Sin partidos de fútbol con público en los estadios por un tiempo mientras dure la pandemia del coronavirus, River anunció que cambiará «todo el suelo del campo de juego para convertirlo en un sistema híbrido de última generación que terminará definitivamente con muchos de los problemas que tienen los campos de juego en el país» y que, además, eliminará la histórica pista de atletismo. La comunicación oficial lanzada en la página del club significa que el equipo millonario no volverá a jugar en el Monumental en lo que resta del año, al menos, y podría ser local en el predio de Ezeiza cuando vuelva a rodar la pelota.
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«La combinación de un nuevo césped reforzado y un mecanismo de aireación de canchas de última generación pondrá al campo de juego a la altura de los mejores del mundo, en concordancia con los estándares sugeridos por la FIFA y la CONMEBOL para las competencias internacionales», aseguran desde River, en una decisión que implica cambios más profundos.
Según pudo saber LA NACION con fuentes del club, en Núñez analizan la posibilidad de hacer de local en el River Camp, el predio del club ubicado en Ezeiza, hasta que pueda retomar la actividad en el Monumental. «Esto se definirá llegado el momento, en función del fixture y las condiciones en que se retome el fútbol», aseguran.
De esta forma, se buscará conocer qué postura tiene la CONMEBOL, ya que el equipo de Gallardo tendrá que jugar como local el 30 de septiembre ante San Pablo y el 20 de octubre frente a Liga de Quito por el Grupo D de la Copa Libertadores. La cancha principal de Ezeiza cuenta con ocho torres de iluminación con luces LED que fueron inauguradas en noviembre pasado para poder entrenar y jugar de noche, pero hoy no cuenta con una estructura para sostener una transmisión de televisión. En caso de no recibir la autorización correspondiente, deberá alquilar un estadio.
De acuerdo a la información del club, la obra en el Monumental estará finalizada a principios de 2021, tendrá un costo de $177 millones de pesos y está enmarcada en el plan anual de refacciones previstas para el año en curso, tal como sucedió con la renovación integral del sistema lumínico y otras mejoras en la infraestructura del estadio, como modificaciones en las tribunas y los baños. Además, está previsto que sea financiada durante el período de un año con ingresos corrientes del club.
«Gracias a este nuevo sistema -similar al implementado en los estadios de Barcelona, Real Madrid y Manchester United, entre otros- el césped del nuevo campo será sostenible durante todo el año evitando los problemas que generan las transiciones de especies que se hacían hasta el momento y tampoco tendrá los problemas que hoy padece de absorción de agua los días de tormenta. Con estas mejoras, el suelo se volverá más seguro y estable para el desarrollo de los partidos, lo cual se traducirá en mayor comodidad para los jugadores», explican.
La obra, no obstante, no se limita a esa zona del Monumental, sino que además incluye una modificación de alto impacto: se eliminará la pista que rodea a la cancha, todo un símbolo en la creación y la historia del estadio inaugurado en 1938. Construida junto al proyecto inicial, para los Juegos Panamericanos de 1951 en Buenos Aires, la pista había sufrido un cambio al pasar de los 6 andariveles que tenía a los 8, encuadrándose dentro de los requisitos para albergar los eventos relacionados al atletismo. De todos modos, desde hace décadas es apenas un elemento decorativo: ya no se usa como tal.
Pero, además, el Estadio Alberto Vespucio Liberti también dejará de tener ingresos individuales para cada equipo y se anuncia que se construirá un nuevo túnel único por donde saldrán al campo de juego juntos los dos conjuntos. Además, el campo se bajará de su altura actual, lo que se enmarca como el paso previo a otro proyecto.
«Estas transformaciones permitirán en el futuro avanzar con tribunas más cercanas al campo de juego», anticipan desde la entidad sobre una idea que su presidente, Rodolfo D’Onofrio, había transmitido, casi como un pensamiento en voz alta, a los hinchas antes de ser reelecto en diciembre de 2017. Pero le faltaba darle forma al proyecto que rondaba en su cabeza y tenía otra opción en la mudanza con un estadio nuevo. Una posibilidad que esta reforma, en medio de un contexto económico desfavorable, parece enterrar definitivamente por los altos costos que implicaría.