El austríaco superó un 0-2 a Alexander Zverev para sumar su primer grande.
Finalmente, hay nuevo campeón de Grand Slam, el primero nacido en la década de los 90. Dominic Thiem se estrenó como ganador de un grande al imponerse en el US Open a Alexander Zverev por 2-6, 4-6, 6-4, 6-3, 7-6 (6) en un partido espectacular, una remontada de leyenda que ya está en los libros de historia del tenis.
Nadie le daba la vuelta a un 0-2 en la final del US Open desde la temporada 1949 (Pancho Gonzáles), y nadie lo hacía en el partido decisivo de un Grand Slam desde Roland Garros 2004 (Gastón Gaudio).
Firmando una salida espectacular, Zverev se fabricó las dos primeras bolas de break en el comienzo del partido (1-1, 15-40). El austríaco salvó la primera subiendo a la red para ejecutar una volea alta con su revés, pero no pudo hacer lo mismo con la segunda y su contrario logró la primera rotura de saque del encuentro. Sin problemas para confirmar el break (3-1), Zverev confirmó estar listo para atacar la final a lomos de su mejor versión, algo que le había faltado en el arranque de sus dos últimos cruces en el torneo.
En cuartos de final, Borna Coric llegó a ganar 6-1 y 4-2 al alemán; en semifinales, Pablo Carreño estuvo 6-3, 6-2, a un solo set de derrotar al No. 7 del FedEx ATP Ranking. En ambas ocasiones, Zverev protagonizó un mal inicio, obligándose a rectificar y remontar para seguir adelante en el torneo. Ese error, sin embargo, no lo repitió el alemán en la final del domingo ante Thiem.
El austríaco, por contra, pagó los nervios del partido cometiendo varios errores no forzados y enredándose con las dobles faltas (cometió tres, dos cuando buscaba el 4-3). Eso le costó otro break, abriendo una distancia prácticamente definitiva con el alemán en el primer set. Zverev se vio 5-2, con dos roturas de saque de ventaja, y no desaprovechó la ocasión para pegarle el primer mordisco a la final, llevándose el primer set por 6-2.
Thiem empezó el segundo parcial teniendo que salvar una bola de break, todavía luchando contra las malas sensaciones del inicio. A pesar de solventar esa situación, el austríaco siguió demostrando una incomodidad evidente sobre la pista, y al siguiente turno de servicio se enfrentó de nuevo a otra pelota de rotura, que esta vez no salvó. Entonces, se encendieron todas las señales de alarma en el austríaco, al ver a su rival set y break arriba.
Ganando 6-2, 2-1 y saque, Zverev se encontró en el escenario soñado para él antes de comenzar el partido. Después de confirmar el break y poner el 3-1 en el marcadro, el campeón de las Nitto ATP Finals de 2018 redobló su confianza para seguir adelante con lo que estaba haciendo hasta ese momento.
Dándole continuidad a la apisonadora que puso en marcha, Zverev consiguió otro break. En consecuencia, en menos de 58 minutos el alemán ya ganaba 6-2, 5-1 frente a un rival descolocado sobre la pista Arthur Ashe, con la oportunidad en juego de ganar un Grand Slam.
Con el viento de cara, Zverev siguió presionando a su rival con su derecha, uno de los golpes clave que utilizó en la final. El alemán tuvo tres bolas de set al resto, que Thiem anuló (con 5-2). Eso ayudó al austríaco a aumentar la confianza, y pensar en sacar las garras.
Thiem tuvo su primera pelota de break de la final con una hora y 10 minutos de partido en el reloj, y la convirtió. Antes, necesitó salvar otra bola de set (la cuarta) e inmediatamente después puso el 5-4 en el marcador. A Zverev le entraron las dudas, lógicamente, pero supone reponerse para llevarse el segundo parcial por 6-4, colocándose a uno solo del ansiado título.
Thiem arrancó el tercer set lamentándose por la ocasión perdida, y Zverev lo aprovechó para conseguir otro break (2-1) que le allanase un poco más el camino hacia el trofeo de campeón del torneo. El austríaco se lo devolvió enseguida (2-2), y entonces comenzó una fina muy disputada, diferente a lo que había ocurrido hasta entonces.
Así, Thiem siguió empujando, y empujando… hasta que encontró la recompensa que buscaba: el austríaco se llevó el tercer parcial al resto por 6-4 y recortó distancias en el marcador, manteniendo con vida el sueño de firmar una reacción que le permitiese levantar el título.
El No. 3 del mundo se hizo con el set gracias a aumentar su ritmo, agresividad e intensidad, tres aspectos clave que había echado en falta hasta ese momento para acorralar a Zverev en la gran final.
Los dos rivales jugaron a su mejor nivel en el cuarto set, un parcial fantástico por ritmo e intensidad de Thiem y Zverev. El austríaco, siempre al límite para intentar forzar el quinto set, ofreció claras señales de estar recuperado después de haberlo pasado mal en la primera hora de partido.
Con ambos manteniendo el saque, Thiem logró un break muy valioso y sacó para llevarse con éxito la cuarta manga por 6-3, forzando un quinto set definitivo ante Zverev.
El quinto set ofreció un nivel de tenis muy alto, con los dos contrarios lanzados sin freno a por la copa. Zverev tuvo la oportunidad de sacar por el título con 5-3, justo después de conseguir el primer break del quinto parcial. Sin embargo, Thiem pudo devolverle la rotura para cerrar con rapidez la brecha abierta por su rival (5-5).
Fue el austríaco el que volvió a lograr otro break (6-5) que pareció acercarle al trofeo de ganador. Thiem, que solicitó la presencia del fisioterapeuta para recibir asistencia en el descanso antes de volver para servir por el triunfo, perdió su saque y el encuentro se decidió en un tie-break inédito, el primero decisivo en una final del US Open en toda la historia (Era Abierta).
Ahí, cojo, sin poder moverse, Thiem luchó con uñas y dientes para conseguir una victoria que alcanzó a la tercera oportunidad, de forma dramática y tras dejar escapar las dos primeras ocasiones.
Aplausos para el campeón, bien lo merece.
Fuente: ATP Staff – Foto: ATP TOUR