/Santiago Lange

Santiago Lange

La nueva vida del navegante que venció al cáncer y, con 62 años, se retiró del olimpismo.

Octubre de 2023. Durante un encuentro en virtud de la visita a la Argentina de Thomas Bach, presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), soltó la frase que provocó sonrisas varias: “Estoy gordo”. Lo miramos y estaba igual que siempre. Casi que no notábamos diferencias con aquel Santiago Lange que lloraba de felicidad en agosto de 2016 en la playa Flamengo, en Marina da Gloria, apenas una hora después de concretar el sueño de su vida junto con Cecilia Carranza: ganar el oro olímpico en yachting, en este caso, en la clase Nacra 17. Lo volvemos a ver varias semanas después y el tema sale de nuevo… –¿Seguís dándole duro a la bicicleta, tu otra pasión? –Sí, estoy volviendo, pero con una rutina más moderada. Ando medio vagoneta. Y bueno, me siento más gordo también. –Sí, ya me dijiste eso. ¿Y cuánto subiste? No creo que sean más de 100 gramos. –Je. No, pesar, lo que se dice pesar, peso lo mismo de siempre de estos últimos tiempos: 76 kilos. Pero siento más grasa corporal. No me siento tan puesto como estaba cuando me entrenaba: en Río eran 71 kilos. Pero decidí tomarme el respiro de no hacer nada. Arranqué con media hora en casa. Objetivos cumplibles, digamos. No quería empezar con mucho. Ahora en vacaciones voy a darle más fuerte, a pedalear de vuelta. Estoy vago. Pero no me voy a poner vago. Con 62 años y después de siete participaciones olímpicas, Lange está en otra etapa de su vida. El hombre que nunca dejó de competir en el alto rendimiento, y que de tanto participar terminó enfrentando hasta a los hijos de sus primeros rivales sobre el agua, llegó al punto culminante de su rica carrera con medallas varias y reconocimiento internacional: su campaña olímpica ya es un hermoso recuerdo. Luego de Tokio 2020 y de que tanto él como Carranza tomaran su propio camino, probó con nueva compañera: Vicky Travascio. Sabía que la misión ahora era compleja: enfrente tenían a una pareja con experiencia (Mateo Majdalani y Eugenia Bosco), con mejores resultados, para disputarle la plaza para París 2024. Y quedaron afuera. .

foto AML
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COMPETIDOR
Luego de muchos años compitiendo, Lange alcanzó la gloria coronándose en los
Juegos de Río

“Es otro momento de mi vida. Lo llevo lo mejor que puedo. Aprendiendo, ilusionado. Tomar la decisión de dejar el olimpismo no me costó nada en realidad porque Mateo y Eugenia fueron mejores que nosotros. Yo sabía que tarde o temprano ese día iba a llegar. Así como llegó, lo aceptamos. No me costó nada, al revés: estoy muy ilusionado por todo lo que está por venir, por el cambio de vida. Llevaba muchos años haciendo lo que estaba haciendo. Estoy ilusionado con estos nuevos horizontes”, dice Lange. –¿En qué se traducen esos nuevos horizontes? –Es la ilusión de una vida nueva. Fueron muchísimos años en el alto rendimiento, que significan un foco, una entrega, dejar un montón de cosas de lado. Y eso se acabó. Y si bien era lo que yo amaba y disfrutaba, que haya un cambio es algo especial y muy lindo. –Parece simple así como lo decís. Viéndote, me hacías recordar mucho a Guillermo Vilas: todos sabíamos que se había ido del circuito, aunque él nunca lo decía. Le costaba asumirlo. –A ver, soy consciente de todo lo que me dio el deporte y de la suerte que tuve de haber sido tan longevo. No le puedo pedir más, ya me dio recontra demasiado. Ese vaso está muy lleno. Lo lindo es que el otro vaso, a la edad que tengo, es nuevo y tengo mucho con qué llenarlo. Tengo un montón de amigos, cuatro hijos maravillosos, un nieto. Tengo un montón de cosas para hacer. También es cierto que no me retiré, sí me fui de todo lo que es el olimpismo y de representar a Argentina, que sin dudas era lo más importante para mi y a lo cual yo le daba toda mi dedicación con una inmensa responsabilidad. Sobre todo los últimos años que eran super especiales porque debía descansar mucho y estar focalizado en administrar mis energías. Eso va haciendo más duro el camino. –¿Cómo te sentís ahora, dándole más tiempo a los hijos y a los amigos? –Es fascinante. Todo nuevo para mi. Estoy en una etapa de pensar. Pensar, saber dónde quiero estar, cómo lo quiero hacer, saber cómo quiero vivir. Es algo maravilloso. Aunque no tengo respuestas todavía. –Dejaste la alta competencia, pero no estás retirado del deporte. ¿Cuál es el futuro en ese rubro? –Tengo varias ofertas, pero quiero pensar bien, ordenarme, ver dónde poner mi energía. Estoy en un proceso de tomar decisiones y quiero hacerlo con tranquilidad. Lo más fácil en este caso es que empiece a llenarme de cosas nuevas y que al final termine como estaba antes. Y no es lo que quiero. Quiero hacer cosas porque tenga ganas de hacerlas, con respeto, pasión, con trabajo fuerte.

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AGRADECIDO
“Soy consciente de todo lo que me dio el deporte y de la suerte que tuve de haber
sido tan longevo”

–¿Como es un día tuyo hoy, sin alta competencia? –Me levanto temprano, busco ordenar mi vida, que la tengo muy abandonada desde hace muchos años. Antes era todo deporte y lo demás… ya se solucionará. Así pensaba y actuaba. Y trato de disfrutar. Vengo de dar charlas en Europa al equipo olímpico austríaco, al equipo suizo, de visitar a mi hijo Borja que vive en Europa. Volví y estuve varios días con mis amigos saliendo al río. Espectacular. Pudiendo estar con gente que hacía mucho que no estaba. –¿El río sigue siendo un lugar especial para vos? –Seguro. Estoy todos los días en el río. Es la segunda parte del día: estar en el club (Náutico San Isidro), o en el río. Es donde me gusta estar. –¿Y Río? –Jaja. Estuve el año pasado dos días. Me alquilé una bicicleta y recorrí todos los lugarcitos que guardan cada secreto de los 9 meses previos que pasamos con todo el equipo en ese lugar maravilloso, en Urca. Obviamente fue muy especial y muy emocionante. –¿Qué te pasó, te reencontraste con gente del 2016, amigos? –Sí, fui a comer al club, a saludar a todos los marineros, a la gente que laburaba en los restoranes, en los gimnasios, en los bares de afuera a los que íbamos a comer. Todos los lugares donde teníamos las reuniones importantes. Fue maravilloso. –Habiéndolo vivido, la experiencia de lograr un oro olímpico debe haber sido una bendición para tu carrera. Si no lo hubieras ganado, ¿qué cambiaba? –El oro me abrió muchas puertas en todo sentido. Y cambió especialmente mi relación con la gente. Hoy recibo un montón de cariño, la historia tomó otro vuelo. No había sido así con las otras medallas que gané con Camau Espínola. Es muy lindo y lo aprecio un montón. –¿Sos de necesitar ese afecto? –No, nosotros somos de un deporte muy solitario. Soy muy consciente de lo que es nuestro deporte, por qué lo hacemos y lo poco popular que es. Por eso me sorprende y por eso lo disfruto. Es un montón de cariño, de respeto y cosas lindas de la gente. Lo disfruto. –¿Qué es lo que más te ha llegado de la gente? –Cosas simples. Desde una mirada a una linda palabra, que te digan gracias. Todas cosas muy terrenales y sencillas. Sentís que la gente te aprecia y que hiciste algo bueno para el país. Para ellos fue una alegría, algo merecedor de un respeto. Está bueno.

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FUTURO
”El retiro no me costó nada, al revés: estoy muy ilusionado por todo lo que está
por venir, por el cambio de vida”

–Fuera de Río 2016, ¿alguno de los otros Juegos en los que participaste te llenó especialmente por algún otro motivo? –¡Todos! Las cosas malas son un aprendizaje y un trampolín a llenarte de energía para intentar cambiar la historia. Los primeros, de Seúl 88, fueron la semilla de saber que se podía. Los de Atlanta 96, donde Camau Espínola ganó una medalla y nos mostró claramente que un podio era posible. Los de Sydney 2000, con Cole Parada, fueron el paso a una nueva categoría, que era la que me calzaba a mi. Después vinieron las medallas de bronce en Tornado, en el 2004 y 2008, con Camau. Fue un equipazo, cumplir un sueño. Y, claro, todo lo que vivimos en Río con Ceci y el equipo fue increíble. Insuperable. Los Juegos de Río marcaron a fuego su vida. Tenía 54. Debutaba en una categoría mixta. Sentía que podía ser el cierre dorado para una carrera brillante. El arquitecto naval de gran reputación se hacía a un lado para darle todas las energías a lo que, en definitiva, era la máxima pasión de Lange. Una vida en el agua. “Tenés cáncer”, le dijo el médico, luego de distintos estudios a los que se sometió, contrariado porque se enfermaba seguido, sobre todo luego de los vuelos. Tumor de pulmón. Faltaba un año y medio para Río. Era de no creer: un tipo sano, que no fumaba, que no tomaba. ¿Por qué le pasaba eso a él? Tardó seis meses en convencerse de que con la medicina alternativa no alcanzaba y que debía pasar por el quirófano sí o sí. Se operó el 22 de septiembre, un día muy especial: es su fecha de cumpleaños. Se propuso algo así como escalar el Everest. Los hijos que vivían en Europa (los mellizos Theo y Borja) viajaron para acompañarlo en su cruzada y sumarse a Yago y a Klaus, los que le siguieron los pasos en el yachting y con quienes cumplió otro sueño inconmensurable: entrar los tres juntos en el Estadio Olímpico para la ceremonia de apertura. Ganó el oro. Le cambió la vida para siempre. Lloró e hizo llorar a todos. Era una celebridad en el yachting. Hoy lo es en el deporte, en la calle. Su ejemplo sirvió para que muchos otros entendieran que no es en vano luchar. Pasó a dar charlas motivacionales. Hasta trabajó como asesor de un equipo top de polo como Ellerstina. Otro Lange, aunque en el fondo era el mismo. –Pasaste una brava a nivel salud. ¿Qué reflexión hacés de por qué te tocó pasar por eso? –Siempre uno piensa… Miro hacia atrás y sigo tratando de contestarme. No tengo las respuestas. No sé por qué me tocó eso. Estoy agradecido de haber sido educado como deportista. Agradecido del deporte que practico porque te enseña la aceptación. La naturaleza te templa muy bien el espíritu. Lo pequeño que somos y sobre todo, aceptarlo. Esas dos cosas me ayudaron mucho para transitar algo como es el cáncer. Y después, la motivación de llegar bien a Río. La familia que tengo, mis amigos. El equipazo que tuvimos para ese entonces, con toda la fe, fue un combo que me ayudó a traspasar todo eso.

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DESPEDIDA
El Mundial de La Haya, en Países Bajos, que Lange corrió junto a Victoria Travascio en agosto de este año, fue su última competencia en el circuito olímpico

–Mencionás mucho a la familia, a tus hijos. Habiendo estado tan dedicado al olimpismo, ¿creés que quedaste en falta con ellos? –Ellos son lo más importante. Y sí, esa carencia te la provoca el alto rendimiento y también salir a buscar laburo. Cuando me separé (de Silvina, su ex mujer, bailarina) no tenía un mango. Tuve que tomar decisiones. Fueron momentos duros para ellos y para mí. Hasta vivimos en un barco del 2000 al 2005 (NdR: el Toi et Moi, amarrado en el Náutico San Isidro). Son elecciones de vida, son difíciles. Nunca sabré cuál era la opción correcta tampoco. O qué habría pasado si hubiese hecho las cosas diferentes. El lado débil de la historia es la falta de tiempo para compartir con ellos. El lado fuerte es que uno tiene que perseguir sus sueños y vivir acorde con eso. Estoy con la conciencia tranquila de que hice las cosas con mucho amor, mucha entrega y bien hechas. Hay un precio por pagar, que es el tiempo que no pudimos compartir cosas. Fue difícil. –La bicicleta fue un motivo de unión con ellos en tiempos complejos para vos. ¿El ciclismo fue lo único que te sacó del agua? –No, hubo más. En el club jugué mucho al squash. Y el surf me gusta mucho. Es bueno para estar junto con mis hijos. Todos hacen surf, les gusta el mar, todos pedalean, son deportistas. Compartimos esos gustos, muchas pasiones juntos. La música también, ya que los mellizos son artistas.

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CLUBES
“La cuna del deporte argentino son los clubes. Sigo creyendo en los clubes.
Hay que ayudarlos cómo sea”

–¿Dónde te gusta surfear? –Brasil. Además, somos vecinos, está cerca. Ubatuba me gusta mucho. Me gusta Sudamérica. Prefiero eso a tener que tomar un avión para ir a surfear a otro lado lejano. –¿A Nazaré, en Portugal, donde están esas olas increíbles, también fuiste? –Sí, fui a visitar, a mirar el lugar, pero no surfeé esas olas impresionantes. Fui a mirar desde la roca. Fascinante. –¿Y la música, cuál te atrapa? –Toda. Mi hijo Borja es jazzero, me gusta el jazz. El rock nacional, el folclore. Viví en Inglaterra en los años 80 y todo lo de allá también. –Tenemos un país hermoso. ¿Por qué estamos como estamos? –Tuve la suerte de viajar por todo el mundo. Como decís, tenemos un país genial. Geográficamente increíble. Un pueblo que en un altísimo porcentaje es maravilloso. No nos olvidemos de eso. Con gente muy capaz, muy solidaria. Está claro que tenemos las bases para salir adelante. Desde un punto muy naif, quizá, porque no soy político, parecería que nos falta apuntar la energía hacia el mismo lado, unirnos. Tener un sistema que nos lleve al crecimiento. Ves argentinos exitosos en el extranjero. Cuando ponés a un argentino en un sistema que alinea las fuerzas, funciona. Necesitamos lograr eso, un sistema, una manera de funcionar de más unión hacia el mismo lado que lo que hay ahora. –¿Por qué, con tantas dificultades y carencias, los deportistas argentinos compiten y hasta les ganan a las potencias? –La cuna del deporte argentino son los clubes. Sigo creyendo en los clubes. Hay que ayudarlos cómo sea. Son una base de nuestra sociedad y desde donde podemos seguir forjando valores. Tenemos un pueblo deportivo. Nuestros deportistas llegan a un nivel y terminan haciendo lo que sería “la facultad” en el exterior. Nuestras selecciones nacionales, en un altísimo porcentaje, a partir de cierta edad fueron educadas en Europa o en las altas ligas y eso les generó un sistema, se educaron dentro de un sistema. Después, todos nosotros estamos orgullosos de representar a Argentina. Viajamos y sabemos lo que es nuestro país. Cualquier proceso difícil te hace más fuerte, un deportista más aguerrido. Con Camau Espínola decíamos siempre, cuando veíamos una adversidad, que “esto nos va a ayudar y cuando venga una final vamos a ser más duros que los rivales”. Lo usábamos en nuestro beneficio. No lo poníamos en nuestra metodología como una queja, sino como una fortaleza. Eso pasa, lo vemos en todos nuestros equipos. Los Pumas, los Pumas 7, el fútbol, el básquet. Son equipos aguerridos y todos los obstáculos nos ponen más fuertes. Por eso podemos competir también. –Estás en la Comisión de Atletas del COA. ¿Qué hacen, qué les preocupa? –A nivel mundial, Thomas Bach ha hecho un gran trabajo para ayudar a que los atletas tengan cada vez mayor injerencia en el Comité Olímpico Internacional. Hay comisiones de atletas nacionales. Tenemos un grupo extraordinario: Peque Pareto, Sebastián Crismanich, Walter Pérez, Facu Conte, Cecilia Carranza, Germán Chiaraviglio. En la gestión anterior se logró que haya dos asientos en el COA: Peque y Walter Perez son parte del COA. Es importante que haya dos atletas sentados ahí. En el Enard pasa lo mismo. Se fue trabajando en distintas cosas: los uniformes para las delegaciones, la designación de los abanderados, donde hay una votación dentro de la comisión de atletas y luego es revisada por el COA. Se tratan distintos temas. Algunos avanzan más lento, como las jubilaciones de los atletas en el futuro. Hay temas que ya se cumplieron. Tenemos que lograr que cada federación tenga su comisión de atletas. Ahí está el tema. Las federaciones muchas veces se protegen de que no exista esa comisión de atletas. Uno de los grandes trabajos por realizar es que cada disciplina olímpica tenga una comisión de atletas para que los puntos de vista, reclamos sean canalizados desde ahí, desde un conocimiento específico de cada deporte.

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OLIMPISMO
“Voy a estar en la ceremonia inaugural de los Juegos de París y seguro va a ser
durísimo, va a ser super emocionante”

–Pasaron los Panamericanos en Santiago de Chile, con resultados discretos. Se vienen los Juegos Olímpicos de París, donde no vas a estar. ¿Cómo creés que puede ser la experiencia para la Argentina en general y qué creés que te va a pasar a vos cuando no te veas ahí adentro? –Empiezo por la segunda, que es la más fácil. No tengo dudas: sé que voy a llorar. Voy a estar en la ceremonia inaugural y seguro va a ser durísimo, va a ser super emocionante, pero siempre desde el lado del agradecimiento, de cómo me formó como persona el deporte y todo lo que me dio en la vida, de las alegrías. Los Juegos Olímpicos es algo tan especial, tan maravilloso, que lo voy a sentir. Cuando estuve dando estas charlas para los equipos olímpicos y veo que faltan nueve meses para las competencias, sabés que son los momentos clave, tenés muy incorporados estos tiempos, que son donde se deciden las medallas. Lo que más quiero es que a la Argentina le vaya muy bien. Que ganemos muchas medallas. Y que haya mucha gente que cumpla sus sueños. Y que los Juegos de Paris les de la ambición para seguir luchando e ir a los Juegos de Los Angeles 2028 a buscar lo que no les haya dado París 2024. –¿Se puso más duro competir sin tener tantos recursos económicos? –Siempre fue duro. Tuvimos alguna primavera con el Enard, todos lo sabemos. Una gran primavera. Y ahora se volvió a lo que era antes. Que es durísimo. Yo viví las dos etapas. Se viene una época dura, está claro. Pero sí tenemos estos clubes y todo lo que dijimos antes, siempre nos da la posibilidad de esperanzarnos.

Texto de Claudio Cerviño

Fuente: A FONDO – LA NACION – Fotos: A FONDO – LA NACION – LA NACION Deportes

CRÉDITOS

  • EDICIÓN PERIODÍSTICANicolás Cassese@nicassese
  • EDICIÓN FOTOGRÁFICAAníbal Greco@anibalgreco
  • FOTOSSailing Energy, Vera Rosemberg, Red Bull
  • EDICIÓN VISUALAndrea Platón@aplatton