Con parte del equipo que llegó a la cima, suma rodaje, se adapta a un nuevo proceso y quiere encontrar herramientas para volver a ser un grupo intenso y temible.
En plena formación. Se advierte en cada movimiento. Carlos Delfino habla, Facundo Campazzo conduce, Leandro Bolmaro ejecuta. El seleccionado de básquetbol de la Argentina se mueve por la cancha con la firme intención de recuperar esa química que la llevó hasta la cima en 2019. Es una proceso nuevo y diferente, pero hay un ADN que la distingue. Intensidad, compromiso y una contracción al trabajo que permite advertir que con Néstor García todo fluye con la naturalidad de siempre. Aunque claro, rivales como Uruguay te obligan a revisar cada detalle y envía señales clara de que lo que vendrá frente a Venezuela y Panamá, que serán dos citas de altísima exigencia para determinar en qué lugar está parado este equipo.
El punto central de este tipo de desafíos que se puso el conjunto nacional antes de viajar a Puerto La Cruz, es poder saber con qué personal tiene que diseñar el equipo. El resultado final 74-67 (el sábado también se impuso, pero por 92-84), sirve como inyección de ánimo, aunque en la intimidad sabe el grupo que tiene mucho por mejorar. Este segundo amistoso dejó en claro que, por el momento, hay una enorme diferencia cuando la formación está conformada con Campazzo, Bolmaro, Delfino, Brussino y Delía. Lo sabe el entrenador, la diferencia de jerarquía que tiene es notable.