«Este partido es muy importante para mí por la calidad de Thiem y porque es mi amigo en el circuito. Creo que al final, esta noche y después de cinco horas, yo merecía ganar. Estoy feliz no solo por las semifinales, sino también por lo que he jugado», comentó Schwartzman (12° preclasificado), con una sonrisa dibujada y frente a la mirada de su entrenador, Juan Ignacio Chela, secundado por el preparador físico Martiniano Orazi.
Schwartzman, que había alcanzado los cuartos de final en tres ocasiones en Roland Garros 2018 -cayó ante Nadal- y en el US Open, en 2017 y 2019, supo restablecerse en el primer set de un quiebre. El austríaco se adelantó 4-2, pero enseguida el jugador formado en el Náutico Hacoaj se repuso y recuperó su servicio en el game siguiente. Luego, en el tie break, dominó con solvencia y dio un gran primer paso. La diferencia estuvo en los errores no forzados: Thiem cometió 19, mientras que Schwartzman solo 11.

En el segundo set, Thiem se adelantó al quebrar en el primer inicial, pero el Peque emparejó al romperle el servicio e igualar 3-3. Schwartzman desperdició una invalorable posibilidad de ponerse en ventaja 6-5: tuvo la chance de colocarse 15-40, pero falló una pelota increíble al lado de la red. Fue allí cuando el argentino entró en un laberinto mental.
Ya en el game siguiente, en el 15-30 con su saque, dijo: «Es increíble, me quedé enganchado en esa pelota que quedó en la red». Y en el 15-40, repitió: «Es increíble, estoy haciendo todo bien y me quedo por eso» y se señaló la cabeza. Así fue como perdió el parcial y se le escurrió una chance inmejorable para ganar el segundo set.

En el tercer parcial, en medio de una dura puja de largos puntos, Schwartzman continuó con algunos lamentos. «No me sale, no me sale, le pongo garra pero no me sale». Una vez más, el Peque contó con una ocasión inmejorable: un set point para llevarse el parcial 6-4, pero siempre le dio una vida más a Thiem, que como buen N° 3 del mundo escapó de manera brillante de situaciones límite. Y ahí empezó la desesperación de Schwartzman en busca de respuestas e inició un diálogo con su entrenador, Juan Ignacio Chela. «No me digas más ‘vamos’. Decime algo que me sirva para el partido».
Y luego de un intercambio de quiebres, el desarrollo condujo a un tie break, en el que Thiem prevaleció imponiendo su saque y su derecha. A esa altura, el partido llegaba a las 3 horas y 20 minutos de duración y le proponía un desafío muy mental a Schwartzman para el cuarto set, luego de haber desaprovechado varias oportunidades para desnivelar que lo terminaron frustrando.

En el cuarto set, una vez más, el Peque dejó pasar el tren: sacaba 5-4 y 40-0, pero un increíble passing shot de derecha del austríaco -uno de los mejores puntos del torneo- lo mantuvo a salvo y terminó emparejando el quiebre para quedar 5-5. La pulseada entre dos grandes amigos de ATP Tour alcanzó su punto máximo, con pelotas pesadas debido a la humedad de la cancha. Y en el tie-break, en esta ocasión, la balanza se inclinó para el argentino.
Así se fueron a un quinto set, en donde se lo vio al Peque mucho más entero físicamente. Paradójicamente, terminó siendo el set más sencillo para Schwartzman, que imaginariamente toma la mano de Nadia Podoroska. Juntos están reescribiendo los libros del tenis argentino.
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Fuente: LA NACION DEPORTES – Fotos: Reuters – Crédito: Anne-Christine POUJOULAT / AFP – Crédito: AP Photo/Alessandra Tarantino – AFP – Tweets Roland-Garros@rolandgarros – LA NACION DEPORTES