El rugby y la literatura han dormido en camas separadas. A diferencia de otros deportes como el fútbol, el boxeo, el básquetbol o el tenis, el rugby no tiene una biblioteca generosa de novelas, cuentos o poesías. Quizá le juegue en contra que sólo en pocos países sea una disciplina popular y que no disfrute de un alcance global. Por eso, cada vez que alguien los junta, es bienvenido. Especialmente si es con la calidad que le aporta Ricardo «Tacho» de Vedia, quien a su escritura pulida y ágil le agrega su pasado de tercera línea con 20 temporadas y 10 títulos en la Primera del San Isidro Club, más presencias en los Pumas y en Sudamérica XV. Entonces, sus narraciones, que en estos tiempos de pandemia las distribuye día por medio en las redes sociales, sobre todo en Facebook, son un paseo por experiencias que tienen un fuerte ancla en el rugby, pero que deambulan por la amistad, las mujeres, la política, la religión y las costumbres. Como en sus épocas de jugador, «Tacho» juega y tacklea. Al límite.
«Mi vínculo con los libros viene desde la infancia. Mi abuelo Agustín escribió libros fundamentales de derecho constitucional que leí cuando estudié Derecho en la UBA. Y mi padre, Enrique, fue un intelectual, político de la Democracia Cristiana y funcionario en el gobierno de Raúl Alfonsín. Así que en mi casa -somos 10 hermanos- abundaban los libros. Hace unos 10 años me lancé a escribir después de anotarme en los talleres literarios de Santiago Llach», cuenta De Vedia, en una charla con la nacion. De esa cosecha ya hay un libro: «La sangre es toda mía», editado en 2017.
Tacho, que fue capitán del SIC y Olimpia de Plata, lleva al lector a una excursión que en la misma historia cruza los tapones de los botines -los que en el SIC fabricaron especialmente para el scrum, en la década de 1970- con un dialogo de introspección con uno de sus hijos. De Vedia se analiza, se muestra crudamente. Y también lo hace con el rugby. Homenajea a amigos Pumas (Daniel Baetti, Jorge Allen, Eliseo Branca), va y viene todo el tiempo con el SIC, y pinta a sus hijos, sus parejas y las vivencias y las enseñanzas.
Hace semanas escribió sobre cómo con el tiempo, y ya de entrenador y a través de una observación de su hijo Tomás, pudo modificar aquel fundamentalismo impuesto de la época del «Veco» Villegas de que «previo al mejoramiento está el reconocimiento del error». El límite con no disfrutar. Después de publicarlo recibió el agradecimiento de muchos coach de juveniles, porque, como a él, les ayudó a abrir los ojos.
El español Javier Cercas, los estadounidenses Charles Bukowski y Ernest Hemingway y el argentino Pedro Mairal están entre sus escritores preferidos. De Vedia participó de mundiales de escritura que le dieron una gimnasia que le sirvió para escribir más de 200 cuentos. Un nuevo libro los está esperando. Escribe en una libreta a mano alzada y luego los vuelca en la computadora. Y su lugar de inspiración, como muchos escritores célebres, son los bares.
Acaba de incursionar en el formato de podcast con un programa llamado «A favor de las utopías» (en Spotify) y también se dedica a la actuación. «Siempre fui un buen narrador y un buen imitador», señala sobre su otra pasión: el teatro. Tiene un papel principal en la obra «Dinosaurios», que se exhibió en El Teatro de Victoria hasta la pandemia. «El arte y el rugby se parecen en que ambos te dan una oportunidad», sostiene.
En el podcast lee su cuento «Los muertos se cuentan vivos», en el que va desde una marcha por Perón a un try de Arturo Rodríguez Jurado en un clásico con el CASI, en 1975. De Vedia escribe del rugby desde adentro y como un outsider. Cuando le preguntan si sus historias son ciertas, se ríe y responde con una frase de Cercas: «Lo primero que debes hacer es desconfiar del narrador».
Fuente: Jorge Búsico – LA NACION DE^PRTES – Foto: LA NACION