El Pincha se impuso por 3-1 por los tantos del Loco Díaz, Rollheiser y Piatti; Tapia marcó el empate parcial, con un golazo de tiro libre; el local venía de ser eliminado de la Copa Argentina.
Estudiantes estaba urgido como nunca en el ciclo de Ricardo Zielinski. Venía mal en todo sentido. Sin resultados y con un nivel preocupante. Precisaba un triunfo y lo consiguió. Sin brillar, aunque con su mejor desempeño en lo que va de esta Liga Profesional de Fútbol, superó por 3-1 a Barracas Central con goles de Leandro Díaz, Benjamín Rollheiser y Pablo Piatti; Iván Tapia llegó a descontar.
El Pincha sacó ventaja pronto, a los diez minutos, gracias a cuatro intervenciones precisas: Fernando Zuqui cambió de frente, Manuel Castro bajó de cabeza la pelota, Leonardo Godoy la mandó al corazón del área y el Loco Díaz la empujó. Muy buena jugada colectiva y 1-0.
Compacto de Estudiantes 3 vs. Barracas Central 1
Pero el platense ya no es aquel equipo confiable que manejaba los partidos a su gusto. Perdió consistencia. Después de un gran comienzo, con un tanto y dos tiros en los palos, se estancó, y Barracas lo aprovechó. A los 20 minutos, en su primer ataque, el visitante puso el 1-1: notable tiro libre de Tapia, que se metió junto al palo que cubría Mariano Andújar.
Tras el empate, el juego disminuyó la intensidad. Se acható. En ese tramo el local no halló los caminos para inquietar al arquero Maximiliano Gagliardo y el conjunto diseñado por Alfredo Berti priorizó el orden. Transcurrieron 25 minutos sin emociones, en los que el anfitrión no supo transformar posesión en ocasiones de riesgo.
En una de las últimas chances del primer tiempo, sin embargo, Estudiantes estuvo a punto de volver a convertir. Tras un centro incisivo de Castro, Díaz cabeceó solo y Gagliardo le ahogó el festejo con una atajada enorme.
El comienzo de la segunda mitad resultó muy similar al del partido. El Pincha lastimó de entrada, a los siete minutos, por una excelente maniobra de Rollheiser: el ex futbolista de River encaró de derecha a izquierda y definió abajo, a colocar, para el 2-1. Pero tras ese lindo gol y un tiro libre del propio Rollheiser al travesaño, el León se descuidó y casi le costó una nueva igualdad. Andújar, bien ubicado, se quedó con una pelota complicada.
Después de ese susto Estudiantes se despertó definitivamente. Ajustó marcas, clausuró espacios y minimizó a Barracas hasta dejarlo sin posibilidad de reacción. Ese crecimiento derivó en el 3-1: pase del Loco Díaz y definición precisa de Piatti, tras una grosera falla defensiva. El tercer tanto fue una consecuencia de la evolución del cuadro pincharrata, y para su húesped representó el golpe de gracia.
Para el ganador el resultado implica un desahogo. Un respiro. Porque a pesar de estar en los cuartos de final de la Copa Libertadores, Estudiantes no lograba resultados en el plano local: hace una semana quedó fuera de la Copa Argentina y en la Liga Profesional acumulaba cinco fechas sin triunfos. La victoria sobre Barracas, entonces, fue un éxito aliviador. Casi impostergable.
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