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Quitarse las etiquetas y barrer el vestuario

Algo debe tener el rugby para que lo hayan seguido y admirado especialmente personas como Diego Maradona y Alejandro Sabella. También algo debe tener para que desde adentro existan temores sobre futuros episodios de violencia tras el fin del encierro y la llegada del verano, además del antecedente de esta semana en Córdoba. Como todos los deportes, y como la vida misma, el rugby tiene aspectos muy positivos y otros que deberá corregir para no tropezar con la misma piedra en la siguiente cuadra. Este 2020 inusualmente inactivo, con clubes cerrados y sin competencias salvo la de los Pumas, pero, por el contrario, de altísima exposición en la victoria y en la ofensa, dejó suficiente material para que 2021 al menos sirva para empezar a preguntarse cómo se quiere seguir.

Un primer paso puede ser quitarse las etiquetas. El rugby es un juego maravilloso, pero no es la reserva moral de nada ni el modelo de país a construir. Es una aldea donde se encuentra de todo. Con cimientos sólidos en la amistad, la confraternidad y el respeto dentro de la cancha, aunque también con valores que se mencionan más de lo que se practican. Otro punto para analizar tiene que ver con ese tan instalado «yo no fui; fue el otro». Es posible, y hasta claro, que los episodios de los tweets y el tibio homenaje a Maradona hayan sido objeto de distintos intereses, pero echarle la culpa al afuera es barrer bajo la alfombra. Es necesario hacer una profunda visión hacia adentro.

El rugby argentino debe realizar una profunda visión hacia adentro
El rugby argentino debe realizar una profunda visión hacia adentro Fuente: Archivo – Crédito: Carlos Crusoe

Hace unos días, la periodista y escritora española Rosa Montero contaba en uno de sus maravillosos textos que Albert Einstein decía que había que dedicar un cuarto de hora al día a pensar lo contrario de lo que piensan tus amigos. «Es un consejo formidable: conviene escuchar a quienes piensan distinto. Y luego -remarcaba Montero-, tras ese cuarto de hora, puedes volver, con más argumentos, a tus posiciones. O no. A veces, se aprende». El rugby argentino debe escuchar al afuera y a quienes piensan distinto. No a quienes les vomitan que es el causante de todos los males, sino a quienes tienen una mirada más amplia que puede servir de ayuda. Quitar los alambres.

Después del asesinato de Fernando Báez Sosa hubo una reacción en busca de un cambio. Desde la UAR con el programa Rugby 2030 y desde la URBA con la creación de la comisión de Fortalecimiento Integral y Mejora del Comportamiento (FIMCO). Es partir de ahí, en el cruce de ideas, desde donde se puede crecer. Ambas iniciativas se deben potenciar e integrar; ver qué sirve y qué no de cada una, e ir desde arriba hacia abajo, involucrando a los Pumas y a los distintos seleccionados, en una tarea que en 2021 tendrá una prueba crucial, pues llegará al campo después de un año de reuniones sólo virtuales.

El rugby internacional espera respuestas después de lo sucedido con Matera, Petti y Socino
El rugby internacional espera respuestas después de lo sucedido con Matera, Petti y Socino Crédito: David Gray / AFP

El rugby está ante una encrucijada. Después del perdón tendrá que venir la reparación de Matera, Petti y Socino. De lo contrario, no tendrán sentido las disculpas. La decisión final que tomará la UAR es esperada no sólo por la World Rugby, que sentó posición en el asunto, sino por los clubes franceses en los que juegan el tercera y segunda línea. El tema ha dado vueltas al mundo. En la televisión británica se puso el caso sobre la mesa, y Ugo Moyne, ex wing de la selección de Inglaterra, dijo sentirse indefenso. Y advirtió: «El rugby quiere combatir el racismo, hasta que tiene que combatir al racismo».

El año que comenzará en tres semanas tendrá run run político, además. Las idas y vueltas que dio la UAR alrededor de los jugadores involucrados despertaron nuevas y viejas internas. Habrá cuestionamientos de liderazgo y ofertas de plataformas y candidatos con vistas a 2022, cuando se renueven las autoridades. Cuando lo premiaron en la Universidad de La Plata, Sabella puso de ejemplo a los All Blacks. Destacó su humildad y buscó esta figura utilizada por los neozelandeses: barrer el vestuario. De eso se trata.