El equipo de Alexander Medina se impuso 1-0 con gol de Diego Valoyes; fin de la racha positiva del Globo.
Tanta ilusión generada, tantos entusiasmos replicados a lo largo del campeonato y, de golpe, a Talleres le había llegado el tiempo de la frustración. Por eso, ahora, era cuestión de volver a sumar. Los brillos y las luces podían esperar. Había que recomponer los ánimos, había que reconstruir aquellas fortalezas que de pronto se habían empañado. Por eso Talleres le ganó a Huracán como bien lo dijo el resultado, ese apretado 1-0: sin encandilar, con lo justo y necesario para seguir siendo escolta de River, para continuar en zona de Copa Libertadores… A veces hay que apretar bien los dientes para que asome el desahogo.
El partido se encendió en la pausa del minuto diez por el homenaje a Maradona. Se encendió el partido en general y Talleres, en particular. Porque hasta ese momento no había ocurrido nada interesante, se medían, se estudiaban, y la pelota parecía dormida, insolada. Hasta que, acaso impulsados por algún duende de rulos, zurdo, celeste y blanco, Juan José Méndez y Rodrigo Villagra (que volvía a la titularidad) se adueñaron del medio.
Lo mejor del partido
Y a partir de ellos creció enseguida Talleres. Empezó a merodear las cercanías de Marcos Díaz. Le faltaba profundidad, claro. Pero de a poco fue erosionando la resistencia de Huracán. De golpe Méndez abrió hacia la izquierda con un pase largo y exacto, Enzo Díaz despachó el centro y Diego Valoyes estampó el cabezazo goleador. Uno a cero. Talleres volvía a creer.
Es que el conjunto del Cacique Alexander Medina había llegado con su autoestima herida a la cita ante los dirigidos por Frank Kudelka. No sólo porque había ganado apenas cuatro de los últimos quince puntos disputados. Esencialmente por aquel golpe que le asestó River en este mismo Mario Alberto Kempes, un 2-0 que en realidad fue goleada lapidaria desde el punto de vista de los rendimientos de los unos y los otros.
Y si bien Talleres pareció dejar aquella derrota muy pronto en el olvido con un rápido 3-0 en el primer tiempo de su visita a Lanús, el 3-3 final en el Sur se transformó en otra señal inequívoca de la endeblez de su carácter. Por eso este encuentro con Huracán era un examen importante, una prueba clave para conocer dónde estaba parado Talleres que, a pesar de sus últimos tropiezos, ha sido desde el inicio uno de los principales animadores del torneo.
A Kudelka no le gustó nada el funcionamiento de su equipo y metió tres cambios de cara al segundo tiempo. Venía de golear a Banfield por 4-1 de visitante y de celebrar el 2-1 en el viejo clásico ante San Lorenzo. Pero ahora estaba pálido el equipo de Parque Patricios. Ahí en el mediocampo, en donde habían emergido con autoridad Méndez y Villagra, habían estado todos los problemas de la visita.
El local intentaba arreglarse con Esquivel y sin Auzqui, que se había ido lesionado. Huracán se despertó. Talleres apretó los dientes, se aferró al 1-0. Y al final encontró el desahogo en un partido de vuelo bajo, de esos que entran pronto en el olvido.