Los que son parte de la Fórmula 1 repiten con insistencia que «el automovilismo se convirtió en una industria segura». La solidez se argumenta en cómo se desarrolló el Gran Circo para no sufrir una muerte en un circuito, desde el fatídico fin de semana de San Marino 1994, cuando fallecieron Ayrton Senna y Roland Ratzenberger. Pero es un virus, la pandemia mundial de Covid-19, el que rompe con esa presunción de estabilidad y desata el caos: Grandes Premios cancelados y suspendidos, millones de dólares de pérdidas, estructuras con economías que se asfixian a causa de la inactividad. La Federación Internacional del Automóvil, Liberty Media y los diez equipos que componen la grilla sostienen constantes reuniones, mediante teleconferencias, con el objetivo de trazar un plan y poner a andar a la F.1 y el gigantesco negocio que encierra la categoría: las palabras calendario y protocolos marchan a la cabeza de las conversaciones.
La idea es que la aventura que debió empezar en Melbourne, el 15 de marzo, cita que se canceló por los casos de coronavirus en el personal de McLaren, se relance el primer fin de semana de julio en Spielberg. El escenario austríaco sería sede de dos carreras, ya que la experiencia se repetiría siete días después. «Tenemos plena capacidad. En Austria tuvimos suerte, los casos fueron muy pocos. En cuanto a tratamiento médico, espacio médico y unidades de emergencia alrededor del Red Bull Ring, no hay problema», anunció Alexander Wurz, expiloto y actual presidente de Grand Prix Drivers Association (GPDA), que nuclea a los corredores. La seguridad de no sufrir contagios en los países que reciban a la caravana y que esta no sea transmisora del virus es la preocupación del Gran Circo y quedó de manifiesto en la advertencia que lanzó el austríaco Wurz: «No iremos a países donde la crisis sanitaria sea tan grave que no haya suficiente capacidad en su sistema médico».
Entre las medidas se destaca el límite de personal por equipo, que no podrá ser más de 80 personas, de las cuales 60 serán el máximo para trabajar en los autos. El número lo estableció Gerard Saillant, presidente de la Comisión Médica de la FIA. La reducción de miembros desplazados no contempla a los trabajadores de hospitalities, patrocinadores, marketing, relaciones pública y transporte.
Silverstone espera una señal del Gobierno
Con Austria como señal de largada, la siguiente parada sería Silverstone, Inglaterra. La sede donde en 1950 empezó la aventura de la F.1, sin embargo, es eje de controversias, debido a que es uno de los países más afectados de Europa y a la restricción que impondrá el gobierno a los visitantes que ingresen al Reino Unido a partir del 8 de junio: la disposición de aislarse durante 14 días hace inviable la doble fecha. Después del fracaso de un primer intento de invocar una exención general para el personal deportivo, el gobierno de Boris Johnson y la F.1 acercaron posiciones: «Trabajamos estrechamente para garantizar que nuestra temporada pueda continuar con la seguridad como nuestra primera prioridad», recogió el sitio The Race, de un portavoz del Gran Circo.
De asegurarse Silverstone -la F.1 tiene a los circuitos de Hockenheim y Hungaroring como alternativas-, la flexibilidad para que los siete equipos de la grilla que tienen sede en el Reino Unido puedan retornar después de cada Gran Premio sin cumplir una cuarentena, traerá alivio a las escuderías, que de lo contrario deambularían con su personal por el Viejo Continente entre las carreras. Después del GP de Gran Bretaña, en agosto la temporada recorrería Hungaroring (9/8, Hungría), Barcelona (23/8, España) y Spa-Francorchamps, Bélgica, el 30/8. El 6 de septiembre, Monza albergaría el GP de Italia, antes de iniciar el periplo asiático, con Azerbaiyán, Rusia, China y Japón. Todos movimientos que serán controlados y estarán supeditados a que no exista algún rebrote y con la vista puesta en países como Estados Unidos y Brasil, con fechas para fines de octubre y comienzo de noviembre.