LA PLATA – Se atacaron mucho. Se atacaron bien. Sin embargo, fallaron en la definición y chocaron con dos arqueros que por momentos parecieron murallas. El 1-1 entre Gimnasia y Defensa y Justicia pudo haber sido un 3-3 o incluso un 4-4. No se trata de una exageración. Hubo llegadas para todos los gustos y apenas dos goles: abrió la cuenta Johan Carbonero para el Lobo y lo empató Eugenio Isnaldo, del Halcón; ambos tantos en el segundo capítulo.

Los dos se quedaron con un sentimiento amargo en el paladar. Buscaron la victoria de principio a fin y no pudieron. Por poco, pero no pudieron. Hoy, los une la bronca.

Un 0-0 siempre hace sospechar que las defensas ganaron las batallas contra los atacantes. Esa teoría, un prejuicio basado en el dato, a veces resulta una falacia. Un ejemplo de esta situación fue el primer tiempo que jugaron Gimnasia y Defensa en el Bosque platense. A pesar de que las últimas líneas fueron ampliamente superadas por las ofensivas adversarias, el marcador quedó en blanco por una debilidad común a los dos equipos: la definición.

El conjunto de Varela buscó con su pareja de delanteros (Braian Romero y Walter Bou) y también los remates de media distancia, como los de Isnaldo y Enzo Fernández (ambos, apenas desviados). ¿Por qué no convirtió el Halcón en la etapa inicial? Por la falta de justeza de sus futbolistas en los metros finales y por el arquero Rodrigo Rey, quien tapó un mano a mano.

Del otro lado, el elenco de La Plata -con otras cartas- también buscó herir a su adversario. La jerarquía de Lucas Barrios, la picardía de Carbonero y los centros desde la franja izquierda fueron una verdadera complicación para Defensa y Justicia. ¿Por qué no marcó goles el Lobo en la primera parte? La respuesta se repite: por la escasez de precisión de sus jugadores en zona ofensiva y por el portero Luis Unsain, que imitó a Rey y atajó un mano a mano.

En el complemento una tendencia se mantuvo y la otra se derrumbó. Los ataques conservaron sus buenos rendimientos, aunque corrigieron un factor crucial: la eficacia.

Gimnasia golpeó al comienzo, con una notable pared entre Brahian Alemán y Carbonero. Tras un pase del colombiano, el volante creativo asistió en profundidad y el atacante definió entre las piernas del arquero. Tras el quiebre en el resultado, volvieron a aparecer en escena los porteros. Primero se lució Unsain, después brilló Rey. Una atajada para sostener en partido a Defensa, la otra para aguantar el triunfo parcial de Gimnasia. Las dos fenomenales.

Luego de esas dos notables maniobras defensivas, llegó la igualdad. El Halcón hacía méritos por sus asociaciones y su movilidad, pero el empate se dio de una manera fortuita: remate de Isnaldo, rebote en Harrinson Mancilla y 1-1. Era, sin dudas, un acto de justicia.

¿Ahí se acabaron las emociones? No, en absoluto. Ninguno se conformó. Querían la victoria y se notó. Fue el Lobo, convirtió y se lo anularon por offside. Fue el Halcón, convirtió y se lo anularon por offside. En ambas situaciones acertaron los asistentes. Que quede claro también que los dos buscaron los tres puntos. Incluso Defensa, cuando se quedó con diez hombres por la expulsión de Fernando Meza, siguió con esa voracidad que lo caracteriza desde hace tiempo.

Podría haber ganado cualquiera, es cierto. Lo más justo, sin embargo, era un empate. Y así fue. Ambos equipos se retiraron de la cancha disgustados con el resultado, pero con una certeza: los dos saben a lo que juegan y tienen material como para hacer una buena campaña. El 1-1 dejó bronca, sí, aunque mucha tranquilidad.