION DEPORTES