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El sueño de Pichot, en su peor momento

Lo más fácil por estas horas es atacar a Agustín Pichot. Y, como nunca falta, hay grupos tradicionalistas de URBA que sonríen por la desgracia.

La cadena de derrotas del máximo referente del rugby argentino parece no tener fin. Primero fue la Nations League. La World Rugby hasta anunció oficialmente el modo de disputa del certamen con un video. Pero por detrás, el Seis Naciones renegociaba condiciones un grupo económico más poderoso y destruyó la idea de expansión que buscaba el argentino.

Más tarde fue la elección presidencial por el máximo cargo mundial, en la que perdió con Bill Beaumont. La contienda se presentó como dos proyectos enfrentados. Uno, el inglés, apuntaba presumiblemente a la continuidad del sistema. El otro, el de Pichot, planeaba una revolución con la inclusión de las pequeñas naciones en el gran concierto. Los poderosos no están dispuestos a compartir nada por ahora.

Crédito: Villarpress

Nueva Zelanda y Australia -como tantos otros-, lo acompañaron. Apostaron por el caballo perdedor. Hoy, aunque no necesariamente debe vincularse con el nuevo rumbo (o sí), las dos naciones más poderosas del rugby de Oceanía trabajan para terminar con el Super Rugby tal como se lo conoce. La idea es un nuevo torneo en el que están dispuestos a incorporar a un equipo de Tonga, uno de Fiji y uno de Samoa. Tal vez alguno de Japón.

Un extenso estudio sobre cómo sus jugadores se ven afectados por la cantidad de horas de viaje a Sudáfrica y la Argentina apuntala la separación.

No hay que olvidarse de la pandemia. El coronavirus infectó también al Super Rugby. La falta de competencia desequilibró las finanzas de las franquicias y de las empresas que pagaron por los derechos de televisión. Sin partidos no hay cumplimiento del contrato. No es culpa de nadie, está claro. Pero algunos eligieron aprovecharse de eso.

Crédito: AFP

¿Qué le quedaría a los Jaguares? Un torneo en Sudáfrica, con la idea de sumar a los Estados Unidos. Pero el protocolo de viajes internacionales cambió por completo. Eso significaría trasladar a un plantel de 40 jugadores a jugar durante al menos cuatro meses en Sudáfrica. Demasiado costoso. Deberían pedirles más dinero a sus sponsors cuando ellos, justamente, les avisan a la UAR que por la crisis deben pagar menos. La proyección suena inviable.

El permiso a los jugadores de Jaguares para que negocien contratos con otros equipos (mayormente del hemisferio norte), parece ser el principio del fin.

Las finanzas de UAR deberían reestructurarse por completo. Esto podría afectar a los planes de alto rendimiento por todo el país y el desarrollo que permite una transición más sencilla del rugby juvenil al profesionalismo. Justo cuando el proyecto parecía tomar su impulso mayor, con la Casa Jaguares, la crisis sanitaria mundial dejó todo patas arriba.

Hace menos de un año, cuando la franquicia llegó a la final del máximo torneo de equipos con Crusaders, en Christchurch, Pichot decía que la clave estuvo en confiar en el sistema. Porque en ese preciso momento, nadie dudó de que, aunque el recorrido fue difícil y todavía quedaba mucho por hacer, se estaba ante un notable éxito.

Fuente: Juan Manuel Trenado – LA NACION DEPORTES / JR – www.actualidaddeportiva.com.ar – Fotos: LA NACION – Crédito: Rodrigo Néspolo – Crédito: Villarpress – AFP – LA NACION DEPORTES