Mariano Carnicer maneja la seguridad de artistas como Paul McCartney, Bono, Jagger, Luis Miguel, pero estar al lado de Maradona fue llegar a lo máximo. Su amistad con Sabina y su negativa a escribir un libro sobre Diego.
“Maradona podría haber hecho un millón de cosas más de las que hizo. Y la verdad es que en el último tiempo no lo cuidaron”.
Diego Maradona le cambió la vida a mucha gente. Mariano Carnicer no fue la excepción. Cuando de chico caminaba por las calles de Pompeya, no imaginó que cruzarse con Diego le abriría las puertas de un mundo que para la mayoría es inalcanzable. El Rengo, como le dicen sus amigos, durante mucho tiempo fue el guardaespaldas de la persona más conocida del planeta. Es el grandote en el que Diego se apoyó para caminar en cada uno de los homenajes que le hicieron en las distintas canchas del fútbol argentino. Es, también, quien lo acompañó en su estadía en Cuba. Ser el responsable de la seguridad del más grande de todos los tiempos le permitió trabajar con otros artistas.
“Empecé a trabajar en discotecas. Era muy joven. Después nos vinieron a buscar del Hotel Hyatt porque allí se alojaban los artistas que venían del exterior. El primer trabajo fue con Michael Jackson y como quedaron conformes nos contrataron para otras figuras. Estuvimos mucho tiempo con Luis Miguel y después nos llamaron de una productora que traía a artistas muy importantes como los Rolling Stones, U2, Arjona, Sabina, Justin Bieber, etc. Pero a Maradona lo conocí en Buenos Aires News, que era una discoteca muy importante de los 90 en donde yo era el jefe de la seguridad. Diego era mi ídolo, después fue mi jefe y por último se transformó en mi amigo”, recuerda Mariano.
-¿Maradona fue el personaje más importante con el que trabajaste?
Sí, sin duda. También estuve con Paul McCartney y la última vez que vinieron los Stones, con mi socio nos encargamos sólo de Mick Jagger. Pero Maradona fue lo máximo. Decime otro personaje como él en el mundo. Estuve con grandes figuras, pero nunca con el nivel de popularidad de Diego.
En el ambiente de la seguridad Mariano Carnicer se hizo muy conocido y respetado. Eso le permitió crear su propia empresa. Y su trabajo con Maradona le abrió las puertas de todos lados.
-¿Y cómo es la relación con estas figuras?
-Es un trabajo bastante complejo porque nosotros estamos 24 horas con ellos, entonces invadís un poco su privacidad. Hay que cuidarlos y respetar sus tiempos, sus humores, tratar de no incomodarlos. Por ejemplo, con Sabina hace 19 años que estoy. Ya es un amigo. Cada vez que viene, me llama. Conozco a la persona, sus gustos. Estuvo invitado a mi casamiento y nos iba a cantar, pero por la pandemia no pudo venir.
-¿Y cómo es ser seguridad de un amigo?
-Cuando trabajo, soy otro. Con Diego, cuando estábamos solos, era su amigo. Pero cuando salíamos cambiaba mi personalidad. Ahí soy muy profesional.
-¿Qué no le gustaba a Maradona?
-A Diego no le gustaban algunas palabras. Nunca le tenías que decir “cuídate”. Te insultaba. Te decía, “Cuídate vos…”. Tampoco le gustaba que lo abrazaran. Él mismo te sacaba la mano. Sabina no usa teléfono, usa el de su mujer. No le gusta hablar por teléfono. No le gusta que lo filmen. No te lo decía, pero te lo hacía notar. Uno tiene que estar despierto, atento. Cuando vamos en un auto, yo no permito que el artista se siente adelante, pero a Sabina no le gusta ir atrás. Y en algunos lugares le tuve que decir: “Jefe, vaya atrás” y él me hizo caso.
-¿Y Diego te hacía caso?
-No, Diego muchas veces hacía lo que quería, jajaja.
-¿Era difícil decirle que no a Diego?
-Sí, claro. Diego te decía: “Che, qué buena polera tenés”. Te lo decía una vez y automáticamente se la tenías que regalar. Después venía con diez poleras de distinto color y te las daba él a vos. Eran sus caprichos. Pero al mismo tiempo era muy generoso.
-¿Tuviste peleas con Maradona durante el trabajo?
-Hemos tenido algunas. A veces él no entendía que había mucha gente y yo lo tenía que cuidar. En algunas me escuchaba y en otras le gustaba el quilombo. La verdad es que me hacía laburar. Lo que pasa que a todos lados donde íbamos se armaba una revolución. Una vez,en Panamá, fuimos a ver a Carlos Vives. Entramos diez minutos más tarde y toda la gente se empezó a dar vuelta. Se paró el recital, pero Diego, que era un crack, subió al escenario y empezó hacer jueguito con una pelota y le devolvió el protagonismo a Vives. Igual a Diego le encantaba verme trabajar, pero me cuidaba, no permitía que me peleara. Antes se peleaba él. Iba para adelante como un burro. Si yo estaba discutiendo por su seguridad con alguien, enseguida se metía él.
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-¿Podés destacar algún gesto que hable de la generosidad de Maradona?
-Yo estuve tres meses parado por una operación en la rodilla. Estaba haciendo la recuperación en la casa de mi abuela. Yo soy de Pompeya, un barrio humilde. Y Diego cayó de sorpresa, estuvo conmigo toda la tarde. En ese momento yo no estaba bien económicamente porque no podía trabajar. Cuando se fue le dejó a mi papá plata para mí y no hubo forma de convencerlo que se la llevara. Así era Diego, pero esto era recíproco.
-¿Con Serrat también tuviste relación a través de Sabina?
-Yo con Serrat nunca había hablado. Una vez le preguntó a Joaquín por qué tenía seguridad y él le respondió “porque Mariano es mi compañero”. Y cuando terminó una gira de los dos, Serrat me vino a hablar y me dijo: “Cada vez que venga a la Argentina, yo quiero que estés vos o que me vengas a ver”. Y lo fui a ver con mi hija al teatro y después nos fuimos a cenar. Ésas son caricias de la vida.
-¿No te parece increíble que Diego haya muerto?
-Yo soy un agradecido a Diego. El 80 % de mi carrera se lo debo a él. Me hice conocido en este rubro por él. Lamento que se haya muerto tan joven. Diego podría haber hecho un millón de cosas más de las que hizo. Y la verdad es que en el último tiempo no lo cuidaron. El día que lo llevé del brazo en la Bombonera jamás lo voy a olvidar. A mí nunca se me hubiera ocurrido agarrarlo así porque te mataba. Yo tenía una idea diferente para recuperarlo. A él le encantaba el golf y dejó de jugarlo.
-Vos estuviste un tiempo sin verlo, ¿Cómo fue el reencuentro?
-Me lo encontré en la cancha de Huracán y ese día, cuando me vio, le cambió la cara. Me abrazó y me dijo «necesito que me des una mano». Después de eso vino el jefe de prensa de Gimnasia y me preguntó: “Perdoná, ¿quién sos? En todo este tiempo nunca vi a Diego abrazar a alguien con tanto cariño”. Le respondí que era una historia larga y que Maradona sabía cuánto lo quería. Y a partir de ahí empecé de vuelta con él, pero le aclaré: “Diego, yo hablo y arreglo con vos, con nadie más”.
Yo no necesitaba a Maradona para vivir, lo que hacía era por cariño. Entonces las cosas las quería hacer a mi manera y cuando me quiso pagar no acepté. Cuando murió Diego, me enteré por mi hija y estuve mal. Fue un dolor muy grande, sobre todo por la forma en que ocurrió.
-¿Te quedó bronca con alguien?
-Sí, porque no lo cuidaron. No me involucré en ese momento porque no me correspondía. Mi trabajo me hace tener un perfil bajo. Yo hablo con pocos. Cuando lo operaron a Diego, fui al hospital y escuché cuatro o cinco comentarios que no me gustaron, y como no estaba muy de acuerdo me fui. Ya estoy grande y no le debo nada a nadie. Lo que sí lamento es que no haya perdurado en el tiempo para poder ayudarlo en su recuperación. Para mí fue una pérdida muy grande, lo quería como amigo. Me hubiera gustado decirle algunas cosas que no pude. Pero en la cancha de Independiente tuve la chance de que me agarrara la cara y me dijera que me quería mucho y que sabía todo lo que había hecho por él. Él se merecía vivir mucho más.
-Debés tener historias con Diego como para escribir un libro.
-Te voy a contar una anécdota. Joaquín Sabina conoce mi historia con Diego y hace algunos años me dijo: “Te hago una propuesta, quiero que vengas un mes a mi casa de Cádiz para que me cuentes tu historia con Maradona, la escribo, la leemos, si hay que sacar algunas cosas lo decidís vos y nos repartimos las ganancias del libro 50 y 50”. Mi respuesta fue la siguiente, “Jefe, ¿le gustaría que yo relate en un libro lo que vivo con usted día a día?» Me miró y me dijo que no. Esas cosas van a morir conmigo. Un libro no correspondía y Joaquín lo entendió.
-¿En el final queres decir algo más?
-Sí, que Diego como jugador fue extraordinario, pero como persona fue mucho mejor todavía.
Fuente: Germán Bellizzi – TyC Sports – Foto: TyC Sports