/1980: Maradona, la vida y el fútbol

1980: Maradona, la vida y el fútbol

En El Gráfico repasamos esta fantástica entrevista al Diego de Argentinos Juniors. Prepondera lo grupal por sobre lo individual, habla de las patadas que recibe. Dice que nunca le va a perdonar a Menotti no haberlo llevado al Mundial 1978.

Sabés por qué te digo? Cada vez que hablo de fútbol con algún amigo que no está en esto y sale el tema Maradona, me pregunta lo mismo: ¿Qué tal es ese pibe? ¿Está agrandado…?

—Sí, ya sé que mucha gente sospecha eso.

—Y antes de esperar una respuesta, analizan la actuación del periodismo, y del medio ambiente buscando interpretaciones sociológicas.

—Mirá, el fondo de la cosa es que no estoy agrandado. Los que me conocen bien saben que soy siempre el mismo. Con otras responsabilidades, con otros problemas, pero siempre el mismo. Lo que pasa es que…

En Argentinos Juniors jugó entre 1976 y 1980. Disputó 166 partidos y convirtió 116 goles.

En Argentinos Juniors jugó entre 1976 y 1980. Disputó 166 partidos y convirtió 116 goles.

—Hay mucha gente con la lupa esperando ver qué haces y qué no haces.

—Claro. Eso duplica mi responsabilidad. Cuando yo no era nadie y tenía alguna actitud incorrecta no pasaba nada, pero ahora es diferente. Enseguida dicen que estoy agrandado.

—Es uno de los precios que se debe pagar por la fama ¿no?

—Y, sí.

—Pero a veces no podes cargar con esa responsabilidad y te equivocas.

— ¿Por qué me decís eso?

—Por ejemplo, hace un par de semanas. En EL GRAFICO programamos una nota con vos y Beckenbauer y fallaste dos veces. Era una nota con Beckenbauer…

—Sí, es cierto. Pero una de esas veces fui y Beckenbauer no estaba.

—Porque habías llegado tarde. En suma, no quiero tomar este hecho como determinante, ni quiero «enjuiciarte». Me refiero a lo que vos mismo decías antes de la responsabilidad que tenés fuera de la cancha.

—Yo soy un ser humano. A veces me equivoco, como cualquiera. Lo que ocurre es que también me pasan cosas como a la mayoría de la gente. El otro día tenía que ver a un periodista inglés y fallé a la cita, pero porque había dormido muy mal y seguí de largo. Hace tres o cuatro días debía ir a un canal de televisión, pero un amigo chocó con mi auto y fui a verlo al hospital. Me olvidé de todo ¿te das cuenta? Cuando ocurre algo de eso, después trato de solucionarlo, pido perdón y busco un espacio para hacer la nota. Mi vida es el fútbol, las prácticas, las concentraciones, los partidos, pero también es mi familia, mi novia, mis amigos…

— ¿Te molestan los reportajes? ¿No te aburren?

—No, para nada. Me gusta hablar de fútbol. Además, ya te digo, forman parte de mi actividad. Lo que me molesta es que en algunas ocasiones —y casi siempre es para programas que no tienen nada que ver con el fútbol— pretenden sacarme de mis horarios de entrenamiento, por ejemplo.

—El hecho de que los reportajes sean una constante en tu vida, ¿no te obliga a elaborar respuestas y tenerlas a mano para sacarlas en el momento justo?

—No, no. Al contrario. A veces por contestar lo primero que me sale digo cosas que no son convenientes y después me tengo que arrepentir.

—Por ejemplo cuando dijiste que querías largar el fútbol…

—No, eso es distinto. Creo que el periodista quiso hacer la gran nota y por eso inventó algo que no había dicho. El me preguntó cuándo iba a largar el fútbol y yo le contesté que no sabía, que podía ser dentro de un año o dentro de diez, que no podía prever una lesión, por ejemplo. El entendió mal o quiso entender mal y puso que yo quería largar en un año.

Frente a Huracán no anduvo ("juque lesionado"). Aquí enfrenta a Borzi. Maradona no es Argentinos, ni cuando se gana ni cuando se pierde".

Frente a Huracán no anduvo («juque lesionado»). Aquí enfrenta a Borzi. Maradona no es Argentinos, ni cuando se gana ni cuando se pierde».

—Entonces, ¿de qué te arrepentiste? ¿De tu enojo con los hinchas de Argentinos Juniors?

—No, de eso no estoy arrepentido. Lo que pasa es que mi enojo no puede ser con toda la hinchada porque no se los puede responsabilizar en conjunto. Pero nunca perdonaré a esos que insultaron a mi viejo. A mí que me digan todo lo que quieran, pero él no tiene nada que ver, al contrario.

— ¿Cómo al contrario?

—Claro, lo que te quiero decir es que mi viejo no se metió para nada. Te confieso una cosa: hace mucho que estoy esperando el momento, que mi papá venga a abrazarme y festeje conmigo un triunfo. Lo que pasa es que no es muy expresivo, pero por dentro lo siente más que nadie.

—De verdad ¿siempre respondés con total autenticidad?

—Sí.

—En «La Gazzetta dello Sport», de Italia, te hicieron un reportaje muy extenso y dijiste que los cinco mejores jugadores de la actualidad son Paolo Rossi, Keegan, Simonsen, Passarella y Fillol, ¿y vos?

—Lo que pasa es que no me gusta ponerme en ningún equipo y en ningún ranking.

—Está bien, pero…

—Y bueno, qué sé yo, me pondría sexto. Mirá, cada uno sabe lo que da y hasta dónde puede rendir. Pero eso de que no me gusta ponerme en ningún equipo es cierto. Hay veces en que, por

embromar, formo la Selección y no me incluyo.

— ¿Y cómo forma?

—No, para. A ver si Menotti no me pone en serio.

—Justamente por eso que decías de que cada uno sabe hasta dónde da, ¿por qué te molesta que digan que Argentinos Juniors es Maradona?

—Porque Argentinos Juniors es Rigante, que salva los goles, Solari que manda en la mitad de la cancha, es Espíndola, es Román, el equipo somos todos.

—Pero vos no podés negar la importancia de tu juego. Tus propios compañeros lo dicen.

—A mí me molesta que digan que Argentinos es Maradona cuando ganamos del mismo modo que me duele que se diga que Argentinos es Maradona cuando se pierde. Ni una cosa ni la otra. Cuando se le ganó a Rosario Central 4 a 1 en algunos diarios destacaron que Argentinos había vencido sin Maradona, cuando lo más lógico era decir que Petti había jugado muy bien, que Espíndola la había dejado de goma, que todo el equipo había funcionado muy bien. ¿Yo qué tenía que ver?

—Vos anduviste bien contra Talleres y ganaron ¿no?

—Sí.

—Anduviste muy mal contra Huracán y empataron ¿no?

—Sí.

Flores ya está encima, marcando y la pelota a un costado. Queda un recurso. El sello del potrero se marca en el taco de Diego.

Flores ya está encima, marcando y la pelota a un costado. Queda un recurso. El sello del potrero se marca en el taco de Diego.

—La mayoría de las veces que vos jugás bien funciona el equipo y al revés, cuando no andás.

—Y bueno, pero contra Central no jugué y se ganó 4 a 1.

—A propósito del partido contra Talleres, ¿cómo fue el gol ese que hizo hablar al país?

—Se la adelanté a Oviedo, eludí a Quiroga y desde ángulo cerrado…

—No, pará, si ya sabe todo el mundo cómo fue. Lo que te pregunto es ¿cómo lo sentiste?

—El partido en sí tenía para mí un sabor muy especial. Antes de entrar a la cancha me acordé que había debutado justa-mente contra Talleres, hace ya casi cuatro años y le prometí a Miguel Angel López que iba a hacer tres goles. Y casi se me da porque hubo un tiro libre sobre el final que pasó muy cerca del travesaño. El segundo fue muy lindo, me hizo sentir bien. Hay que estar ahí adentro y escuchar a la gente aplaudiendo para entenderlo, no te lo podría explicar con palabras. Hacía bastante tiempo que no metía un gol de esos. Porque si bien es cierto que todos los goles valen igual, los espectaculares tienen un sabor distinto. Dejan contenta a la gente. Estaba bus-cando un gol de esos y se me dio.

— ¿Vos buscabas expresamente un gol de ese tipo?

—Tenía ganas de hacerlo, mejor dicho, pero no era que lo buscaba expresamente. Las cosas que habla Menotti me quedan siempre grabadas. No sé qué pasa pero él tiene una personalidad especial que hace que uno le crea todo y esté pensando en lo que dice. Justamente una de las cosas que siempre dice él es que un crack es el que espera la gran jugada jugando, es decir que no se obsesiona en hacer un gol de lujo olvidando que el partido dura noventa minutos.

—Hablando de Menotti. ¿Cuándo le vas a perdonar que no te haya incluido en el plantel que jugó el Mundial?

—Nunca. Eso es algo que no puedo olvidar. Mi casa era un velorio, lloraban mi mamá, mis hermanos, los primos, me decían que yo era el mejor de todos, que no me preocupara porque iba a jugar cinco mundiales, trataban de consolarme a mí y de consolarse ellos. Fue un drama, algo imborrable. Ojo, que no tengo ningún problema con Menotti ni nada parecido. Al contrario, él hizo muchas cosas por mí. Lo respeto y lo quiero muchísimo pero de aquello no me podré olvidar nunca.

— ¿Cuántas cartas recibís por día?

—No sé, muchas, muchísimas.

— ¿Las lees todas?

—Sí. Y después las contesta Jorge (Cyterszpiler) de acuerdo a lo que yo le digo.

— ¿Y qué te dicen?

—Me felicitan porque soy un buen hijo, me piden que no cambie, me dan consejos, me piden pelotas, camisetas; por ahí alguno dice que Alonso o Bochini son mejores que yo; ¡qué sé yo!, de todo un poco.

— ¿Tenés conciencia de que la gente espera todo de vos, que te siente suyo, que sos una parte de su vida?

—Sí, y por eso no quiero defraudarla. Tengo la obligación de cuidarme, de brindarme siempre dentro de una cancha. Menotti siempre me habla de eso. Dice que no tengo que quedarme en el piso aunque me duela el golpe; que tengo que callarme la boca y no hacer gestos si me pegan, todo eso…

—Que no tenés que llevarte la pelota con la mano, como en el partido contra Racing, o hacer un gol con la mano como contra Vélez el año pasado. El árbitro de ese partido comentaba que te había aconsejado que no volvieras a hacer un gol con la mano y salir gritándolo a la tribuna, porque de esa manera estabas sacando ventajas desleales a colegas.

—Sí, es cierto, algo de eso me dijo. Pero sabés lo que pasa, una cosa es decirlo aquí, en frío, tomando un café y otra es estar allá adentro. No puedo asegurar que no lo volveré a hacer porque en el calor del juego, en el afán de llegar a una pelota la mano se te va sola.

— ¿De chico también lo hiciste alguna vez?

—Sí, me acuerdo de una jugando con Los Cebollitas en Parque Saavedra. Hice un gol con la mano y los contrarios que me habían visto se fueron encima del árbitro. Al final dio el gol y se armó un lío bárbaro. Es lo que te digo, yo sé que no está bien, pero la mano se te va sola. Lo que no hago es tirarme al piso para si-mular un penal. Cuando entro al área pienso primero en el gol, segundo en el gol y tercero en el gol. A veces me da mucha bronca porque me tocan el pie de apoyo, me caigo y el juez no cobra el penal.

— ¿Cuándo vas a empezar a defenderte de las patadas?

Del partido contra Talleres, en cancha de Atlanta. La plancha de Berta en la espalda. ¨Un día voy a empezar a defenderme de las patadas¨.

Del partido contra Talleres, en cancha de Atlanta. La plancha de Berta en la espalda. ¨Un día voy a empezar a defenderme de las patadas¨.

—No sé, eso no lo puedo aprender. El Zurdo López y el doctor Madero me lo dicen antes de cada partido: «¡Cuidate, poné cuando te des cuenta que te la van a dar, defendete de la mala intención de algunos tipos!» Me lo dicen todos los domingos pero no hay caso. Soy medio gil. Si pongo el codo a un contrario que viene apareado se dan cuenta hasta en la China. Algún día voy a empezar. —¿En qué puesto te sentís más cómodo?

—De diez. Cambiando posiciones con Espíndola pero no quedándome allá arriba, encerrado entre los marcadores centrales. Ahí me pierdo y necesito bajar para retomar el hilo.

—Contra Huracán jugaste todo el partido allá arriba.

—Entré lesionado, con las dos piernas contracturadas a la altura de los gemelos. Me infiltraron el viernes pero igual no es-taba diez puntos. En un momento le insinué a López que me cambiara pero dijo que no, que me quedara arriba, sin bajar y sin hacer mucho esfuerzo. Yo soy 10, de 9 no quiero jugar.

—Supongamos que en la Selección, Menotti ensaya la variante de jugar con cuatro volantes y que vos seas el más adelantado, digamos que prácticamente vendrías a ser el «nueve» del equipo.

—No, eso está bien. Lo que yo no quiero es jugar de ¨nueve-nueve¨.

— ¿Y si te lo pide?

—Primero lo hablaré con él, le explicaré por qué no quiero, pero si me lo pide por algo será y lo tendré que aceptar. Pero yo soy diez…

— ¿Cuál fue el mejor equipo que integraste?

—La Selección Juvenil. A veces nos juntamos en casa a ver los partidos que tengo grabados en video-casettes. Los relata un norteamericano y a cada rato, cuando agarro la pelota dice: «Maradona, el joven que vale 7 millones de dólares». Nos matamos de risa. Ese equipo era bárbaro, tenía todo, nos entendíamos de memoria.

—Pelé Blanco, Pibe Maravilla, Superpibe, Principito… ¿cuál te gusta más?

El año anterior fue Campeón del Mundial Sub-20 de Japón. Siendo este el primer título a nivel mundial de esta categoría.

El año anterior fue Campeón del Mundial Sub-20 de Japón. Siendo este el primer título a nivel mundial de esta categoría.

—Pelusa. ¿Sabés por qué? Porque me vuelve a la infancia; me acuerdo de un tío Pana de Boca que me puso ese seudónimo; de la pelota número 1 blanquita que me regaló un primo; de los arcos con cañas; de los tiempos de Los Cebollitas cuando jugábamos por la Coca y el sandwich. Aquello era más puro.

— ¿Y lo de hoy?

 —Es otra cosa. Hay demasiados intereses en juego y se mancha a mucha gente. Cuando Munutti estaba en Argentinos le dijeron vendido. Eso fue terrible. Además, en el fútbol profesional se quiere ganar de cualquier manera, pasan muchas cosas feas.

— ¿Cómo te defendés?

—Trato de que eso no me roce, defiendo el fútbol de toque y trato de seguir siendo un buen tipo.

—Te quería decir una cosa, tomándome el atrevimiento de hablarte en nombre de todos los tipos que amamos el fútbol.

— ¿Qué?

—No, nada, nada… (En realidad no me animé, me lo impidieron tontos prejuicios. Lo que quería decirte era que te quiero mucho, que te queremos mucho, Diego…)

Fuente: JUAN JOSÉ PANNO – Redacción El Gráfico – Fotos: ALDO MARTINEZ – El Gráfico