El resultado de Barcelona generó un impacto en el club catalán, pero también debería servir como un buen ejemplo para Lionel Scaloni. Un buen ejemplo para no repetir, sobre todo viendo a un Lionel Messi que sigue siendo un crack, aunque más terrenal. Ya no se trata de mirar solo los gustos del Nº 10 o con quién se siente más cómodo alrededor, sino también ubicando «características» que le permitan a él seguir siendo decisivo en los metros finales. Y sin que eso le genere un desgaste físico abrumador.
El coronavirus alteró los planes naturales incluso en el fútbol, pero desde hace tiempo que Messi, por momentos, camina la cancha. Él mismo regula sus energías, aunque se mantenga determinante. Puede tocar la primera pelota a los 35 minutos del primer tiempo y así y todo hacer que su equipo gane. Pero en los tramos finales de las más altas competencias, como pueden ser la Champions League y el Mundial, no le está alcanzando. Messi se esfuerza, empuja y pide la pelota. No se achica ante la adversidad, pero -por si hiciera falta confirmar que el fútbol es un deporte colectivo- nada le asegura ser el mejor a nivel colectivo, ni siquiera siendo un equipo que tiene al mejor del mundo desde lo individual.
Tampoco vale solo la decisión de armar un equipo más rocoso o sólido ubicando un 4-4-2, como hizo este viernes Barcelona con Bayern Múnich desde el parado inicial, con Messi de punta con Suárez y con una línea de volantes con Sergi Roberto, De Jong, Busquets y Vidal. El entrenador tiene que generar convencimiento en el plan. Barcelona se paró 4-4-2 y generó ataque por las bandas, pero no hubo respaldo defensivo de los volantes externos para con los laterales, ni presión un poco más alta del doble 5 para que los mediocampistas del equipo alemán no manejaran con tanta libertad la pelota. Fue una decisión sin convicción. Quizás sí del DT Setién, pero no de aquellos que debían interpretar esa partitura. En eso también deberá estar atento Scaloni.
Si el mundo suele ser un espejo para intentar copiar virtudes, sirve el ejemplo de Bayern Munich, con todos corriendo para atacar y también todos corriendo para defender. La gran figura fue Thomas Müller, autor de dos goles pero -además- protagonista en la colaboración defensiva y la recuperación de balones.
Scaloni, desde las ideas tácticas y lo que pretende verse en la selección, encontró respuestas positivas en sus dirigidos. Y logró darle en poco tiempo una cierta identidad: equipo corto, transiciones veloces. Si juega 4-3-3 termina replegado en un 4-1-4-1. Y hasta ocupando los espacios puede pararse 4-4-2. El dibujo no sería tan problemático como la confección de las «características». Scaloni parte de la idea (realidad) que Messi no va a formar parte de la recuperación de la pelota. A partir de allí, tendrá que saber rodear al 10 para atacar, pero también para defender en bloque.
Hay buenos socios como el lateral Tagliafico, De Paul, el propio Ocampos, volantes que le permiten una dinámica ofensiva-defensiva mixta al equipo. Pero Paredes de 5 todavía deja dudas. Una cosa es para jugar ante un equipo de menor jerarquía en las eliminatorias o frente a un equipo que cede el dominio de la pelota; otra muy distinta es pretender jugar con Paredes o Lo Celso como 5 ante una potencia. Esa no sería una buena forma de rodear a Messi.
Y el centrodelantero también está relacionado con la figura del 10. Difícilmente podría pensar en poner a Messi de titular sin pensar en el 9 que lo acompañará. Si Messi no va a correr los 90 minutos o no va a colaborar defensivamente en el retroceso, el 9 sí debería hacerlo. Lautaro Martínez y Agüero lo hicieron (bastante bien) en la última Copa América, Dybala creció muchísimo tácticamente (y desde el compromiso emotivo) desde que volvió el fútbol en Juventus, pero allí Scaloni también tiene más ejemplos para analizar.
¿Y si las mejores alternativas pasan a ser jugadores que no son 9 pero tienen físico o características para desempeñarse allí? El gran presente de Lucas Ocampos le permitiría a Scaloni que el jugador de Sevilla ataque como delantero y regrese como volante. Esas mismas características podría encontrarla en Joaquín Correa, de Lazio. Los dos tienen desequilibrio, pase-gol y gol. Y permitirían que Messi se quede suelto arriba, esperando que el equipo recupere la pelota para volver a recibirla cerca del arco rival y ser desequilibrante en los últimos metros.
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Fuente:LA NAVION DEPORTES – Fotos: AP – AFP – Crédito: FRANCISCO LEONG – LA NACION DEPORTES – Videos: Lucas Marinelli – You Tube – ESPN Deportes – You Tube – LA NACION DEPORTES