La delegación albiceleste resultó sexta, con un rendimiento inferior al de Lima 2019; el garrochista Germán Chiaraviglio consiguió el único primer puesto.
Luego de las dudas sobre la presencia de los atletas, los tironeos entre éstos y los dirigentes, las acusaciones entre directivos y una funcionaria y la aparición salvadora de un outisder –Santiago Maratea, un infuencer– para que viajara toda la delegación, el 52º Sudamericano de atletismo se desarrolló en Guayaquil, Ecuador, con 47 argentinos (tres quedaron de baja el día previo al viaje) y la representación albiceleste resultó sexta, con 11 medallas, un escalón y cinco podios por debajo respecto nacional al rendimiento en Lima 2019.
El ganador general de la competencia fue Brasil, que se presentó con 78 atletas y obtuvo 49 medallas (26 doradas, 11 plateadas y 12 de bronce), y así sumó su conquista número 32 sobre 52 campeonatos sudamericanos. Colombia, con 60 deportistas, lo escoltó con 24 lauros (8, 13 y 3) y Venezuela, con 11 representantes, cerró el podio, con 9 medallas. El equipo de Ecuador, compuesto por 64 integrantes, finalizó cuarto, con 16 preseas.
Los tres días de actividad fueron la vuelta a la competencia oficial para los atletas argentinos y un examen contundente para medir dónde estaban parados. Cada uno viajó con un objetivo: sumar puntos para la clasificación para los Juegos Olímpicos de Tokio, sumar puntos en el ranking mundial o defender medallas sudamericanas, y así, extender, su beca deportiva por parte del Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (Enard).
El atletismo nacional está viviendo un momento de recambio generacional, y la mayoría proyecta a los Juegos Olímpicos París 2024 como su objetivo central. Fue una delegación mayormente de jóvenes la que viajó a Ecuador. Entre las mujeres hubo seis debutantes, y entres los hombres, 18; es decir, 24 sobre 47, algo más de 50%, tuvieron en Guayaquil su estreno. Hubo 22 pruebas femeninas, otras tantas masculinas y una mixta, en la que la Argentina obtuvo la medalla plateada.
Parte de la delegación viajó en el vuelo privado gestionado por el influencer Santiago Maratea; el resto lo hizo en vuelos programados por las aerolíneas, gestionados con antelación por el Enard. Los tres atletas que no pudieron formar parte del grupo son Bernardo Maldonado, que se resintió de una lesión; Julián Molina. brillante campeón nacional de 5000 y 10.000 metros, y el saltador Brian López, en ambos casos, por coronavirus. Tampoco fueron ser de la partida los entrenadores Fernando Díaz Sánchez y Cristian Crobat, también contagiados de Covid-19.
En total la Argentina ganó 11 medallas: 1 dorada, 4 plateadas y 6 de bronce. De los candidatos a la clasificación para participar en los Juegos de Tokio, nueve de diez lograron el objetivo: obtener una buena cantidad de puntos para el ranking olímpico. Germán Chiaraviglio alcanzó el único primer puesto para la Argentina con un salto de 5,55 metros (hizo uno nulo en 5,65) y así alcanzó su cuarto título de campeón sudamericano en garrocha. Además, se afianzó en el puesto 32 del ranking olímpico, por lo que su presencia en Tokio está casi asegurada.
Florencia Borelli se quedó con la segunda posición en los 5000 metros en una carrera de final muy cerrado. La marplatense finalizó con 15m47s46/100, a 30/100 del primer lugar, y se afianzó en la ubicación 42 del ranking, lo cual la perfila hacia los Juegos Olímpicos.
El equipo integrado por Leandro París, Noelía Martínez, Ayelén Diogo y Elián Larregina consiguieron la medalla plateada en la prueba de relevos 4 x 400 metros mixta. Además, Federico Bruno terminó también segundo en 1500 metros. Nazareno Sasia registró 19,79 metros en lanzamiento de bala, superó el récord nacional sub 23 que estaba en poder de Germán Lauro y rozó el título, que quedó en manos del brasileño Wellington Silva Morais (19,87). Completó el podio otro argentino: Ignacio Carballo, quien se contactó con Maratea, y que marcó 19,51.
Las seis medallas de bronce fueron para Carballo, Carlos Layoy, Mariana Borelli, Joaquín Gómez, Belén Casetta y Juan Manuel Cano Ceres, a quien el jurado de apelación, tras una revisión reglamentaria, hizo compartir la tercera posición con el ecuatoriano Jonathan Amores en la prueba de marcha (20.000 metros).
Este martes, el Enard dio a conocer la nueva nómina de deportistas becados. En el atletismo hay 17 que recibirán subsidios: Joaquín Arbe, Marcela Gómez y Eulalio Muñoz, como clasificados olímpicos; Chiaraviglio y Casetta, por proyección panamericana, y Florencia y Mariana Borrelli, Federico Bruno, Cano Ceres, Gómez, Layoy, París, Maximiliano Díaz, Diego Lacamoire, Noelia Martínez, Sergio Pandiani y Guillermo Ruggeri por proyección sudamericana. Cada categoría implica un monto específico de subvención.
El papel de Maratea fuera de las pistas
Mientras en la pista y el campo de Guayaquil los argentinos competían, Maratea realizó una labor llamativa afuera. El factótum de que la mayoría de la delegación argentina viajara a Ecuador estuvo los tres días junto al equipo. Motivado por la situación que vivían los deportistas, logró recaudar más de diez millones de pesos para el alquiler de un avión privado; de otra forma, unos 30 atletas no habrían podido acudir al Sudamericano.
Hace menos de dos semanas hubo 24 horas de acusaciones, entredichos y peleas públicas entre deportistas y dirigentes y entre dirigentes y funcionarios, con el Enard, la Secretaría de Deportes de la Nación, el Comité Olímpico Argentino y la Confederación Argentina de Atletismo como protagonistas. En medio de esos tironeos que le eran tan ajenos, el papel de Maratea fue fundamental.
El influencer abrió un capítulo en la gestión deportiva, sin proponérselo. En los tres en que convivió con los velocistas, fondistas, saltadores y lanzadores planteó, a través de las redes sociales, aspectos clave en el desarrollo de un atleta de alto rendimiento. Sin conocer de qué se trata este deporte ni su estructura, realizó preguntas aleatorias a los atletas y fue encontrando cuestiones desatendidas. Una fue el apoyo de patrocinadores para su desarrollo. Se encontró con que los deportistas tenían en las redes sociales entre 1000 y 4000 seguidores cada uno, salvo los más conocidos Chiaraviglio y Casetta. Y Maratea, al tratarse éste de un tema de su expertise, se dedicó a hacer campaña por ellos.
A lo largo de los tres días el influencer se tomó el trabajo de presentar, haciendo unas breves preguntas, a cada integrante de la delegación, que contó a qué se dedicaba. En pocos minutos las cuentas de Instagram de los deportistas crecieron exponencialmente en seguidores. Franco Florio pasó de tener 4000 seguidores a 160.000, Pablo Zaffaroni llegó a reunir 105.000 y el perfil de Diego Lacamoire trepó a 122.000. Cano Ceres multiplicó su tropa de 1000 a 85.000.
Estos números exponen un bajo interés por los atletas y, por consiguiente, poca difusión del deporte en la Argentina. Consecuentemente, las escasas cantidades de seguidores provocan que los competidores no puedan conseguir auspiciantes para solventar sus carreras. Las empresas suelen pedir una cifra mínima de seguidores para patrocinar, y entonces muchos deportistas no consiguen esos fondos.
Lo realizado por Maratea generó un antes y un después en la gestión del atletismo, independientemente de las circunstancias de política deportiva y de las formas en que se dio. El joven abrió una gran puerta donde faltan trabajo y exposición. Fue un llamado de atención a la gestión deportiva. Habrá que ver cómo y para qué se utilizan todo lo sucedido, con miras al futuro.
Fuente:Olivia Díaz Ugalde LA NACION – Fotos: Sebastián Lasquera – CADA – CADA – LA NACION