El Rojo, con Claudio Graf como DT interino tras la renuncia de Eduardo Domínguez, igualó sin goles en Avellaneda.
Gritos adversos en las tribunas y ni una gota de fútbol sobre el césped. Catorce palabras alcanzarían para resumir lo que ofreció el paupérrimo 0 a 0 entre Independiente y Rosario Central, 90 minutos olvidables, tan tristes como el gélido ambiente de la tarde.
Una tarde demasiado gris, una garúa muy fina, un viento helado que agita las banderas y dispersa las ideas. Un equipo que siembra malas sensaciones y cosecha decepciones, un técnico que renunció, otro provisional y sin experiencia que debuta en Primera (Claudio Graf) y ninguno en el horizonte como síntoma de una situación institucional insoportable e insostenible. El invierno climático y la calentura que genera la bronca se conjugan para crear el peor de los climas en Independiente, un club para el cual cada partido se ha convertido en un trámite engorroso y difícil de digerir.
“¡Che Moyano // la c… // a ver si te das cuenta // que no te quiere nadie!”, brama el estadio Bochini al cuarto de hora, una vez que las tribunas cabeceras se completaron con la gente que participó de una protesta semejante en los alrededores, y un rato después de que el equipo fuera recibido entre silbidos, sin cantos de aliento, sin que la memoria haya podido olvidar las caídas consecutivas ante Patronato, Platense y sobre todo la más dolorosa, el clásico frente a Racing que significó la despedida para Eduardo Domínguez.
No debe ser sencillo vestir hoy la histórica casaca roja del Rey de Copas, pero también es cierto que quienes la llevan tampoco suman demasiados méritos para mejorar la imagen. Esta vez lo hicieron durante apenas quince minutos, un breve ratito de juego aceptable, dominio y buena circulación de pelota por derecha a partir de la producción de la dupla Tomás Pozzo-Alex Vigo, con un remate apenas desviado de Lucas Romero y otro con poco ángulo de Pozzo que Gaspar Servio desvió al córner como finales fallidos.
Ahí se agotaría el libreto del local. Poco a poco, Central fue quitándose la timidez inicial. Se hicieron fuertes Mateo Tanlongo en la recuperación y Facundo Buonanotte en la siguiente puntada y el campo se fue inclinando hacia Sebastián Sosa, que se lució con un par de buenos achiques ante Jhonatan Candia y Gino Infantino.
Lo más rescatable del partido
Suficiente, no hubo nada más, ni de un lado ni del otro. Buscar noticias futbolísticas en el segundo tiempo fue más difícil que entibiar el cuerpo. El debut de Santiago Hidalgo (santiagueño, 17 años, goleador en las inferiores) fue quizás la única en medio de un insufrible recital de choques, faltas, lesiones y tarjetas amarillas. La pobreza general le impidió cualquier tipo de lucimiento pero al menos pudo mostrar algunos movimientos interesantes.
Afuera, en las tribunas tampoco hubo novedades. Siguió fuerte el viento y gris oscuro el cielo. Continuaron calientes los cantos entre el “Que se vayan todos”, alentando un cambio de timón que no tiene fecha fija; y los silbidos hacia un equipo que espera un técnico que lo dote de una fisonomía reconocible. Toda una síntesis de este Independiente abrumado por la desesperación y la tristeza.