Una pelea entre los tenistas y la AAT culminó con una publicación en La Nación, firmada por 212 personalidades, para atacar a los jugadores. Fue un día antes de que comenzará la serie, y la derrota, contra la Checoslovaquia de Ivan Lendl.
Felizmente, hace pocos años y sobre una carpeta sintética de Zagreb, llegaron Juan Martín Del Potro y sus compañeros y terminaron con esa extensa saga de infortunios: Argentina, campeón de la Copa Davis, lo que tantas veces merecía y nunca concretaba. El tenis argentino ya había protagonizado varias finales, pero en dos oportunidades la posibilidad de ganar la Davis se pulverizó por escándalos internos. La última, más reciente y más fresca, fue ante un debilitado equipo español en la final de Mar del Plata, en 2008. ¿La otra? En realidad, una semifinal, hace cuatro décadas cuando nuestro equipo contaba con dos de los mejores tenistas del mundo –Guillermo Vilas, José Luis Clerc- y perdió, acaso inesperadamente, contra la entonces Checoslovaquia en el court central del Buenos Aires.
Fue una historia de escándalos e incomprensiones, de reencuentros y rupturas, de gritos y lamentos. Para Vilas, el más importante tenista de nuestra historia, fue también su pasaje más amargo, el más doloroso de su carrera. Y lo dijo allí mismo, en la conferencia de prensa posterior, en realidad un doloroso monólogo: “Este es el final de un sueño, ya nunca podré ganar la Copa Davis. Era mi última oportunidad”…
La posibilidad de ganar la Davis estaba abierta después de aquel triunfo memorable de marzo, también en el Buenos Aires, ante Estados Unidos, cuando tanto Clerc (en su partido consagratorio, tal vez el más grande de su vida) como Vilas derrotaron a John McEnroe en cinco sets y a Brian Gottfried, el otro calificado singlista.
Vilas y Clerc, juntos, en el partido del dobles. contra Checoslovaquia.
Desde aquel momento y hasta la Davis pasaron seis meses y los principales capítulos de la temporada tenística, que confirmó la vigencia de Vilas (N° 4 del mundo) y el ascenso de Clerc al top ten. El Abierto de Estados Unidos era la última de las grandes citas previas –allí Clerc fue rápidamente eliminado por el sudafricano Bernie Mitton y Vilas por el polaco Wojtek Fibak en octavos- pero también fue la primera señal de alerta. Ivan Lendl despuntaba como otro integrante de la próxima camada de estrellas, que ya contaba con McEnroe, el propio Clerc y el francés Yannick Noah.
Lendl venía de ganar su segundo título del año en Toronto –por el abandono de Borg en la final- y su juego en Flushing Meadow fue implacable, sobre todo cuando demolió a un tenaz, molesto e inagotable Harold Solomon. Recién lo detuvo McEnroe en cuartos, el mismo que tres días más tarde alzaría ante Borg su primera corona de Grand Slam.
Ivan Lendl, en uno de los camarines de Flushing Meadow, entrevistado por Luis Vinker, enviado especial de Clarín a la edición 1980 del Abierto de los Estados Unidos. Foto: archivo
A pesar de ello, no había dudas de que la Argentina era rotunda favorita para la semifinal de la Copa. Durante nuestra estadía en Flushing Meadow, consultamos a los integrantes del equipo de Estados Unidos y así nos respondieron:
- “Argentina va a ganar, tiene el equipo más completo” (McEnroe)
- “Argentina ganará 3-2” (Gottfried)
- “Con dos top-ten en su equipo, Argentina no puede perder” (Tony Trabert, el capitán).
En la sala de prensa de Flushing, la sensación fue la misma:
- “Argentina gana, Vilas es invencible en su casa” (Bud Collins)
- “Argentina será el campeón este año, no hay dudas” (Rino Tomassi).
Hasta el mismo Lendl nos dijo en el vestuario: “La Argentina es favorita para ganar la Copa este año”. Pero no se entregó: “Nunca pierdo las esperanzas. Si no, directamente no iría. Además, la presión estará sobre ellos, no sobre nosotros”.
Lendl llegaba a la Argentina como flamante número 8 de la clasificación de la ATP, pero el segundo jugador de su equipo, un experimentado Tomas Smid, llevaba dos meses de inactividad por una operación en el pie, estaba en plena recuperación. El capitán Antoni Bolard lo descartó para los singles y sólo lo destinó a dobles, quedando la otra plaza individual para un jugador de inferior calidad, Pavel Slozil. Era el 96° del ránking, había llegado a cuartos de final en Kitzbühel y Munich sobre canchas lentas y alcanzaría la fama una década después, al conducir a Steffi Graf a la cumbre del tenis femenino… Hasta allí, eran todas previsiones deportivas. Pero la cuestión extratenística, que se desató desde el mismo momento del gran triunfo sobre el escuadrón USA en marzo, copó tanto la atención de jugadores y dirigentes durante esos seis meses. Y terminaría influyendo en lo sucedido entre el viernes 19 y domingo 21 de septiembre, aunque no sabemos cuánto.
Ivan Lendl y Guillermo Vilas, en el segundo punto de la serie. El primer golpe del checo.
Fue, esencialmente, una discusión económica, con Vilas y Clerc por un lado –con sus managers Ion Tiriac y Patricio Rodríguez, recientemente fallecido– y la dirigencia de la AAT, presidida por Horacio Billoch Caride, por otro.
Cada torneo del circuito, era la oportunidad para que Vilas descargara su artillería. Cuando Vilas y Clerc lograron la Copa de las Naciones en Düsseldorf –allí Vilas quebró cinco años de imbatibilidad de Bjorn Borg en sus duelos personales- difundieron un comunicado y reclamaron “una organización profesional que se haga cargo de la Copa Davis”.
Semanas después, Vilas conquistó otro de sus títulos relevantes, el Abierto de Italia y afirmó: ”No queremos hablar con la Asociación, sino con alguien responsable que comprenda y solucione”. Billoch le respondió: “La Asociación no declinará su autoridad, lo que nos piden es exorbitante”.
Llegó Roland Garros y Vilas señaló: “Nunca hicimos problema. Desde los 19 años jugué la Copa Davis, y gratis. Y si dicen que hay que hacerlo por la bandera argentina, adelante. Pero que nadie haga negocio”. Redactó otro comunicado de seis puntos proponiendo que todos –él mismo, la televisión, la Asociación y los promotores- no cobraran un centavo por la Davis. La respuesta de la Asociación fue una conferencia de prensa de Billoch, detallando los aportes que la AAT les hizo a sus jugadores desde sus giras juveniles.
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Entre tanta tensión, hubo versiones de que Vilas y Clerc no jugarían. Operado de apendicitis, lo que le privó de varios torneos, Vilas retornó en Kitzbühel, donde se llevó el título en tres sets… contra Lendl. Y allí aseguró que jugaría la Davis: “No aceptaré dinero alguno y lo que me corresponda, lo voy a donar. Lucharé incansablemente por la victoria en homenaje al tenis de mi patria”.
En su edición del 19 de agosto, El Gráfico reveló las cifras que ofrecía la Asociación: 65 mil dólares para Vilas, 50 mil para Clerc, 40 mil a repartirse entre los otros integrantes del equipo. La AAT percibiría 150 mil dólares, mientras que la producción general del evento a cargo de Fernando Marín y la TV por Canal 9 se llevaría un millón.
La tensión se mantenía hasta que –según reveló el periodista Guillermo Salatino en su libro “El séptimo game”- una “cumbre” durante el Abierto de Estados Unidos, en un hotel de Nueva York, reunió a Vilas y Tiriac con Marín y el propio Salatino. Allí, desde la producción se accedió a ofrecerles a Vilas y Clerc una suma mucho mayor, ellos se comprometieron a jugar y finalmente donaron parte de sus honorarios a entidades solidarias.
Lendl y Vilas en las semifinales de la Copa Davis de 1980 / Archivo Ole
Pero aquel clima había tensionado todo. Y algunas alusiones personales sobre Billoch –un directivo con quien, hasta aquella época, la relación era impecable- derivaron en la famosa solicitada, publicada en La Nación el jueves 18 de septiembre, en vísperas de la semifinal.
Pasadas cuatro décadas, las opiniones pueden ser múltiples y ninguna, contundente. Las incógnitas serán eternas. ¿En cuánto influyó el clima previo sobre nuestros jugadores? ¿Era Lendl igualmente invencible?
Con el extrovertido estadounidense Frank Hammond como árbitro principal y la televisación de Canal 9, Clerc y Slozil disputaron el primer partido. Recién en el quinto set (6-1), un Clerc errático pudo asentar su superioridad y conseguir el primer punto.
Pero Lendl no le concedió opciones a Vilas en el segundo, quitándole un invicto de siete años en ese escenario, donde su última caída se había producido ante el chileno Patricio Cornejo. Las tribunas parecían contagiadas de aquel clima de tensión, el aliento no se notaba y hasta llegó el bochorno, cuando algunos desaforados arrojaron sachets de shampoo contra Lendl y obligaron a suspender el partido por diez minutos, al promediar el tercer set.
El dobles fue fundamental, como tantas veces en la Davis: 6-2, 6-4 y 6-3 para la dupla Lendl-Smid. “Ellos jugaron mejor. Nosotros tratamos de salir de este clima y de que nuestros jugadores pudieran concentrarse, pero no lo logramos. A lo mejor es una excusa. Y la única excusa es que ellos jugaron mejor”, comentó el capitán argentino, Lito Alvarez.
Clerc le había ganado a Lendl en sus tres choques anteriores y estaba la esperanza de recuperarlo para el último día, pero no fue suficiente. “Está desconcentrado y nervioso”, justificó su entrenador, el Pato Rodríguez. Lendl era el hombre de la serie: 6-1, 7-5, 6-8 y 6-2 para instalar a su equipo en la finalísima del 80.
“Nos encontramos con una Argentina herida, jugaron por debajo de lo que podían”, admitió el capitán visitante. Y Lendl exclamó: “Sinceramente, nunca pensé que ganaríamos. Este es el momento más hermoso de mi carrera” .. Desde allí, se convertiría en uno de los más relevantes tenistas del mundo y dueño de ocho títulos de Grand Slam. “Se nos escapó una de las mejores oportunidades para ganar la Davis. Pero el tiempo, como siempre, cura las heridas”, expresó Lito.
Vilas –quien había cerrado la serie con un cómodo 6-2 y 6-2 ante Slozil- no pensaba lo mismo. Estalló en la ronda de prensa: “Hemos perdido la oportunidad más grande para el tenis argentino, yo nunca podré ganar la Copa Davis. Este es el final de un sueño y no por mi culpa. Los responsables se darán cuenta, con el tiempo, del daño que hicieron”.
Otra posta de aquella semifinal que terminó en escándalo. Foto: Archivo Olé
Estaba furioso por la solicitada: “Yo les había dicho antes, saquen la solicitada, quemen mi casa, hagan lo que quieran. Pero el lunes, después de que hayamos ganado. Ahora hay que investigar quiénes fueron los culpables”.
Vilas también apuntó a la venta de entradas, que había llevado a un público “frío” en lugar de las multitudes fervorosas que alentaron contra Estados Unidos: “Este no fue el mismo público, no vinieron a ver ganar a la Argentina. Nunca vi tantas corbatas en el court central. Estamos retrocediendo. El tenis es un deporte popular, no para unos pocos privilegiados”.
Aquella crisis se llevó puesta a la dirigencia de la AAT –renunció Billoch, más adelante llegó el escribano Juan José Vázquez y recompuso en parte la relación con los jugadores- y derrumbó toda ilusión. Pocos días más tarde, en la semifinal del torneo de Madrid, Clerc y Lendl volvieron a encontrarse: fue 1-6, 6-0 y 6-3 para el argentino, quien también le ganó la final… a Vilas.
La Italia de los populares Panatta y Bertolucci llegó a la final tras vencer en casa a los australianos, pero poco pudo hacer después frente a la armada checa. Vilas y Clerc batallaron en los años siguientes –y estuvieron a un paso de la hazaña en Cincinnati, en 1981- pero la Copa Davis sólo quedó como un sueño para ellos.
Lo que escribió el recordado Lucho Hernández en su crónica para El Gráfico resultó una profecía: “Este un triste final para un ciclo brillante. Habrá acusaciones, se buscarán culpables. La vida continuará con su eterno paso del tiempo. Entonces volverá a llegar el momento en que la Copa Davis se convierta otra vez en un sueño y se pueda hacer realidad para los argentinos. Porque el mañana siempre es esperanza de algo mejor”.
La solicitada más famosa de la historia
Solicitada de la AAT año 1980
La solicitada (tristemente) más famosa de la historia del tenis, y acaso de nuestro deporte, apareció en La Nación el jueves 18 de septiembre de 1980, en vísperas de la semifinal entre la Argentina y Checoslovaquia. Llevaba la firma de 212 personas, en su amplia mayoría vinculadas al ambiente tradicional del tenis que se concentraba en el Buenos Aires Lawn TC y en el Tenis Club Argentino. Aparecían desde uno de los jueces históricos de este deporte como Otto Hauser o más más jóvenes como Martín De Gainza, hasta economistas como Juan Llach.
Estaba también la firma del empresario Emilio Naum –luego asesinado por la siniestra banda del clan Puccio– y de su mujer, Alicia Betty. Y también la de Adolfo Bioy Casares, un reconocido habitué del TCA pero que poco tendría que ver con los entretelones de la Copa.
En la solicitada señalaban: “Alertamos a la opinión pública sobre el daño que tales desafueros (en referencia a las críticas de Vilas a la AAT) han causado al deporte y al tenis nacional”. Y sobre las críticas de los jugadores a Horacio Billoch replicaban: “Merecen nuestro más enérgico repudio”.
Vilas quedó furioso apenas se enteró: “Esa solicitada fue firmada por personas que se han sentado a la mesa a comer conmigo y me decían que yo era un genio, el mejor del mundo. Han probado que no tienen palabra. Sacaron la solicitada el jueves, con toda premeditación. Causaron un gran mal. Fue un error del diario La Nación, debieron publicarla en la página de chistes. La publicaron en el peor momento. Entonces, yo me sentí con ganas de revancha y jugué mal”.
Guillermo Vilas explotó contra quienes firmaron la solicitada en una conferencia de prensa. Foto: Archivo Ole
Uno de los firmantes era Diógenes de Urquiza Anchorena, directivo del TCA. Lo curioso es que décadas más tarde, uno de sus hijos, Justo José de Urquiza, fue por algún tiempo el manager del propio Vilas y su hermano Diógenes -secretario de Deportes en el último período de la presidencia de Mauricio Macri– también trabajó junto a Willy y le organizó el homenaje por los 20 años de la victoria en Forest Hills.
Diógenes Jr, ahora, sostiene: “La solicitada se hizo para apoyar a Billoch, mi padre nunca quiso atacar a Guillermo… No puedo decir que luego se hayan reconciliado porque en realidad nunca se pelearon”.
El periodista Eduardo Puppo, quien desde hace varios años batalla por la “reivindicación del número 1 del 77”, afirma que “a Vilas le quedó la bronca por esa solicitada y creo que no perdonó nunca a todos los que la firmaron”.
Uno de ellos era Arturo Grimaldi, padre de quien luego fue presidente de la Asociación en otro período complicado. “Arturo, el padre, se encontró con Guillermo mucho después y con lágrimas en los ojos le pidió perdón por aquella solicitada”, agrega.
Clerc, uno de los grandes protagonistas de aquel momento, dio vuelta la página en diálogo con este diario: “La realidad fue que nos encontramos con Ivan Lendl en pleno despegue y nos ganó. A mí me dolió mucho más la derrota en la final de Cincinnati, al año siguiente, que esa semifinal. ¿Si influyó la solicitada? En mi caso, cuando entraba a la cancha me olvidaba de todo. Podía jugar bien o mal, pero no por lo que sucedía afuera. Cuando jugamos en Cincinnati, yo estaba peleado con Guillermo, ni nos hablábamos… y casi ganamos. Y yo siempre me tenía fe. A mí me quedaron dos espinas en mi campaña, esa derrota en Cincinnati y no ganar Roland Garros”.
MFV
Fuente: Luis Vinker – Clarín.com – Deportes – Archivo Ole – Fotos: archivo – Archivo Ole –