El nicoleño de 60 años tuvo una exitosa carrera como jugador, siendo campeón con Boca en el Metropolitano de 1981 con Diego Maradona y Miguel Brindisi como grandes figuras. Además integró el conocido equipo de Argentino Oeste, que en el 87 acarició el ascenso al Nacional B, y también mostró su enorme capacidad como entrenador.
Hablar de Rubén Carlos Acevedo es sinónimo de fútbol. No solo se destacó en su época de profesional sino que además, una vez retirado, se abocó a ser director técnico, siendo un gran maestro tanto en San Nicolás, Villa Ramallo y actualmente en Mar del Plata. Además de sus dotes, es un gran ser humano, siempre atento y súper respetuoso, siguiendo los pasos de su padre “Mingo”, uno de los enormes hombres de fútbol que tuvo nuestra ciudad en el antaño. Su madre es Nélida Gatti y su hermana se llama Abelina.Radicado en La Feliz desde hace casi dos décadas, este futbolista polifuncional se prestó a la requisitoria periodística vía Whatsapp para contarnos detalles de su extensa trayectoria.
“Mis inicios fueron en club Somisa desde los 12 hasta los 16 años. Allí tuve de entrenador a mi padre y en la parte física estaba un amigo, Raúl Sánchez, después vino el profesor Ricardo Barr, y en la parte técnica también me dirigió el ‘Gallego’ Lenci. Tenía como compañeros a Julio Iusef, Juan Cornejo, Albitre, Godoy y Walter Amici, entre otros”, recordó Rubén en el comienzo de la entrevista.Luego definió cuáles eran sus características: “Era un ocho clásico con buena lectura de juego, buena técnica y despliegue para hacer el recorrido por la banda”.Elegido por dos grandes.
Como elocuente prueba de sus notables condiciones técnicas, cabe señalar que los dos clubes más grandes del país lo eligieron para incorporarlo a sus inferiores, pero Boca ganó la pulseada.Y el nicoleño nacido el 19 de abril de 1960 cuenta esa vivencia de la siguiente manera: “En el 76 River hizo una prueba en cancha de Protto, y quedé preseleccionado para ir a Buenos Aires en las vacaciones de invierno junto con los otros chicos que habían reclutado del interior, y me eligieron otra vez, pero debía esperar hasta fines de enero o febrero para incorporarme al plantel. Y al tiempo, por intermedio de Justo Artola que llevaba jugadores a Boca, habló con mi padre, y también tuve que viajar a Capital Federal, y quedé entre los que fueron aprobados. Pero también tenía que esperar el llamado para el verano del 77. Al final mi determinación fue sencilla de tomar, porque me decidí por el primero que me llamara. Y ese fue Boca, que me avisó que tenía que incorporarme al club, y días después llegó el telegrama de River, pero ya era tarde”.
Luego detalló cómo fueron sus primeros pasos en el club de la ribera: “Empecé en sexta, allí tuve grandes entrenadores como Gandulla, Grillo y Damiano. Después hubo cambios, llegó Carlos Román que era ayudante de Juan Carlos Lorenzo. En reserva me empezaron a poner de marcador central, aunque en mi división continuaba en la posición de volante, pero por el sector izquierdo. En realidad de mitad de cancha hacia atrás jugué en todas las posiciones. En ese ínterin fui citado para ingresar a la Selección Argentina Juvenil que dirigía Roberto Marcos Saporiti, que se preparaba para participar del Torneo Esperanzas de Toulon, y quedé en la lista, pero no viajamos porque la AFA no tenía el dinero suficiente. Tuve la experiencia de estar en ese equipo, pero lástima que por ese motivo faltó poder estar en la competencia”.
“Cumplí un sueño”
“En 1981 me tocó debutar en primera con el ‘xeneize’ como números dos en el partido que goleamos a Talleres de Córdoba por el campeonato Metropolitano, en un equipo con grandes figuras y con la presencia de Diego Maradona. En la segunda fecha ante Instituto en la Bombonera me lesioné el cuádriceps de pierna derecha, por lo que estuve más de un mes inactivo y al poco tiempo de volver sentí una molestia un poco más arriba, por lo que quedé relegado. De todas formas pude cumplir el sueño de ser campeón con la camiseta azul y oro, aunque no lo pude desarrollar del todo. En el segundo semestre no pude jugar, Roberto Mouzo y Oscar Ruggeri se había consolidado, así que solamente me tocó ser suplente o jugar en reserva”. En la temporada siguiente la entidad de la ribera, acuciada por problemas económicos, hizo una renovación del plantel. “En el 82 vino Carmelo Faraone y hubo muchos cambios. A él le gustaba armar la táctica de acuerdo con el rival que tenía enfrente. Y a mí me hizo jugar en posiciones que no eran las adecuadas. Recuerdo que ante Rosario Central me tocó marcar a Omar Palma, y frente a River como lateral, teniendo como wing adversario al uruguayo Antonio Alzamendi”. Posteriormente Acevedo tomó nuevos rumbos. “En el 83 me fui a Gimnasia de La Plata en el que tuve buenos desempeños, y al año siguiente volví a Boca, donde estaba el ‘Zurdo’ López como DT, pero pese a que decía que me tenía en cuenta y no me ponía mucho. Incluso me quisieron llevar de Chacarita y a Huracán.En el 84 decidí irme a Belgrano de Córdoba, donde se armó un gran equipo con jugadores como Raúl de la Cruz Chaparro, Gáspari, Ludueña, ‘Chanchita’ Villagra, y clasificamos para el Nacional. En el 85 me sumé a Tigre, y en el 86 tenía dos opciones, una irme a Mendoza y otra regresar a San Nicolás para incorporarme a Argentino Oeste, que tenía como objetivo ascender al Nacional B”.
Vino a Argentino
Rubén resolvió vestir la camiseta del conjunto de la estación y lo explicó así: “Me incliné por esto último para darle una mano al equipo de mi ciudad, que armó un gran plantel con Rubén Pagnanini como entrenador y ‘Churro’ Castelli como preparador físico. Había grandes jugadores como Daniel Ronco, Nahra, ‘Cuchi’ Torres, Bina, ‘Oso’ Castro, Cabaña, entre otros. Ese año jugamos la Liguilla de la que participaron siete equipos de la provincia de Buenos Aires y en el que quedamos eliminados contra Olimpo de Bahía Blanca, y después el Torneo del Interior, donde perdimos por penales ante Villa Dálmine en semifinales”.
Al sur
Tras dicha gran campaña, el “Conejo” viajó a Río Negro. “En la temporada 87-88 me llamaron de Cipolletti, y allí jugué dos temporadas, en las que también cumplí buenas actuaciones, especialmente el primer año. Después me fui seis meses a Toronto y retorné al país para jugar el Nacional B para Atlético de Rafaela, luego en Central Córdoba de Santiago del Estero y en el 92 en Sarmiento de Junín, finalizando mi etapa profesional”.
A Regatas
Posteriormente el defensor nicoleño volvió a sus pagos. “Me vine a Regatas que dirigía Carlos Trotta en el año del centenario del club, y tenía como compañeros a Walter Carreras, Alfaro, Diego Suriani, Marcelo de San Martín, Del Blanco y Scándalo, entre otros. Además termino mi carrera de Director Técnico que había iniciado en la escuela “Rodolfo Santiago Traversi”, en Villa Constitución. Al otro año Daniel Agotegaray me convocó para Social de Ramallo, donde estuve tres temporadas, y además dirigía inferiores junto a ‘Panchi’ Hernández, Oscar Otero y ‘Cacho’ Giovan. Había un equipazo, estaban Ochoa, Lisi, ‘Turco’ Martín, Figueredo, Salvatierra, Albert, Oliveros, Galván, Salvatori”.
Como entrenador
Luego Acevedo decidió ser DT y su primera experiencia fue un club nicoleño que hacía poco participaba en la Liga Nicoleña. “Dirigí dos años Luz y Fuerza junto a mi padre, Wilner Silva, Emilio Pacheco, Ponce, Pécora, Tejada y Melo.En 1999-2000 me contrató Defensores y trabajé junto a Avelino Verón y Leo Storti, con un plantel en el que había grandes futbolistas como Salvatierra, Gabriel Gómez, Juan Carlos Sosa, ‘Chango’ Cejas, Walter Petunchi, Javier Yacuzzi, Romá y Romagnoli, y nos consagramos campeones venciendo a Fútbol San Nicolás en la final del Clausura 2000. Justo en el 2001 el país entró en crisis, Defensores comenzó a tener problemas económicos con la mutual, por lo que no seguí en el cargo y decidí irme a vivir a Mar del Plata. Allí desarrollé otro trabajo, y recién hace tres años resolví volver a hacer lo que me gusta, primero dirigiendo a juveniles Cadetes San Martín y los otros dos años ejerciendo mi función en Alvarado, un club grande que está en el Nacional B”.
Mientras sigue esperando la vuelta a las prácticas, sigue viviendo la ciudad atlántica junto con su esposa Eugenia, siendo padre de Matías (30), actualmente residiendo en España, y Antonela (27).
“Román descubrió mi vocación de entrenador”
Rubén Acevedo a la hora de evaluar los DT que tuvo en su carrera, destacó: “Para mí fue muy importante mi padre porque me transmitió el amor por el fútbol, mientras que en Boca tuve a dos señores como Gandulla y Grillo. Además valoro a Carlos Román, quien fue un apasionado y riguroso en su labor, descubriendo en mi la vocación de técnico regalándome a los 18 años un libro de táctica de un colombiano de apellido Paredes. Y quiero subrayar lo que significó Silvio Marzolini, que siendo yo muy joven confió en mí y me hizo debutar en la primera del “xeneize” como marcador central en un equipo con figuras y que se jugaba cosas importantes. Y no quiero dejar sin mencionar a otro maestro como Oscar Cadars, quien me enseñó el lado B del fútbol, porque uno en esa época era muy lírico e inocente y no me daba cuenta de las cosas que pasaban, y siguen pasando en este deporte”.
Fuente: Marcelo Sassaroli – Diario El Norte – Foto: Diario El Norte