En un gran partido, intenso y emotivo, empataron 2-2; Gallardo, preocupado, se fue nuevamente sin hacer declaraciones.
River perdió dos puntos dolorosos. Porque los tenía en el bolsillo. Porque se dejó estar. Y porque se le escapa un triunfo que era crucial por sus marcadas falencias para sostener el encuentro. Vélez fue de menor a mayor, hizo méritos para llevarse un punto y terminó encontrando un justo empate 2-2 en una de las últimas jugadas del partido a los 93 minutos de juego. Y el gol de Abiel Osorio tras un córner en una jugada que se ensució con rebotes y despejes es un golpe realmente duro para el equipo de Marcelo Gallardo que no pudo aprovechar el envión del triunfo en Copa Argentina y sigue divagando por la mitad de la tabla de una Liga Profesional en la que todavía no puede hacer pie.
River había mostrado muy buenas intenciones en el primer tiempo. Fue otro. Cambió para bien. Parecía empezar a recobrar la memoria. Los positivos síntomas de recuperación que había mostrado en el triunfo ante Barracas Central del miércoles pasado los potenció ayer en los primeros 45 minutos en Liniers. Más atrevido, dinámico y decidido, volvió a parecerse a aquel equipo que cerró el 2021 con tramos de muy buen juego y pudo superar y maniatar a Vélez en distintos tramos del duelo. Pero, en la segunda parte, jugó con fuego: se paró cada vez más cerca de Franco Armani y el Fortín lo aprovechó.
Los primeros minutos del partido mostraron pinceladas de lo que el Millonario buscó ofrecer: intensidad, presión alta, despliegue y una interesante movilidad de pelota con los mediocampistas como protagonistas. Esa era la misión. Revivir el poder de fuego de los volantes con llegada que tanto rédito le supo dar y que se fue diluyendo dentro de un 2022 demasiado irregular. Y el gol que abrió el partido a los seis minutos fue perfecto: cambio de frente de Javier Pinola, pase largo de Milton Casco, feroz desborde de Santiago Simón por derecha y aparición de Lucas Beltrán para definir de zurda al borde del área chica. Cuatro toques, profundidad y gol.
River supo incomodar a Vélez. No dejarlo jugar. En el tramo inicial la posesión de la pelota fue repartida, pero el equipo de Gallardo presionó lo más arriba posible para molestar la salida, recuperar y atacar en velocidad. Con espacios para jugar, supo crear situaciones de gol y, si no pudo dominar más el partido, se debió a sus falencias: no solo le faltó estar fino para definir, sino también aprovechar todo el espacio que fue teniendo con el correr de los minutos y ser más seguro y sólido en defensa, pese a las buenas actuaciones de Jonatan Maidana y Javier Pinola, quien no jugaba desde el 8 de mayo en el 2-1 a Platense y completó un más que correcto partido.
Porque se volvieron a repetir desajustes defensivos, especialmente por el sector izquierdo, que lo expusieron y le permitieron al Fortín poder lastimar. Al punto tal que a los 20 minutos llegó el 1-1 tras un mal retroceso de River que derivó en un polémico penal de Armani sobre Walter Bou, quien marcó el empate desde los doce pasos. Pero, pese al golpe, el Millonario logró acomodarse rápido en el juego, no dejarse llevar por el impacto y sostener su idea. Así fue como, diez minutos después, generó el 2-1 con un gran pase pinchado de Palavecino que bajó de cabeza Simón, de una producción fantástica, para asistir a De La Cruz, quien infló la red con una precisa volea en la puerta del área.
Lo mejor del partido
Pero la segunda parte fue totalmente diferente. El partido mantuvo su dinámica, pero dio un giro de 180 grados con un River desgastado que sintió el cansancio y empezó a jugar cada más atrás frente a un Vélez que encontró más facilidades y buscó hasta el final el empate quizás sin tanta lucidez para construir, pero con mucho ímpetu y coraje. Además, cada vez que pudo llegar a lastimar, el Fortín se encontró con la figura de Armani, quien apareció con mucha presencia cada vez que fue exigido con atajadas cruciales. Hasta que no pudo resistir el último empujón en el gol de Osorio que estampó el empate en los instantes finales del juego.
Según los datos de Opta, en los segundos 45 minutos River no tuvo córners, no conectó ninguno de los cinco centros que tiró, acertó sólo nueve de 36 pelotas largas y solo remató una vez después de hacerlo 11 veces en la primera parte: Braian Romero tuvo el 3-1 en la única acción de riesgo que construyó el equipo, pero su tiro se fue desviado. Mientras tanto, Vélez tuvo el 69% de la posesión, pateó 10 veces (tres al arco), tuvo cinco córners, dio más del doble de pases (276 a 126) y fue muy efectivo para eludir rivales: completó ocho de 13 regates. Ese cambio de postura radical explica el resultado.
Después de dos semanas difíciles y turbulentas, River parecía reencontrarse con su fútbol y con otro resultado positivo para lavar su imagen. Pero Vélez, tal como en la Copa Libertadores, volvió aparecer en su camino para ser su verdugo y propinarle otra cachetada que necesitará asimilar lo antes posible porque el tiempo corre y las necesidades se potencian..