Con enorme esfuerzo y un hombre más durante 60 minutos, el conjunto canalla se impuso por 1 a 0 en el Gigante de Arroyito, con el crack del futuro en el césped y la antigua figura afuera.
Facundo Buonanotte es un zurdo pícaro, indomable. Sabe con la pelota, se inclina por la asociación con sus compañeros, lo agrada el control. Le falta madurez: tiene apenas 17 años. Por lo que se ve, por lo que muestra, es bueno en serio. Futuro grande.
Carlos Tevez, su entrenador, era genial. Un jugador maravilloso, pero más personalista. Tocaba, se asociaba, pero en la acción individual, con los flashes sobre su cuerpo, era cuando se sentía en plenitud. De ayer a hoy, Rosario Central, con ellos, sale del pozo en el que está inmerso. Económico, dirigencial, deportivo. Apache se presentó entre sombras –dudas de muchos, Chapa Retegui a un costado– y dos derrotas en continuado. Inmerecidas, tal vez. El viejo crack del fútbol mundial no está acostumbrado a los terrenos resbaladizos. Los que hacen trastabillar, desestabilizarse. Pero entiende que es hoy, que es ahora. Que su sueño de DT tendrá luces y sombras. Y Central, como él dijo, es un gigante dormido.
Compacto de Rosario Central 1 vs. Sarmiento 0
Con el crack del futuro sobre el campo de juego, protagonista de un cabezazo goleador y de un disparo, violento y punzante, que chocó contra un poste en el final, y con el crack de otro tiempo delante del banco de suplentes, Central celebra a lo grande, con su gente, un mínimo triunfo que, por las circunstancias, termina siendo mayúsculo. Un 1-0 sobre Sarmiento, conseguido con alma, corazón y vida.
“Es una noche soñada. El grupo necesitaba una victoria así. Carlos nos ayuda mucho. Esto es para todos”, contó Buonanotte, con sonrisa plena, que está terminando la escuela secundaria. Habló del famoso entrenador y de un grupo de jóvenes que quiere salir adelante. Respaldado, también, en Gaspar Servio, el arquero (un rato antes del final, tapó un mano a mano) y Walter Montoya, disfrazado de número 5 de quite, de marca. “Es importante que los chicos muestren su jerarquía. Los grandes tratamos de llevarlos de la mejor manera. Los chicos tienen que jugar, como Buonanotte, [Gino] Infantino [19 años]. Se está trabajando muchísimo y muy bien. Hay un buen plantel. Necesitamos que se den los resultados; así vamos a tomar más confianza”, afirmó el volante. Que recuperó las mejores sensaciones, en un puesto diferente.
Las mismas sensaciones que expuso Central, un equipo que juega con la soga al cuello, porque busca, intenta, pero los resultados no se le dan por falta de compromiso táctico y de solidez global.
Tevez lo sabe. Actitud sobra: lo que falta es una cuota de inteligencia, de sabiduría cuando el mundo parece derrumbarse. De hecho, su equipo no hizo pesar el jugador más que tuvo durante una hora en el Gigante de Arroyito, luego de la expulsión (antebrazo a un parietal de Franco Farías) a Franco Quinteros. El local estuvo cerca del segundo gol en el choque contra el incómodo Sarmiento de Israel Damonte. La desconfianza hizo que el cuadro de Junín se acercara, que olfateara la herida existencial.
Pero al final, el Central de Carlitos Tevez gritó, cantó. Al fin. Y sueña con volver a ser.