El rendimiento mostrado ante Godoy Cruz es el reflejo de que las piezas de recambio de Gallardo no son tan confiables como cuando lo hacen los principales protagonistas; el peor partido del semestre y justo antes de Mineiro.
Si la visita de River a Mendoza era una parada incómoda a tan solo cuatro días de jugar contra Atlético Mineiro por los cuartos de final de la Copa Libertadores, los 90 minutos frente a Godoy Cruz se transformaron en un dolor de cabeza por el desarrollo de un pobre partido. Dormido e incómodo, el once inicial alternativo que dispuso Marcelo Gallardo perdió 2-1 y volvió a exponer una realidad: hoy hay una amplia diferencia entre el equipo titular y el equipo suplente. Dos caras de una misma moneda.
Gallardo guardó a sus mejores apellidos para disputar el próximo miércoles el cruce copero y únicamente repitió dos de la caída del miércoles pasado con Boca en la Copa Argentina: Franco Armani y José Paradela. Con un 4-2-3-1 y jugadores que no suelen aparecer juntos, River jugó su peor partido del semestre. Sin coordinación y con bajos niveles individuales, el juego en Mendoza expuso cuánto siente la rotación total y agigantó una mala racha: suma 18 partidos consecutivos sin poder dar vuelta un resultado cuando le convierten el primer gol (la última vez fue en febrero de 2020 frente a Unión por 2-1).
El flojo partido de River ante Godoy Cruz
Desordenado en defensa y desconectado en ataque, no pudo nunca dominar ni imponerse frente a un sólido Godoy Cruz, que pegó rápido, cerró espacios, apostó a abrirse bien ancho, se acomodó y lastimó ante las ventajas que ofreció el equipo millonario. El arquero Franco Armani no estuvo seguro y la dupla central que integraron Jonatan Maidana y Javier Pinola no pudo tener la firmeza que supo darle al equipo tiempo atrás: quedaron expuestos en sucesivas ocasiones por malos posicionamientos y achiques, escasos anticipos y reacciones tardías. Además, Pinola debió ser reemplazado en el entretiempo por David Martínez por un fuerte dolor en el cúbito del brazo derecho –el mismo en el que se fracturó el antebrazo en febrero-.
Los primeros minutos marcaron el ritmo: Godoy Cruz adelantado, con velocidad y atrevimiento para lastimar. Así, antes del primer cuarto de hora, una precisa pelota de Nelson Acevedo cayó entre los centrales y dejó a Martín Ojeda mano a mano con Franco Armani, quien salió con vehemencia y le cometió un claro penal al derribarlo. El propio Ojeda cambió la falta por gol para el 1-0 y el partido comenzó a tomar un tono diferente.
A partir de ese momento, River tuvo más protagonismo, pero sin respuestas colectivas: tuvo pocos pases juntados, escasos desmarques y una marcada falta de ingenio para romper líneas con un pase o una gambeta. Potenciadas las falencias por un campo de juego con problemas, la pelota parada o los remates de media distancia fueron las únicas cartas de peligro para el Millonario. Hasta que Julián Álvarez lo despertó.
Ante la ausencia de respuestas colectivas, el joven delantero de 21 años inventó una jugada espectacular a los cinco minutos de la segunda parte: cuando no encontraba un pase para descargar cerca de la medialuna del área rival, comenzó a eludir rivales y enganchar hasta encontrar el hueco para rematar de zurda. Un golazo para hacer reaccionar a sus compañeros y llegar a 17 festejos en 76 partidos oficiales.
Con el empate, River comenzó a potenciarse en ataque y tuvo 15 minutos en los que parecía llevarse puesto a su rival con intensidad y velocidad. Llegó con peligro en continuado y no estuvo fino para adelantarse en el marcador. Pero, instantes después de que Gallardo apostara por Fabrizio Angileri, Enzo Pérez y Jorge Carrascal en lugar de Alex Vigo, Enzo Fernández y Agustín Palavecino, cayó una nueva daga al área millonaria: un gran pase de Sebastián Lomónaco volvió a caer detrás de un desorientado Maidana y nuevamente Ojeda venció a Armani con un fuerte derechazo para el 2-1.
Con más corazón que cabeza, el Millonario buscó el empate en los 25 minutos finales para llevarse al menos un punto de su visita a Mendoza y no perder terreno en la Liga Profesional. Pero el resultado no se movió, al punto tal que Godoy Cruz estuvo cerca de marcar el tercero. Y ahora, el presente le impone una necesidad: reaccionar y hacer el famoso clic mental porque la Copa Libertadores está al acecho.