Empató sin goles ante Barcelona y está obligado a ganarle a The Strongest para clasificarse; se viene la semifinal local con Racing y las sensaciones no son buenas, más allá de algunos nombres.
Boca tenía una oportunidad de oro. La derrota de Santos ante The Strongest le había puesto sobre la mesa la chance de ganar en la Bombonera y levantar vuelo hacia la clasificación a octavos de final de la Copa Libertadores. Ese pasaje que sí consiguió Barcelona -de Ecuador-, su rival de anoche, a partir del 0-0, en otra actuación que a Miguel Ángel Russo le deja más dudas que tranquilidad.
Debe olvidarse rápido de la pobre imagen porque en menos de 72 horas tiene que jugar un encuentro local decisivo: ante Racing, por la semifinal de la Copa de la Liga Profesional, en San Juan. En la antesala a ese duelo, la paridad con los ecuatorianos le deja cosas positivas al entrenador, aunque son más las negativas: volvió definitivamente a la irregularidad y no hace méritos para convertir, pero todo está en sus manos
Y es que su situación en los dos frentes es lo más rescatable: depende de sí mismo ya que –además de la semifinal local- de ganarle a los bolivianos superará el grupo. ¿Qué más? Sólo nombres que se ratifican. Como la zaga López-Izquierdoz, que sumó una nueva valla invicta y se predispone para el domingo, en un trámite que promete ser cerrado. Y Carlos Tevez justifica por qué no pierde el puesto: ingresó en el complemento y levantó al equipo, demostrando que sigue siendo de los mejores del plantel a sus 37 años, aunque –por muchos momentos- no encuentra la compañía necesaria para explotar más su actualidad.
Otra buena noticia es Andrada, que volvió al arco tras nueve partidos y atajó correctamente. Una opción más en el arco, sobre todo tras la actuación de Rossi ante River, en el que fue clave en los penales para eliminarlo, pero no estuvo seguro en el tiempo reglamentario: igualmente, el último sería titular ante la Academia.
Boca se mantiene en su línea. En la Bombonera o en cualquier otro estadio. Sin ideas y sin mostrar -desde el arranque de un partido- las credenciales que debería un club de su talla. Más en su casa y aún cuando el panorama favorable de la derrota de los brasileños debía darle el hambre suficiente para buscar y conseguir los tres puntos que le hicieran poner un pie en la siguiente instancia. El segundo tiempo fue lo mejor de su versión, aunque sin forzar nunca el arco adversario.
Atención: no fue algo casual. Lo viene sufriendo hace varios encuentros. Porque Boca es una montaña rusa de momentos y el contraste es evidente: de cinco victorias consecutivas (recibió sólo un gol) pasó al quinteto sin triunfos, convirtiendo apenas un tanto, el de Tevez en el superclásico: perdió tres al hilo por 1-0 -con Barcelona, Patronato y Santos- y empató los dos siguientes. Pavón y Villa, los delanteros por afuera a los que le exigen salvavidas, bajaron el nivel y no asisten ni convierten. Porque en eso se basa el xeneize: acude a la individualidad y los rivales ya lo saben.
La aparición de los volantes juveniles (Medina, Varela y Almendra) fue un rayo de esperanza ante tanto vacío futbolístico, pero –al parecer- será hacia el futuro: precisan paciencia, como todo chico, ya que sus rendimientos decayeron. Varela, que ayer no jugó, resulta el más asentado.
La oscuridad retornó: Russo (que no estuvo en el banco por su expulsión ante Santos) pensaba que había encontrado el equipo, pero volvió a jugar mal por quinto encuentro seguido y se le acumulan las dudas antes de los tres partidos cruciales y finales del semestre (dos si no llega a la final doméstica).
Su equipo juega sin el pie sobre el acelerador. No porque le sobre, sino porque le falta. Quiere ser paciente cuando tiene la pelota, pero termina en la confusión del concepto, logrando ser soporífero y predecible. La causa no parece ser el descanso de algunos futbolistas, como Tevez o Varela, por ejemplo. Este Boca muestra la misma palidez con un equipo titular completo, con totales suplentes o bien con un mix, como presentó anoche frente a Barcelona.
El visitante salió a jugar más despierto y con el entusiasmo suficiente para merecer un gol en el primer tiempo. El más obligado de los dos, en cambio, movió la pelota sin encontrar la profundidad que los ecuatorianos privaron con su orden, pero también por la falta de creatividad y movilidad que lo llevó a no patear en los 90 minutos.
Sobraron rostros de fastidio, especialmente en los más chicos, en los que cae la presión de estar a la altura de los compromisos definitorios y armar el juego de un equipo que puede lograr objetivos por la importancia de su nombre y el respeto que generará siempre en las diferentes competencias, pero conforma futbolísticamente a pocos (por no decir a nadie) hace tiempo.
Es cierto, el empate no le cayó mal: se posicionó segundo e, incluso, un hipotético empate ante The Strongest -que perdió por goleada los dos compromisos de visitante- lo puede poner en la siguiente etapa, siempre y cuando Santos no le gane en Guayaquil a Barcelona. Por eso, la obligación de ganar estará muy presente.
Boca mejoró la actitud en el complemento. No así la claridad: se excedió en los centros a la cabeza de los defensores visitantes. Sí consiguió lo que debería haber hecho desde un principio: a la visita no le dejó cruzar la mitad del campo, tuvo la pelota en los 45 minutos finales e intentó como pudo ante el arco de Burrai.
También pudo ganarlo, claro. Por esa chance increíble que desperdició López, a los 19 minutos de la parte final: la pelota que le quedó en el área tenía como resistencia sólo a un futbolista ecuatoriano en la línea, pero la terminó lanzando por encima.
El xeneize no quedó golpeado, un semblante que podía haber expuesto ante una derrota. Y vuelven a ser horas claves las de este viernes. Porque si bien el primer hisopado post superclásico dio resultados negativos totales (River jugó sin saber con los positivos de Ponzio, Montiel y Beltrán), si algún futbolista de Russo se contagió en esa jornada recién saldrá a la vista durante esta tarde. En el club permanece la intranquilidad ante un brote que pueda dejar futbolistas importantes afuera de los dos partidos decisivos que se avecinan.
Boca sabe que sólo debe mirar lo suyo, pero no contagia la seguridad de que logrará esas metas.
Fuente: Franco Tossi – LA NACION Deportes – Fotos: Marcelo Endelli – Pool Getty – Pool Argra – Prensa Boca – LA NACION Deportes