La volante ofensiva formada en River jugará su primer torneo grande con la selección de hockey sobre césped.
De un chispazo, Jimena Cedrés convierte el hockey sobre césped en arte con la pelota. Es un rapto de habilidad que tal vez solo dure un segundo, pero que ya devuelve el precio de la entrada en pos del espectáculo. Ese juego lúdico, pero a la vez productivo por su capacidad de sorpresa, es el principal aporte que le brinda esta volante-delantera a las Leonas, que ya palpitan el debut de este sábado en el Mundial de España y Países Bajos. Corea del Sur será el primer examinador de la selección, fuerte candidata y que acaba de consagrarse en la Pro-League.
Cedrés, que se crió a cinco cuadras del estadio Monumental, es una perla rescatada por el DT Fernando Ferrara, después de que ella tuviera una historia de fascinación y desencuentros con la camiseta argentina. Tal es así que recién a sus 29 años le llega su primera chance de jugar un torneo grande, un dato que suena extraño si se atiende su jerarquía y su fructífero paso por dos de las mejores ligas del mundo: la neerlandesa y la belga. Por fin, los planetas se alinearon para que esta leona formada en River desde los 8 años, y que luego recaló en el club Ciudad de Buenos Aires, para enamorarse definitivamente de San Fernando, ya palpite su bautismo mundialista en Terrassa.
“No fue un capricho”, asegura la jugadora del KHC Dragons de Bélgica, cuando recuerda una decisión que resultó polémica para el hockey argentino: renunciar a su condición de jugadora de reserva para los Juegos Olímpicos de Río 2016. Aquello resultó un punto de quiebre en su trayectoria, después de haber formado parte del plantel que ganó el Champions Trophy 2014 en Mendoza, cuando su ídola Lucha Aymar se retiró del plano internacional.
-Después de todo lo que atravesaste, a los 29 años te toca jugar tu primer torneo grande con las Leonas. ¿En qué momento de tu madurez te llega?
-Sí, no sé si autodefinirme “ciento por ciento madura” pero todos estos años que estuve jugando afuera me ayudaron. Y también, convivir con alguien que está dentro de este deporte, como es mi novio (Lucas Martínez), que juega en los Leones, me produjo un clic que ahora me permite ver muchas cosas de una manera más relajada. Además, me agarra en un momento de pleno disfrute: mi foco está puesto en lograr mi mejor versión para colaborar con el equipo. La idea es soltarme y que todo vaya bien.
-Carlos Retegui te convocó por primera vez a los 16 años y en sexta división. ¿Cómo manejaste el hecho de estar en su momento entre tantas buenas jugadoras y cómo conviviste con la presión desde tan chica?
-Uy, ¡qué lejana aquella época en la que tenía 16! ¿Cómo lo manejé? No sé, creo que no existe una manera de definir si me conduje bien o mal en aquel momento. Lo manejé como pude, era realmente muy chica y estaba jugando al lado de mis ídolas. Hasta el día anterior en que me llamaron yo las miraba por la tele y tenía total admiración, no había descolgado el poster. Lucha Aymar estaba en uno de sus mejores momentos y me resultaba muy difícil separar la idolatría que sentía por ellas y a la vez compartir una cancha. Si bien era un poco inconsciente del lugar en el que estaba, después lo disfruté mucho, aunque fue complicado porque estaba dando un salto muy grande. El instante de la convocatoria fue muy lindo y es cierto que después me costó el alto rendimiento. Fue duro, aunque hoy lo recuerdo sin rencor ni arrepentimiento, porque todo eso me ayudó a ser la persona y la jugadora que soy hoy.
-Decidiste no ser jugadora de reserva en los Juegos Olímpicos de Río 2016, pese a que tenías ese lugar asegurado. ¿Creés que pagaste un precio en los años siguientes por esta decisión?
-No, para nada, y no fue un capricho. Se trató de todo un proceso que me tocó vivir, y de hecho con Gabriel Minadeo, que fue el técnico en aquellos Juegos Olímpicos, y quien después no me llamó en la siguiente convocatoria, mantengo una muy buena relación. Y es así porque la decisión fue tomada en base a un pensamiento colectivo, no era algo egoísta. Yo vivía en un momento muy difícil con el deporte y con las Leonas, estaba negada y sentía que no estaba para viajar. Entonces, ser jugadora de reserva requería ser positiva y no me encontraba en condiciones de serlo. No quería ser negativa y que esa actitud repercutiera mal en el grupo; era lo que menos quería. Se lo trasladé a Minadeo al instante y lo entendió así. Y también hago una autocrítica, porque cuando no me volvieron a citar después de Río estaba muy lejos técnica y físicamente para formar parte de la selección.
-Ahora acaban de ganar invictas la Pro-League. ¿Cuánto influye ese título para la candidatura de Argentina en el Mundial? ¿Y cómo viven estas horas previas al debut?
-Sí, por supuesto influye de manera positiva, y que la hayamos ganado en la víspera del Mundial te da más confianza. Es cierto que el desarrollo de la Pro-League es totalmente distinto al de una Copa del Mundo, pero hace un tiempo que la selección no ganaba un torneo y necesitás de estos mimos para llegar de la mejor manera. Estos días previos se viven con muchas ganas y es muy lindo entrenarse en el estadio en donde vamos a jugar.
-Sos una jugadora que necesita que le brinden “confianza”. ¿Cómo es tu vínculo con Ferrara, para terminar siendo convocada para el Mundial?
-La relación con el técnico es muy buena. La principal virtud que tuvo hacia mí fue su claridad, teniendo en cuenta que cuando me convocó, yo estaba jugando afuera. Desde el minuto uno me dejó en claro que yo corría en desventaja por el hecho de jugar en el exterior y no estar entrenándome junto con el grupo en Argentina. Me dijo qué cosas extra y esfuerzos debía hacer para luchar por un puesto, más allá de no estar ciento por ciento físicamente junto con el equipo. Y una vez sumada al grupo, es alguien que me brinda el espacio para disfrutar, que es lo que me hace rendir en la cancha. Entre los dos pudimos conseguir ese balance y me siento cómoda no solo con él, sino con todo el cuerpo técnico.
-Yendo a tu infancia, probaste con un montón de deportes. ¿Por qué te enamoraste del hockey y cómo hiciste para asimilar esas destrezas?
-Probé muchos deportes individuales y ninguno me terminaba de convencer: gimnasia rítmica, gimnasia artística, tenis, taekwondo, patín carrera, pelota paleta y natación, deporte con el que más me enganché, más siendo mi papá nadador. Siempre viví muy cerca de River y mis hermanos jugaban al fútbol en el club. Le pedí a mi mamá que quería jugar a algo parecido y entonces surgió la chance: paseando por el anillo del estadio, nos chocamos con un cartel que decía “Subcomisión de hockey sobre césped”. Lo que más me gustó de este deporte fue que era colectivo y podía compartir un equipo. Ese fue el inicio de todo, porque en mi familia no había nadie que practicara hockey. Después, todo terminó con mis hermanos jugando al hockey al igual que yo.
-¿Cómo fueron a grandes rasgos tus experiencias jugando en Países Bajos y Bélgica y qué piensan en esos países del hockey argentino? Hablaste alguna vez que las argentinas “tienen barro”, a diferencia de holandesas y belgas, que tienen todo a disposición para jugar al hockey.
-Fueron experiencias muy lindas. Si bien los dos países comparten muchas cosas culturales en cuanto al hockey, en Países Bajos es más profesional que en Bélgica. En ambos lugares tuve roles distintos en los equipos, pero aprendí muchísimo en los dos. Para mi sorpresa, sobre todo en Holanda ven con mucho respeto a las jugadoras argentinas. Somos un país que tiene la característica de hacerle frente a las adversidades. Entonces, cuando le contás a una neerlandesa o a una belga que en nuestro torneo se sigue jugando en canchas de arena no lo pueden creer, y también se sorprenden que seamos tan buenas cuando les explicás en las condiciones precarias en que se entrena Argentina. Siento que los jugadores argentinos de hockey tenemos una chispa o algo en la sangre que es especial. Mostramos un plus en la cancha en cuanto a la actitud que no se ve tan frecuentemente afuera. Es un arma que puede jugar a favor.
-¿Cómo es la vida en pareja con Lucas Martínez, siendo que el hockey está continuamente presente en sus vidas?
-Somos muy compañeros, a veces a la distancia u en otras ocasiones cerca. También, el hecho de tener vidas parecidas nos ayuda enormemente a bancarnos. Estar con él me ayudó mucho, porque nuestra relación comenzó en febrero de 2016, cuando me quedé afuera del seleccionado. Al estar a su lado, vi de cerca cómo vivía su proceso olímpico y mundial con los Leones y aprendí un montón, sin querer enseñármelo explícitamente. Y sabemos que somos afortunados al jugar en el mismo club y tratamos de disfrutarlo al máximo.
-¿Qué estás estudiando y cómo seguiría tu vida fuera del hockey?
-Curso el último año de Nutrición y veo mi vida futura laburando en Argentina. Mi cuñada es nutricionista y mi idea es trabajar con ella, más que nada que para aprender con alguien que está trabajando hace tiempo en el rubro. La nutrición tiene varias ramas, pero me veo más conectada con el deporte, atendiendo particulares en consultorio o directamente con clubes. Pero todavía no hice las prácticas; veré para qué lado cae la ficha en cuanto a mi profesión.
-¿Qué creés que te faltaría para redondear la carrera que soñás como Leona?
-Es una pregunta difícil, porque desde que volví a la selección, que fue hace muy poquito y tampoco estaba en mis planes –por eso me sorprendió totalmente- me fijé objetivos a corto plazo. Y uno de ellos era jugar un torneo importante. Ahora estoy acá a punto de cumplir el sueño de jugar un Mundial y no quiero pensar a futuro. En este momento no estoy pensando en levantar la copa, sino en disfrutar a pleno esta experiencia. Si cada una de este grupo puede cumplir el papel que le corresponde en la cancha, van a llegar cosas buenas sin dudas. Este plantel se lo merece.
Fuente:Gastón Saiz LA NACION – Fotos: Jaramillo Rodrigo – LA NACION Deoortes Instagram:jime.cedres – LA NACION Deportes