La última noche de Ayrton Senna trasncurrió en el Hotel Castello de Imola donde una curiosa anécdota acompañó al brasileño
El sábado, 30 de abril de 1994, Hotel Castello, Imola, Italia.
En la suite 200 transcurre la última noche de Ayrton Senna.
Faltan pocas horas para el «Gran Premio de San Marino» y en el aire se respiraba tensión lúgubre.
Esa misma tarde, había muerto Roland Ratzenberger; el día anterior, el brasileño Rubens Barrichello, protegido de Senna, se había salvado de milagro tras el espectacular accidente, durante los entrenamientos en el circuito «Enzo y Dino Ferrari», con el Jordan Peugeot.
Senna, muy afectado, quiere que todo se detenga en el tiempo.
Apesadumbrado llegó a eso de las 22 hs., al hotel Castello, cuando una extraña pareja de recién casados lo intercepta y le piden una foto.
Davide Tinarelli estaba celebrando su boda en el restaurante del hotel y le pidió al brasileño si podía posar junto él y su flamante esposa para una foto, además de manifestarle su profunda admiración.
Ayton aceptó amablemente y les deseó a los flamantes novios muchas felicidades para luego retirarse hacia el ascensor.
Suite n° 200 – Hotel Castello de Imola – Aquí pasó su última noche Ayrton///
Trattoría Romagnola donde Ayrton tuvo su última cena///
Antes de llegar al lugar de descanso Senna y su fisioterapeuta Josef Leberer cenaron en la Trattoría Romagnola. Según su acompñante el astro brasileño cenó espaguetis al torchio, ensalada mixta, ensalada de frutas y bebió agua natural tal cual era su costumbre.
Pero curiosamente por primera vez en su trayectoria no había querido hacerse un masaje como era habitual.
Esa última noche seguramente fue, una noche de pensamientos y reflexiones, no solo por lo acontecido con los accidentes previos, sino porque su hermano Leonardo acababa de hacerle escuchar una grabación comprometedora de Adriane, su novia, la única persona en la que el tricampeón mundial sentía cierta paz.
Lo que pasó el día siguiente es historia conocida. Muchos creen que Ayrton no estaba anímicamente en condiciones de afrontar el compromiso del Gran Premio, pero la garra, el profesionalismo y el talento superaban cualquier situación comprometida.
Solo Dios, el destino, o vaya a saber qué, nos dejaron sin uno de los mejores pilotos de la historia.
Fuente: Marcelo Mercado – Carburando – Fotos: Carburando