El Tomba lo derrotó por 4-1 en Avellaneda y expuso todos los errores de un Rojo que se aleja de la lucha por el título.

Las aspiraciones -y también el orgullo- de Independiente sufrieron uno de los golpes más duros de los últimos tiempos. Godoy Cruz le ganó por 4-1 en Avellaneda y estableció una superioridad futbolística que incluso fue superior a la registrada en la chapa final.

Con mejores resultados que juego, el Independiente de Julio César Falcioni fue alimentando la ilusión de entreverarse en la pelea por el título sin reparar demasiado en las continuas lagunas de un fútbol que en muy contadas ocasiones acompañó los éxitos. Victorias y empates fueron aumentando la cosecha de puntos y las expectativas, pero la sensación era que faltaba un buen fondo de armario, que sus déficits siempre estaban ahí, a la vista de quienes quisieran verlos y a expensas de toparse con un rival que supiera aprovecharlos.

Este Godoy Cruz que empieza a ganarse un nombre destacado en el mediocre torneo argentino, fue ese adversario que puso en evidencia los agujeros del frágil entramado del Rojo.

El conjunto de Flores pretende ser un conjunto elástico en la marca. Establece un punto de partida bien alto, y a partir de ahí presiona, retrocede y vuelve a presionar, según percibe la posibilidad de robo o la duda en la cadena de pases del rival o se vea superado en la primera línea de marca.

Al equipo mendocino le costó 20 minutos ajustar el mecanismo. Durante ese lapso sufrió con la movilidad de Domingo Blanco por derecha y algunas gambetas de Alan Velasco de la izquierda hacia el centro. Los fallos en el último pase le privaron de concretar algunas acciones en opciones claras frente al arquero Juan Espínola. Tampoco tuvo fortuna cuando a los 14 salió mal el arquero en un centro e Insaurralde se llevó por delante la pelota, pero sin acertar con el arco.

Una vez que comenzó a funcionar a pleno la telaraña para la recuperación gestada por el ex ayudante de Marcelo Bielsa el partido tomó una dirección única. A la persistencia de los dos centrales para anticipar a los hombres más adelantados del Rojo se fue sumando la firmeza de Nelson Acevedo en el quite y la distribución; los indetectables movimientos de Ezequiel Bullaude -la figura de la cancha- en la media punta; y las profundas subidas de Elías López por derecha.

El Tomba no demoró nada en cosechar los frutos de la mejoría. A los 24, Acevedo probó desde 30 metros, rozó Sebastián Sosa -siempre ubicado muy atrás, sin cortar la línea de remate-, el palo izquierdo devolvió el balón que Tomás Badaloni no supo empujar, pero su centro lo convirtió en gol la impericia de Thomas Ortega en el rechazo.

La desventaja desnudó todas las carencias que este Independiente suele mostrar cuando el adversario lo ahoga en el medio y aumenta las revoluciones al mover la pelota. Nada nuevo en el equipo de Falcioni. Lo padece cada vez que ocurre: contra Colón en las semifinales de la Copa de la Liga Profesional, Talleres en Córdoba o en el segundo tiempo frente a River en el Monumental. Lo pasa mal en defensa porque no arma bien el bloque a la hora de cerrarle los espacios al toque contrario. Y crea muy poco arriba porque le faltan variantes a las trepadas de Fabricio Bustos -tapado esta vez por Valentín Burgoa-, y juego colectivo para conectar volantes y delanteros.

Con semejante panorama, desde el 0-1 en adelante y hasta el final Godoy Cruz puso en marcha un festival de fútbol, con el golazo de Rodrigo Márquez que puso el descuento a los 14 del segundo tiempo como único espejismo. Antes y después, el Bodeguero controló absolutamente el juego, gracias a su despliegue y a la coordinación en los movimientos, pero también a la calidad individual de varios jugadores a los que habrá que seguir de cerca.

Todavía previo al descanso se sumaron un par de cabezazos en el área que quedaron a medio camino, Bullaude definió besando el palo derecho un gran centro de López, el travesaño devolvió un tiro libre del propio lateral derecho, y por fin, en el cierre de la etapa llegó el segundo con el sello del equipo. Burgoa y Ojeda apretaron a Blanco contra una banda, robaron, Bullaude se quitó de encima a Bustos con un giro y lo dejó solo a Badaloni para que defina de zurda. El tercero, 5 minutos después de volver del vestuario y discutido por el local por posible falta previa a Lucas Romero, liquidó la discusión, y el tanto de Ojeda apenas 180 segundos después del de Márquez cerró cualquier chance de remontada.

El “equipo del traductor” pasó por Avellaneda y dio un golpe bien fuerte sobre la mesa. Independiente se dio de frente con su limitada realidad. El sueño de un título sigue estando demasiado lejos..