Rescatamos una vieja entrevista al Negro de 1989. Su vida en Rosario, sus amigos, el bar El Cairo, su pasión por Central, su relación con Newell’s, su vinculación adolescente con El Gráfico y más, con perlitas propias de su estilo.
Nota publicada el 30 de mayo de 1989 en El Gráfico, bajo el título «Vivo en Rosario sólo por ver a Central».
El Negro Fontanarrosa nunca se quiso ir de Rosario. “No me voy porque los domingos quiero verlo a Central… Además, si me voy de acá, no sé qué voy a dibujar…”
Así, por estas simples razones, el Negro vive desde siempre en Rosario.
En su taller de Alberdi, en el norte de la ciudad, dibuja en remera, pantaloncito corto y zapatillas. El estudio, un confortable chalet con techo a dos aguas, amplios ventanales y un gran jardín con árboles, parece el sitio ideal para que diariamente surjan los chistes del Inodoro, Mendieta y el Aceitoso de Boogie. Adentro, la biblioteca, los posters de Marilyn Monroe, Humphrey Bogart y Woody Allen completan el paisaje.
Finalmente, la foto del gol de palomita de Aldo Pedro Poy a Newell’s en la semifinal del ’71 y la sonrisa de Pancho Rodríguez –aquel wing izquierdo del Central del ’63- saludando desde una de las tantas tapas de El Gráfico convertidas en cuadros, dan al lugar un toque “canallesco”… Afuera, el sol de mayo jugaba al otoño con el verde del barrio
“¡Huy, aquel gol de Menotti…!”
“Ciudad de Fontanarrosa/ Negro con cara de moro/ que ganó fama en el mundo/ dibujando un Inodoro/… dice la letra del Negro Rafael Ielpi; poeta aborigen y amigo personal, en su célebre “Candombe de Rosario”. “No es cierto, porque justamente al Inodoro es al único que no me lo entienden afuera, así que lo puso solamente para que rimara”, se ríe el Negro.
-¿Cómo nace tu pasión por el fútbol?
-Por mis amigos y compañeros de escuela. Yo solamente jugaba en la terraza del edificio, mi viejo era basquetbolista y la primera vez que fui a la cancha me llevó el padre de un amigo a ver Central-Tigre. Mi viejo, el “Berto” Fontanarrosa, era una especie de personaje que jugaba al básquet en Huracán de Rosario. Las únicas dos veces que llevó al cine fuimos a ver películas de los Globetrotters. Siempre quiso que yo jugara al básquet, pero jamás conseguí meter un doble.
-¿Qué significa Rosario Central?
-Central y el fútbol son un nexo muy particular, histórico y afectivo con mis amigos, los cuales, lamentablemente, van cambiando. El otro día estaba en la cancha con unos pibes y les dije: ‘Y fue más o menos desde allí el gol de Menotti a Carrizo…’ Entonces se produjo un silencio, me miraron y dijeron: ‘¿Pero vos lo viste jugar a Menotti?’ , como si estuvieran hablando con un marciano. Y claro, vos no te das cuenta, pero todo va cambiando y, además, a medida que pasa el tiempo, el gol fue cada vez desde más lejos…
-¿Ese fue “el” gol de Central?
-Ese fue uno, pero creo que el gol de Central fue la palomita de Poy a Newell’s, en River, en aquella semifinal sobre la que tengo un cuento titulado “19 se diciembre de 1971”
-Cómo aparece ese berretín del hincha?
-Yo creo que uno se hace hincha de un cuadro en la escuela primaria. Me acuerdo siempre de un clásico que Central ganaba 2-0 y terminó perdiendo 5-3, cuando jugaban el Gitano Juárez y Sacchi. Volví a mi casa, me metí en la cama y al otro día no quería ir a la escuela primaria, perder un clásico era un drama…
El Negro Fontanarrosa. Su historia dice que no quiso terminar el secundario en el Politécnico.
-Era una época terriblemente hostil, con celadores, un régimen carcelario. Además, para qué c… me interesaba aprender música, matemática o dibujo técnico.
-Entonces empezás con tu carrera.
-Yo siempre dibujaba y a mi viejo se le ocurrió que podía laburar en una agencia de publicidad. Entré como pincha a la de Roberto Reyna. Hacía de cadete y a veces pasaba tinta a algún dibujo.
-Hasta que llegó el “Boom”
-Eso fue en el ’68. Entro a la revista “Boom” para hacer las tapas color y luego, como faltaba una página de humor, comienzo con mi verdadera profesión. Después vinieron “Hortensia”, “Satiricón” y “Clarín”, además de “La cebraa lunares” y “Risario”.
-Por qué estas viejas tapas de El Gráfico en tu taller?
-El Gráfico fue muy importante para todos nosotros, desde adolescentes, y para mí en particular porque me gustaba escribir y por el ejemplo de Dante Panzeri y Pepe Peña sobre temas del fútbol y otras cosas. Mi amigo daniel Sampler, un periodista colombiano brillante que ahora vive en Madrid, me dice siempre que en América Latina hay dos revistas de enorme ascendencia: El Gráfico y “Billiken”, y en América toda, dos escuelas de periodismo: El Gráfico y “The New York Times”.
“El fútbol es una energía…”
-…Como la solar o la nuclear. Por eso yo me río cuando dicen que se muere. ¡Andá a conseguir una cancha en Rosario! Es la profesión con mayor nivel de competencia. Agarrá diez pibes: cada uno quiere ser algo distinto, pero nueve quieren ser jugadores. Claro que, con esto de los torneos que empiezan un año, te los cortan en julio y terminan al año siguiente, yo ya no sé ni quién es el campeón. Te hacen ir en invierno un miércoles a las nueve de la noche, y, en pleno febrero un domingo a las cinco de la tarde y, además, tenés dos tablas, promedios y reclasificatorios. Para entender algo tenés que hacer un curso, y sin embargo, el hincha argentino debe ser uno de los más informados, analistas y apasionados del mundo. Fijate lo que hicieron con Argentino de Rosario, que salió subcampeón y lo mandaron al descenso. ¿Cómo no querés que después pase otro Venezuela…?
-¿Qué representa el fútbol en tu vida?
-Soy absolutamente fanático. El fútbol es sagrado, ya sea central, por televisión o para jugarlo. Antes, hasta iba a verlo a Newell’s. Claro, ahora ya no puedo porque me quieren matar pero, si pudiera, seguiría yendo.
-¿Y de qué jugás?
-A mí me salvó la invención del cuarto volante, que, por suerte, nadie sabe muy bien qué es. Entonces, cuando me gritan por qué me quedo arriba, les digo que me estoy mostrando como salida, y cuando me chiflan porque no acompaño, les explico que estoy relevando.
-¿Y qué te dice el técnico?
-El técnico, mi médico, me prohibió seguir jugando con un menisco roto desde los 23 años, que, además, me afectó la cadera. Pero no puedo dejar, el fútbol es lo único que me limpia el bocho, así que voy a seguir hasta que se me rompa todo, total, antes que el médico, me lo van a pedir mis propios compañeros…
“Rosario en una ciudad canalla…”
-Algunos dicen que estamos divididos en dos… ¡Minga estamos divididos en dos! ¡Si son todos nuestros! Fijate, si no, en los chicos como Juan Carlos Baglietto, Fito Páez y Adrián Abonizio. ¡Si hasta el Negro Olmedo era de Central…!
-¿Cómo es Rosario?
-Una ciudad muy compleja: porteña, tanguera y futbolera. Con características muy parecidas a la capital, es una pequeña Buenos Aires y temo que le pase como a Cuernavaca. Rosario es Italia, una ciudad típicamente hecha por y para inmigrantes. Una ciudad donde podés hacer vida de club, de barrio y donde es más fácil encontrarte con la gente. Por eso, si alguien viene de afuera, le presentaría a la gente amiga en lugar de recorrerla.
-¿Y las rosarinas?
-Siempre digo que si tuviera que hacer un poster sobre Rosario, dibujaría una mujer….
-¿Qué es el bar El Cairo?
-El Cairo es una cita tácita, un lugar de encuentro y un recreo con los amigos después de laburar. Un lugar donde nunca se charla de cosas demasiado importantes, donde podés hablar, no dar bolilla o levantarte, ir a otra mesa y volver, y nadie se calienta porque son amigos. Hay una especie de club a partir de una característica involuntaria: la cercanía de las mesas hace que hablés con algunos y con todos a la vez. Así se armó un desafío entre canallas y leprosos, que ganamos 4 a 2. Todo empezó con las cargadas después del lío del clásico y terminó con un picado de hacha y tiza, un asado y una patota de cómo 60 tipos y mujeres que hacían hinchada.
-¿Seguís escribiendo?
-No escribo cotidianamente como dibujo, tengo una menor exigencia.
-Fito Páez, en “Ciudad de pobres corazones”, dice que “en esta p… ciudad/todo se incendia y se va/…” ¿Por qué no te fuiste de Rosario, Negro?
-Porque, afortunadamente, no tuve necesidad de hacer el paso obligado de agarrar una carpeta con dibujos y empezar a recorrer las editoriales, lo cual me hubiera obligado a vivir en Buenos Aires y porque, si no me fui a Buenos Aires, menos me voy a ir a Europa. Lo que dice Fito es cierto y pasa prácticamente en todos los niveles, y, quizá, yo no sea más que la excepción que confirma la regla, aunque, de última, también trabajo para afuera. Y no fui a pesar de que todos mis amigos históricos, con quienes íbamos a la cancha, como el Samper, el Pelado Galimberti, Valdano y Serrat, están en España. A veces pienso que debe ser una especie de confabulación en mi contra, porque todos los tipos que de pibes iban conmigo a verlo a Central, ahora siguen yendo juntos, aunque a verlo al Real Madrid. Claro que, a la vez, debe ser cierto eso de que uno es más fiel a una camiseta que a una mujer, porque ellos siguen siendo canallas. Sí, a nadie se le ocurriría, por ejemplo, decir: ‘esta noche me hago hincha de Chacarita…’ Y a mí, en parte, me pasa lo mismo: no me puedo ir de acá porque los domingos tengo que verlo a Central.
Miguel Pisano.
Fuente: Redacción El Gráfico – Foto: El Gráfico