A los 80 años, precisa audífonos y mejorar su situación habitacional.
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Blanca Brucoli tiene 80 años y en la entrada de su casa, en el barrio Cri Cri, en la localidad de Garín, partido de Escobar, cuelgan de la pared todos los reconocimientos que recibió en los últimos años por haber sido una de las integrantes del equipo argentino que disputó el Mundial de México 1971, una Copa que no organizó la FIFA, pero en la que una selección integrada por mujeres le ganó a Inglaterra 4 a 1 en el estadio Azteca. Fue titular en ese y en el resto de los partidos y tiene toda una vida como futbolista. Hoy pide ayuda a través de otras personas: necesita audífonos y juntar dinero para mejorar su situación habitacional. Su casa tiene un techo de chapas por donde entra agua cuando llueve. Blanca necesita abrigo para los días fríos y también alguien que haga el trabajo para cambiar esas chapas por otras que, cuenta Lorena, su sobrina, ya consiguió.
La Coordinadora Sin Fronteras de Fútbol Feminista, un espacio que une a jugadoras, hinchas, dirigentes y periodistas para luchar contra las desigualdades en el deporte, junta dinero a través de una cuenta con el alias futbolfeminista.
“Blanquita”, como le dicen sus compañeras de aquel Mundial, se crió en esa casa y empezó a jugar al fútbol en ese mismo barrio desde que tiene uso de razón. Betty García y Teresa Suárez, dos de sus compañeras de aquella selección, dieron aviso y pidieron armar una movida para darle una mano. Hoy, todas están jubiladas. Brucoli, por caso, cobra la jubilación mínima y vive con Carmen, su hermana, con quien jugaba. Carmen no viajó a aquel Mundial porque quedó embarazada y está al cuidado de Blanca porque tiene Alzheimer.
Brucoli conserva su espíritu gracioso. “Nunca dejé de jugar. A veces juego con los recuerdos, pero juego igual”, dice. Y a quien se acerca le pide que le hable a los gritos. “Tiene un televisor y se la pasa viendo fútbol”, cuenta Lorena, su sobrina y vecina. Blanca es una de sus tías preferidas. “Ella siempre jugó con nosotras a la pelota, hasta de grande. Incluso armamos un equipo y nos entrenaba. Llegamos a jugar torneos, fuimos a Lomas de Zamora y a otros lugares, siempre en cancha de 11. Hasta que quedamos embarazadas y dejamos”, dice Lorena.
Y recuerda que en la familia siempre se vivió con orgullo lo que Blanquita había logrado en el Mundial. “Todos en la familia y en el barrio sabíamos que jugaba re bien. Como futbolista era una masa mi tía. Yo siempre conocí su historia porque ella algo nos contaba, por arriba”. En sus tiempos de futbolista, podía ser enganche, extrema por derecha, o moverse por cualquier sector del ataque. Su nombre aparece en varios medios que cubrieron algunos de los partidos en los que estuvo. En 1964, después de un duelo entre argentinas y uruguayas ante 5000 personas en la vieja cancha de Platense, el diario Clarín publicó una foto en la que se la ve haciendo jueguitos. En el epígrafe se lee: “Blanquita: como el mejor crack”. El título de la nota iba a tono con el machismo de la época: “Curiosa Exhibición de Fútbol. Mujeres que juegan mejor que hombres”.
El documental Copa 71, producido por las hermanas Venus y Serena Williams y por la futbolista estadounidense Alex Morgan, está en Netflix. Al verlo se puede tomar dimensión de lo que fue aquel Mundial. Estadios llenos, furor por las jugadoras, medios de comunicación que seguían el pulso del torneo casi minuto a minuto. Un viaje a un pasado feliz. Parece común que en la carrera de una futbolista se piense en presente. Desde ese punto, el futuro es el retiro. ¿Y una vez retiradas, qué?
20294 personas en el Stade Ocean para ver este Argentina-Inglaterra
Entre ellas, las siete Pioneras mundialistas de 1971: Betty García, Elba Selva, Angélica Cardozo, Marta Soler, Teresa Suárez, Blanca Brucoli y Eva Lembesis pic.twitter.com/aN0vkqPBTO— Ayelén Pujol (@ayelenpujol) June 14, 2019