La clasificación en la Copa Argentina le dio impulso al entrenador mientras sigue buscando reconstruir al equipo.
Los tres goles en San Luis fueron desahogos. Los jugadores celebraron con rabia el tanto de Milton Casco y el doblete de Agustín Palavecino. Porque sabían que estaban en falta y que debían mostrar otra imagen. Porque ya no había más margen de error. Y porque entendían que la noche del miércoles debía ser el primer paso para recuperar la memoria. En un fútbol argentino cada vez más débil, River tiene plantel y cuerpo técnico para dar mucho más. Y esa es la premisa a la que se aferran todas las partes en este momento de más dudas que certezas.
Para Gallardo también fue un triunfo clave. Y la procesión fue por dentro. Le dejó el lugar y el tiempo a sus futbolistas dentro del campo de juego. No gritó los goles: en el primero alzó sus puños, se sacó la bronca y aplaudió, mientras que en los otros dos apuntó detalles con su colaborador Matías Biscay. El DT ya había enviado su claro mensaje con las siete modificaciones para buscar una necesaria reacción.
Corrigió errores, bajó las revoluciones después de su expulsión contra Godoy Cruz y se apartó del primer plano. Luego, al tomar la palabra tras el partido, además de cuestionar la tarea del árbitro Andrés Merlos en un claro mensaje al poder dirigencial, expuso la realidad: debe armar un equipo de cero.
GOLAZOOOpic.twitter.com/CcJC6qkmHd
— River Plate (@RiverPlate) July 14, 2022