Con dos goles de Braian Romero y la firmeza defensiva, avanzó de etapa y se medirá con Atlético Mineiro; es el único representante argentino que queda.
Por quinto año consecutivo, River se metió entre los ocho mejores de la Copa Libertadores. Esta vez lo hizo reforzando dos pilares que lo tenían tambaleando: la contundencia ofensiva y la firmeza atrás. Una conjunción perfecta para reducir a un Argentinos que fue más temible en la ida que en el desquite. Una producción sin fisuras lo llevó a River a ganar por 2-0 (1-1 en la ida) y sacar pasaje para enfrentarse con Atlético Mineiro por los cuartos de final, programados para la primera quincena de agosto. Quedó como el único representante argentino, tras las eliminaciones de Boca, Racing, Vélez, Defensa y Justicia y Argentinos
La eficacia la aportó el N° 9 al que River fue a buscar apenas se le fue Rafael Borré a Alemania. En pocos partidos, Braian Romero es el delantero incisivo que explotó en Defensa y Justicia. La pólvora lo acompaña en este nuevo desafío. Hizo los dos goles de la victoria y tiene toda la pinta de quedarse con la titularidad. Sumado lo que hizo en el equipo de Florencia Varela y estos primeros pasos en River, Romero suma 20 goles en 30 partidos por copas continentales. Y si se afina el dato, la estadística es más contundente: 20 festejos en los últimos 20 encuentros. Justo lo que andaba buscando River.
La carga anímica que traía el partido se reflejó en la intensidad desde el comienzo. Antes de los cinco minutos, Montiel y Torrén ya estaban amonestados por ir directamente al foul para evitar verse superados. Y también un reclamo de penal de Argentinos, con Gabriel Milito alzando los brazos en el banco, por una sujeción de Zuculini a Mac Allister en un córner.
Fiel a sus antecedentes, Gallardo sorprendió con la formación, Siempre hay un nombre o un retoque táctico que escapa a las especulaciones. Bruno Zuculini, con muy poca participación en el semestre pasado, ingresó para reforzar la contención, al lado de Enzo Pérez. El sacrificado fue Palavecino, en el banco.
Golazo de Romero para el 1-0 de River
Los primeros 15 minutos no escaparon de lo previsible. Mucha presión, poco espacio y tiempo para resolver. Marcas encimadas y el foul como recurso si alguna jugador desnivelaba con una gambeta, River llegó con un remate desviado de De la Cruz y un cabezazo cruzado de Romero en un córner. Mucho diente apretado y pierna firme. A veces en exceso, como la dura entrada de Enzo Pérez a Ávalos que le valió la tarjeta amarilla. En menos de 25 minutos, River ya tenía dos jugadores advertidos.
Armani estuvo rápido para salir a cortar una entrada profunda de Cabrera, en una acción en la que Enzo Pérez terminó despejando el peligro. Mientras a River se le dificultaba generar juego asociado, Argentinos se agrupaba y salía con pelotas largas. Era más factible que el partido se rompiera por una equivocación que por una genialidad. Y la falla llegó en un resbalón de Quintana, seguido por un pase de Suárez y una poderosa aparición de Braian Romero, que despachó un zurdazo desde afuera del área. Un golazo para el 1-0 de River.
Iban 35 minutos y el 1-0 tenía mucho valor para River porque no abundaban las situaciones de gol. Para el equipo de Gallardo no era el típico encuentro en el que genera y desperdicia. Esta vez, mostraba un alto índice de eficacia. Y la seguridad en su área corría por cuenta de Armani, que controló una definición de Hauche sin mucha potencia y dirección. Las preocupaciones de River pasaban porque se seguía cargando de amonestados, con Zuculini que se sumaba a la lista.
El primer tiempo se había ajustado bastante a lo previsible: dos equipos bien predispuestos para la lucha. En ese plano, la jerarquía individual era la que podía inclinar la balanza. La tuvo Romero para resolver como un centro-delantero letal. River había tenido más la pelota (60 por ciento) y rematado más al arco (siete intentos contra uno), pero en lo conceptual el partido tendía a la paridad.
Para el segundo tiempo, Milito buscó más profundidad ofensiva con el ingreso de Florentín. River no proyectó tanto a sus laterales, concentró más sus ataques en los encuentros de Suárez y Romero, más los apoyos de De la Cruz y el discontinuo Carrascal. En ventaja, River se ocupó de evitar las concesiones defensivas que tantos disgustos le ocasionaron en los últimos partidos.
Asiste Suárez, define Romero
Desde esa firmeza construyó el segundo gol, otra vez con un error de Quintana en el corte de una pelota que le llegó a Suárez, que con su clarividencia habitual advirtió la llegada libre por el medio de Romero. Con el 2-0, River empezaba a resolver un partido que había tenido sus complejidades.
Objetado por su pésima aplicación en la serie Atlético Mineiro-Boca, esta vez el VAR fue un asistente valioso para no convalidar una definición de Carrascal, que había controlado la pelota con su brazo levantado. Sin las distracciones de otros partidos, River no pasó por apuros en la defensa. Juntó bien las líneas, no dejó resquicios y no necesitó de un Armani salvador. Para refrescar el control en el medio ingresaron Paradela y Palavecino.