SANTIAGO DEL ESTERO – Buenos Aires. Osaka. Córdoba. Madrid. Mendoza. Santiago del Estero. Nuevo destino, misma imagen: River campeón. Con sus armas, su fútbol y su estilo. Como siempre. Camino a los siete años del ciclo más exitoso de la historia del club, las formas no se negocian y la vitrina se agiganta. Marcelo Gallardo y sus dirigidos cumplen una constante promesa: el equipo sigue dando la talla para competir al máximo nivel. La Supercopa Argentina 2019 que le ganó a Racing no solo es el duodécimo título del Muñeco y el 67° de la historia del club. Es la confirmación de un proceso que no parece tener fecha de vencimiento. River sigue siendo el equipo a vencer, pero pocos pueden hacerlo en instancias finales. Juega, disfruta y se luce. Hasta se da el lujo de golear 5-0. Y la calurosa noche santiagueña dejó la sensación de que todavía parece tener mucho más para dar.
River es el de siempre. Cambian los apellidos, los esquemas, las sedes y hasta los campeonatos. Lo que no se modifica es su idea. Gallardo construyó un equipo de época dispuesto a mostrar sus credenciales en cualquier escenario y frente a cualquier rival. Sale decidido a controlar la pelota, atacar el arco de enfrente, presionar alto para forzar errores, conectarse de forma rápida y directa, buscar paredes, encontrar el hueco justo con inteligencia y proyectar a su laterales casi como extremos. Eso es River. Intenta, juega y gana.
Nada pudo hacer un tímido e incómodo Racing, que nunca encontró su lugar en el encuentro. El equipo de Juan Antonio Pizzi, que todavía no pudo ganar en sus primeros cuatro partidos, aguantó 30 minutos el cero y careció de ideas. Por momentos exigió a Franco Armani con pelotazos cruzados a dividir con los centrales y remates de media distancia. Pero no hubo caso. Las realidades de ambos equipos quedaron expuestas desde el primer momento: hubo diferencias futbolísticas, anímicas y mentales muy marcadas.
Antes del 1-0, River contó con al menos seis llegadas que exigieron a la defensa académica y al arquero Gabriel Arias. Llegó siempre con facilidad. Hasta por momentos pareció que Racing tenía un jugador menos en el campo de juego. Y la apertura del marcador llegó a partir de un grito de Gallardo. “¡Al primero! ¡Al primero!”, le pidió a Nicolás De La Cruz, quien ejecutó el córner para el cabezazo de Rafael Borré en el borde del área chica. Al primer palo, claro, tal como pidió el DT. El delantero colombiano, que llegó con lo justo por un traumatismo en la cresta ilíaca, volvió a demostrar que es un goleador que siempre da la talla: marcó goles en todas las instancias decisivas de la Copa Libertadores, festejó ante todos los grandes del fútbol argentino y acumula 49 tantos en 134 partidos.
Cuando parecía que la falta de gol volvía a ser un dolor de cabeza y Racing se mantenía con esperanzas únicamente por esa ineficacia, cayeron todos los goles: en tan solo 12 minutos, River hizo cuatro. Julián Álvarez, De La Cruz, Leonel Miranda (en contra) y Matías Suárez anotaron y desnudaron constantes errores de la defensa de la Academia, que no tuvo ni ímpetu ni claridad. Todo fue de River. El juego y el título.
Sin público en el estadio, los que festejaron fueron los dirigentes y allegados. Y los miles de hinchas que hicieron una caravana roja y en la Ruta 9 para acompañar al plantel en los 73 kilómetros que dividen Termas de Río Hondo con el Estadio Único Madre de Ciudades de Santiago del Estero. En la cancha, inaugurada ayer para 29.000 espectadores y con un costo total de 1.500 millones de pesos, hubo un pequeño clima de fútbol. Desde los palcos de la delegación de Racing salieron cantitos, reclamos al árbitro, pedidos al técnico y aliento a los jugadores. Como si fuese una platea más del Cilindro. Del lado de River, plena tranquilidad con aplausos aislados. Hasta los goles, con gritos que retumbaron fuerte.
Ya son 12 coronas en 16 definiciones a lo largo del ciclo de Gallardo. Solamente Huracán (Supercopa Argentina 2014), Barcelona (Mundial de Clubes 2015), Lanús (Supercopa Argentina 2016) y Flamengo (Libertadores 2019) pudieron derrotarlo en una final. Para el Muñeco, representa un salto más hacia la cima: lleva 20 títulos en River (cinco locales y siete internacionales como DT y seis locales y dos internacionales como jugador) y quedó a dos del eterno Ángel Labruna en el ranking de los más campeones de la historia del club. Revolucionar la historia no es para cualquiera. Ganar 5-0 una final en el clásico más antiguo de la historia, tampoco.
Fuente: Juan Patricio Balbi Vignolo – LA NACION – Deportes – Fotos: Juan Jose Garcia – LA NACION – Deportes – Videos: ESPN – FOX SPORTS PREMIUN – ESPN – LA NACION – Deportes
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