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El día después. Cómo impacta el retiro en los rugbiers

l ex futbolista francés Michel Platini escribió: “Morí el 17 de mayo de 1987, a la edad de 32 años, día en que me retiré del fútbol”. Así comienza su autobiografía “Mi vida como un partido” y la frase, dramática, está reproducida en el maravilloso libro “Dios es redondo”, del mexicano Juan Villoro, quien, genial, le agrega: “Sólo los recuerdos otorgan un más allá al futbolista jubilado, lo inscriben en la leyenda o dejan de pasarle la pelota”. El día después del deportista profesional es un tema conocido y abordado, pero no tanto en el rugby, quizá porque recién atravesó el umbral de los 25 años de profesionalismo o porque no maneja las cifras extraordinarias de otros deportes.

En la Argentina, donde el 95 por ciento de la actividad es amateur, se planteó recientemente el caso de Javier Ortega Desio, a quien, de un día para el otro, la UAR le rescindió su contrato, con la temporada ya lanzada y sin la posibilidad de buscar un equipo en otro país. Aquí, el análisis debe ir más allá de la simple explicación de que así es el profesionalismo, porque, entre otras cosas, es muy probable que se empiecen a observar situaciones parecidas –no en los modos, sino en el desenlace– a la que está viviendo el forward que venía de ser titular en 2019 en los Pumas y en los Jaguares.

Con Jaguares, Ortega Desio (junto con Lavanini, que saluda) llegó a la final del Súper Rugby
Con Jaguares, Ortega Desio (junto con Lavanini, que saluda) llegó a la final del Súper RugbyAFP

“Es duro, porque un día te das cuenta de que ya no tenés esa rutina que llevaste tantos años y, entonces, te encontrás vacío, desorientado. Si no estás bien preparado, es muy fácil entrar en una depresión”, cuenta Marcelo Bosch, quien se retiró como jugador profesional en 2019 y regresó a la Argentina en agosto del año pasado, tras vivir 14 años en Europa, donde actúo para Biarritz (Francia) y Saracens (Inglaterra).

“Ya venía pensando que era mi hora. Tenía 34 años y jugando en un puesto muy difícil como el de centro, y me retiré como quise: jugando y con público, por lo cual soy un afortunado. Pero aún así todavía extraño, no sólo la adrenalina de jugar y en estadios ante miles de personas, sino de la estructura que tenía como rugbier profesional”, completa Chelo, quien ya en la Argentina comenzó a estudiar periodismo, al tiempo que proyecta escribir un libro que contenga sus experiencias, incluyendo el tema del retiro.

El rugby profesional de alto nivel ha crecido notablemente en los últimos años y, con ello, el dinero que mueve, pero todavía está muy lejos de las cifras que se manejan en el fútbol europeo, el tenis, el golf o el básquetbol de la NBA. Un grupo de no más de 50 jugadores, sobre todo los que representan al seleccionado inglés, pueden aspirar a vivir lo que les queda con el dinero que han sumado jugando al rugby. Después vienen los que quedan vinculados al deporte como entrenadores o directores de clubes y seleccionados, mientras que otros, los menos, representan a distintas marcas comerciales o son comentaristas en la televisión. El resto, la gran mayoría, debe rearmarse.

Los All Blacks cuentan con un área, Desarrollo Humano, que trabaja en la reconversión del jugador para que pueda afrontar el día después de su retiro
Los All Blacks cuentan con un área, Desarrollo Humano, que trabaja en la reconversión del jugador para que pueda afrontar el día después de su retiroAP

En Nueva Zelanda existe en los All Blacks un área llamada Desarrollo Humano, que entre otros aspectos trabaja en la reconversión del jugador para que tenga herramientas una vez que concluya su carrera. En Inglaterra, las Academias de los clubes profesionales exigen que cada chico estudie hasta los 23 años alguna carrera o curso. También posee una fuerte injerencia la Rugby Player’s Association (RPA), que funciona como un sindicato que brinda todo tipo de apoyo a sus asociados. En Francia, los rugbiers profesionales se pueden acoger al seguro nacional por desempleo, que tiene una validez de dos años.

En la Argentina este mundo es nuevo. Si bien hubo jugadores que empezaron a ser profesionales a fines de los 90, lo eran en clubes del extranjero. Aquí, el rentado a ese nivel arrancó en 2016 con el Súper Rugby y terminó en 2020 con el fin de ese torneo. El de Ortega Desio, quien volvió al SIC, es un caso testigo.

Fuente:Jorge Búsico Jorge Búsico PARA LA NACION – Fotos: AFP – AP – LA NACION