En Wembley, tras igualar 1-1 y no sacarse ventajas en el alargue, apareció el arquero Donnarumma para desviar los remates de Saka y Sancho; la “Azzurra” llegó a 34 partidos invictos en la era Mancini y conquistó el trofeo que no conseguía desde 1968.
Italia venció a Inglaterra 3-2 en los penales y es el nuevo campeón de la Eurocopa. El partido se jugó en Wembley ante 67.173 espectadores y tuvo muchas emociones, aunque menos goles de los esperados. El desarrollo se dio con una alta velocidad y con mucha intensidad. Los 90 minutos finalizaron empatados 1-1, por los goles de Luke Saw y Leonardo Bonucci y en el alargue tampoco se sacaron ventaja. La resolución se dio en los penales, con las anotaciones de Berardi, Bonucci y Bernardeschi. Eso le alcanzó a la Azzurra, más allá de que Pickford desvió los envíos de Belotti y Jorginho. Por el local anotaron Kane y Maguire, pero allí también apareció el arquero Donnarumma para atajar los disparos de Saka y Sancho; y Rashford lo erró. Italia no solamente hace historia con esta consagración, sino que además extendió su invicto de partidos a 34.
De entrada, los dos salieron a presionarse alto. Y los dirigidos por Roberto Mancini ganaron un córner justamente por esa vía; un mal pase hacia atrás de Maguire hacia su propio arquero Pickford. Pero de ese tiro de esquina llegó un contrataque letal en el que participó Kane como hacedor de juego (siempre Kane), y la fórmula del gol se fabricó de un carrilero al otro, con un centro de Trippier pasado al segundo palo para el zurdazo a quemarropa de Luke Shaw. Ese 1-0, a los dos minutos, terminó de sacudir la final. Había 8 futbolistas de Italia defendiendo dentro del área, pero la sociedad Trippier-Shaw rompió el cerrojo.
Lo mejor del partido
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El esquema táctico 3-4-3 de la Inglaterra de Southgate parecía sorprender al 4-3-3 de Mancini. Sobre todo por el sector derecho. El carrilero Kieran Trippier llega a atacar casi sin oposición al lateral izquierdo Emerson. Ninguno de los tres mediocampistas de Italia lograba bloquearlo antes. Sterling se encargaba de arrastrar a Emerson para el centro y ahí aparecía en soledad Trippier. Kane, como es su característica, jugó de 9 y también de 10: se retrasaba para ser peligroso con sus pases en profundidad.
La pulseada fue más que interesante. Pero los movimientos de los ingleses, partiendo de contraataque desde su propio campo, eran más veloces y precisos. Tenían más claro el plan para avanzar y ganar metros. Uno de los puntos más fuertes de Italia, su medio campo compuesto por Jorginho (como eje), Marco Verratti y Nicoló Barrella, parecía aturdido.
A los 27 minutos, un remate desde muy lejos de Lorenzo Insigne resultó la foto de la impotencia. Italia batalló y trata de avanzar para generar peligro, tenía la voluntad para atacar pero le faltaba claridad en los metros finales. A favor de Inglaterra: salvo esa desatención inicial de Maguire, cada pase hacia atrás en los que podía ser presionado por el bloque de Italia, fue bien resuelto desde la toma de decisiones y las ejecuciones locales.
De repente, a los 34 minutos, y en una gran acción individual de Federico Chiesa sacándose de encima a Rice con una gambeta, finalizó con la chance más clara del primer tiempo para Italia: su zurdazo se fue apenas desviado del palo izquierdo de Pickford. Sin juego elaborado y con las sociedades ofensivas bloqueadas, la rebeldía de Chiesa buscó despertarlo a Italia.
Inglaterra no llegó mucho más en la primera etapa, pero sus intentos de progresiones eran más firmes. Defensivamente también se movía más rápido el equipo de Southgate: porque buscó presionar alto a Italia, pero si en ese intento fallaban, enseguida se reagrupaban en el bloque bajo de su área y lograban defender en superioridad numérica 7 vs. 3.
Una acción individual de Chiesa, un tiro libre de Insigne, un remate mordido de Verratti y un intento desesperado de Bonucci, señales de que el partido no se jugaba como quería Italia. Sin embargo, mantuvo sus convicciones.
El segundo tiempo arrancó sin modificaciones de los entrenadores y Barrella vio la amarilla por una falta desde atrás a Kane. Y antes del tercer minuto pidieron penal por un agarrón de Bonucci a Sterling que no generó ni dudas en el árbitro Kuipers ni en el VAR. “¡Siga!”, fue el gesto del juez de Países Bajos.
Italia tuvo una gran chance con un tiro libre directo de Insigne que se fue desviado. El 10 había contado con la posibilidad luego de una falta que él mismo recibiera de Sterling en la puerta del área. Y Pickford tuvo trabajo también ante un zurdazo del delantero. El arquero inglés jugó una gran final.
La amarilla de Barrella y la falta de respuestas para vulnerar el bloque defensivo de Inglaterra activó los cambios en Mancini: adentro Bryan Cristante por el 18 y Doménico Berardi por Immobile. Y entre la reacción italiana y el quedo de Inglaterra pudo llegar al empate Chiesa, con un gran remate bajo que Pickford despejó en gran reacción con la palma izquierda abierta.
Los dirigidos por Southgate, siempre peligrosos con el juego aéreo, avisaron que estaron en el partido con un córner que fue cabeceado por Stones y que Donnarumma mandó de nuevo al tiro de esquina.
Pero Italia, que ya había generado cinco chances de gol en la segunda etapa, encontró justicia en el resultado con un zurdazo de Bonucci; el zaguero capturó una serie de rebotes luego de un córner en el cual (otra vez) entre el arquero Pickford y el palo habían salvado a Inglaterra, y hundió la pelota en la red. Iban 21 minutos, Rice fue quien perdió la marca de Bonucci y esa anotación cambió los estados de ánimo de unos y otros.
Luego del empate, Southgate dispuso los ingresos de Saka por Trippier y de Henderson por Rice. Pero su plan no se modificó: siguió cediéndole la pelota a Italia y dándole prioridad a la defensa. La posesión fue de Italia durante los 90 minutos por 67,4% a 32,6%, según los datos de Opta.
En el alargue, ambos bajaron las revoluciones. El cansancio se empezó a notar. Por más que las estrategias casi no se modificaron: Italia, tratando de sumar pases con elaboración; Inglaterra bien agrupado en el fondo y tratando de salir rápido de contraataque. Southgate despertó el entusiasmo de los presentes en Wembley cuando le dio indicaciones a Jack Grealish para ingresar, que a los 98 minutos reemplazó a Mount. Y Jorginho le metió una plancha a Grealish que le significó una amonestación.
En el comienzo del segundo tiempo del alargue, Italia generó algún suspiro con un tiro libre de Federico Bernardeschi que no parecía tan complejo pero Pickford contuvo luego de dar rebote. Y la otra noticia dentro de los últimos 15 minutos fue un gran quite de Chiellini, desde el piso, ante Sterling. Parecía despertarse Inglaterra y tomar una postura más ofensiva. Pero todo terminó como en los 90: 1-1. Y fueron a los penales. Allí, lo curioso fue que los dos futbolistas que Southgate había hecho ingresar por sus precisas ejecuciones, fallaron: Rashford lo erró y a Sancho se lo desvió Donnarumma.
Inglaterra tenía la gran oportunidad para ser por primera vez campeón de Europa, con todo a su favor: un buen equipo y la localía. Pero pecó hacer en la final un partido demasiado defensivo, casi que imitando el estilo de la “vieja Italia”. Y cuando se acordó de atacar ya no tuvo la energía suficiente.
Italia, que había ganado un título como local en 1968 (venció a Yugoslavia) y fue subcampeón en 2010 (cayó con Francia) y 2012 (perdió ante España), también había contado en el recorrido actual con la facilidad de jugar en Roma los partidos del Grupo A (Turquía 3-0, Suiza 3-0 y Gales 1-0).
El equipo de Mancini fue el mejor de la final y sumó su invicto sin derrotas a 34 partidos: no pierde desde 10 de setiembre de 2018 ante Portugal por 1-0, por UEFA Nations League. Celebra con su estilo de juego más ambicioso y protagonista, y se anima a ir por más: ¿Quién le puede negar el sueño?.