La final del Masters 1990 fue uno de los mejores partidos de la historia, con el atractivo de ser un partido de largo aliento.
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UEVA YORK.– A lo largo de sus carreras, Monica Seles y Gabriela Sabatini se enfrentaron 14 veces, con 11 victorias para Seles.
Pero su partido más memorable fue la final del Campeonato Virginia Slims, que cerraba la temporada en el Madison Square Garden de Nueva York en 1990. Fue la primera final a cinco sets del torneo. El cambio de formato, de tres a cinco sets desde 1984, fue un intento del circuito por demostrar que las mujeres podían jugar al mismo nivel que los hombres en los grandes torneos y, por lo tanto, debían recibir los mismos premios.
El partido fue un emocionante duelo de 3 horas y 47 minutos, que Seles ganó por 6-4, 5-7, 3-6, 6-4, 6-2. Las reacciones posteriores al partido fueron muy diferentes.

Sabatini estaba tan exhausta después del partido que, cuando una amiga la visitó en el vestuario, sus piernas cedieron al intentar levantarse. Seles, sin embargo, estaba tan llena de energía que volvió al gimnasio del hotel y corrió en la cinta durante una hora mientras charlaba con su padre, Karolj.
De 1984 a 1998, las finales del campeonato femenino de fin de año se disputaban al mejor de cinco sets. Sin embargo, este formato se abandonó en 1999, y desde entonces la final por el título vuelve a ser al mejor de tres sets.
Las Finales de la WTA de este año comenzaron el sábado en el pabellón cubierto de la Universidad Rey Saud en Riad, Arabia Saudí, con la participación de Aryna Sabalenka, Iga Swiatek, Coco Gauff, Amanda Anisimova, Jessica Pegula, Madison Keys, Jasmine Paolini y Elena Rybakina.
El premio total del campeonato en 1990 fue de 3 millones de dólares, pero este año ha aumentado a 15,5 millones. La campeona, si gana sus tres partidos de la etapa de grupos, así como las semifinales y la final, recibirá 5.235.000 millones de dólares. El año pasado, Gauff ganó 4.805.000 millones de dólares por vencer a Zheng Qinwen en la final.
El tenis femenino vivió su época dorada en la década de 1980. Martina Navratilova y Chris Evert protagonizaron una rivalidad de 80 partidos, mientras que Tracy Austin, Hana Mandlikova, Helena Sukova y Jana Novotna también eran jugadoras destacadas. Steffi Graf, Seles, Sabatini, Arantxa Sánchez-Vicario y Jennifer Capriati les seguían de cerca, con Martina Hingis, Venus Williams, Lindsay Davenport, Serena Williams, Justine Henin y Kim Clijsters a punto de irrumpir en la escena.
A pesar de la gran atención mediática que recibieron las mujeres tras la victoria de Billie Jean King sobre Bobby Riggs en la “Batalla de los Sexos” de 1973, pasarían muchos años antes de que recibieran la misma remuneración en los premios de los Grand Slams, con la excepción del Abierto de Estados Unidos, que otorgó igualdad salarial en 1973. En 1984, el campeón masculino de Wimbledon ganó 100.000 libras, mientras que la ganadora femenina recibió 90.000. El principal argumento era que los hombres jugaban tres de cinco sets en los Grand Slams y en la Copa Davis, mientras que las mujeres jugaban dos de tres.
“Yo estaba a favor de jugar tres de cinco sets en los Grand Slams, sólo para demostrar que podíamos hacerlo”, declaró Navratilova por teléfono desde su casa en Florida el mes pasado. “Queríamos que el mundo supiera que no éramos débiles. Nunca tuvimos la oportunidad en los Grand Slams, pero sí en las Finales, y me encantó”.
Anne Person Worcester trabajó para Virginia Slims, patrocinador del circuito, en la década de 1980 y posteriormente se convirtió en la primera mujer CEO del circuito WTA en 1994. Apoyó el formato al mejor de cinco sets en el Madison Square Garden.
“El tenis femenino estaba en su mejor momento, y Virginia Slims quería ser única”, declaró Worcester por teléfono en septiembre. «Tras décadas de debates sobre la igualdad de premios, lo que más escuchábamos era que los hombres jugaban más tiempo que las mujeres. Era un argumento absurdo, porque si vas a ver una obra de Broadway o una película de tres horas, ¿pagas más que por una de dos? Pero jugar al mejor de cinco sets se convirtió en una novedad, y la mayoría de las jugadoras lo apoyaron».
Navratilova ganó los cuatro primeros campeonatos con una final al mejor de cinco sets. En total, ganó el título ocho veces entre 1978 y 1986, pero nunca jugó cinco sets. En más de 15 años y 16 torneos, sólo tres finales se extendieron al máximo, con Graf venciendo a Anke Huber en 1995 y a Hingis al año siguiente, y Seles ganando a Sabatini en 1990.

Tanto Seles como Sabatini afirmaron no haber sentido nunca el peso físico ni emocional de su partido a cinco sets, a pesar de la duración del encuentro.
“Me encantó el formato al mejor de cinco sets”, declaró Seles por teléfono desde su casa en Florida en octubre. “Me pareció que igualaba mucho más el marcador, porque si jugabas un mal set o tenías un comienzo lento, aún podías ganar”.

Sabatini recordó haber pensado que, tras ganar el tercer set y ponerse dos sets a uno arriba, en cualquier otro torneo el partido habría terminado.
“Pudo haber terminado ahí mismo, pero sabía que aún me quedaba al menos un set por jugar”, comentó Sabatini por teléfono desde su casa en Pfäffikon, Suiza, en septiembre. “Fue un enfoque diferente y necesité una mentalidad especial”. Sabatini, ahora con 55 años, quien ganó su único Grand Slam en el Abierto de Estados Unidos en 1990, ganó el Masters dos veces: en 1988 venciendo a la estadounidense Pam Shriver y en 1994, superando a otra jugadora local, Lindsay Daveport.

Seles, ahora con 51 años, tenía 16 cuando ganó el título hace 35 años, convirtiéndose en la jugadora más joven en ganar las Finales de la WTA, tanto en individuales como en dobles. Aquel partido fue la primera final femenina a cinco sets desde que Elizabeth Moore derrotó a Myrtle McAteer en la final del Campeonato Nacional de Estados Unidos en 1901. Seles ganaría el campeonato los dos años siguientes, en ambas ocasiones contra Navratilova.
Ninguna de las dos jugadoras afirmó haberse sentido cansada durante el partido.
“Físicamente me sentía bien”, declaró Sabatini. “Es imposible prepararse para este tipo de partido, ya que el resto del circuito se juega al mejor de tres sets. Así que simplemente hay que jugar punto a punto, juego a juego, sin pensar realmente en el marcador. No me sentí cansada en absoluto mientras jugábamos. Fue después cuando me di cuenta de lo agotada que estaba».
Seles afirmó que jugó impulsada por la adrenalina, sobre todo al final. “Cuando terminó, estaba eufórica”, dijo. “Pero eso es lo que pasa cuando ganas”.
Pinceladas de aquella final Seles-Sabatini

Parte de la euforia se debió al apoyo incondicional del público que ambas jugadoras sintieron. La mayoría de las 18.000 entradas del Madison Square Garden estaban vendidas, y el ambiente era ensordecedor. Ningún otro recinto para una final femenina de fin de año, ni antes ni después, ha tenido una capacidad tan grande. Este año, el aforo en Riad es de aproximadamente 4200 espectadores.

En 1998, después de que Hingis venciera a Davenport en cuatro sets, el experimento llegó a su fin. Bart McGuire, director ejecutivo de la WTA entre 1998 y 2001, se había opuesto al formato.
“Mi argumento era que el valor del espectáculo era un criterio mucho mejor que la duración”, declaró McGuire en un correo electrónico el mes pasado. “Usain Bolt, corriendo 100 y 200 metros, aún podía ganar más dinero que cualquiera que corriera 10.000 metros. Y Pavarotti no cobraba menos por cantar óperas de Verdi de hora y media que los tenores principales que cantaban óperas de Wagner de cuatro o cinco horas”.

McGuire también opinaba que los partidos más largos contribuían a las lesiones y dificultaban la programación y la cobertura televisiva.
“Parecía inapropiado pedirles a las jugadoras que disputaran la final del Campeonato WTA en un formato que sólo usaban una vez al año y para el que no se habían entrenado o no podían entrenar”, dijo. “La gran mayoría de las jugadoras coincidieron en que jugar al mejor de cinco en un solo partido no tenía mucho sentido, igual que dividir el Super Bowl en cinco periodos en lugar de cuatro”.
Seles comentó que el formato a cinco sets fue divertido mientras duró.
“Fue una final de ensueño, un momento increíble”, dijo Seles. “Jugar contra Gaby fue un placer. Fue tenis puro, sin trucos ni artimañas. Ambas lo dimos todo en cada punto, y el público disfrutó cada minuto. Era el último partido de la temporada, y sabíamos que éramos la estrella”.
















