Sonríe San Lorenzo. Espía la tabla de posiciones de la Zona 5 de la Copa Liga Profesional y respira. Es cierto, transita algunos sobresaltos adentro y afuera de la cancha, pero el comienzo del ciclo de Mariano Soso en cuanto a los resultados es óptimo. El éxito por 2-0 frente a Argentinos fue gracias a la guía de los hermanos Romero, los autores de ambos tantos.

Ayer fue el cierre de una semana especial para San Lorenzo. Fundamentalmente porque la Legislatura de la Ciudad sancionó -en primera lectura- el proyecto de ley impulsado por el club que lo autoriza a construir su nuevo estadio deportivo, con capacidad para 42.000 personas, en el predio ubicado en Avenida La Plata al 1700. Un sueño que empezó a gestarse en 2012 con la llamada Ley de Restitución Histórica.

Por otro lado, en la previa del duelo de anoche, una demora en algunos pagos a seis de los jugadores con los contratos más altos del plantel enrareció el clima interno en el Ciclón. No todos estuvieron de acuerdo con la medida, pero los futbolistas decidieron concentrar con ropa de civil a modo de reclamo. Desde el lado dirigencial, en plena pandemia, consideraron que están haciendo un esfuerzo grande en lo económico y a su vez observaron exagerada la protesta. Las charlas entre ambas partes continuarán en las próximas horas.

El resumen del partido

Argentinos fue más incisivo en el arranque del partido, Con Batallini activo en el que fue su último encuentro en el club, el equipo de Dabove comenzó con un buen traslado de la pelota y con velocidad en el medio campo. Atacaba, pero fallaba en el toque final. Muchos se preguntaron por qué el Bicho utilizó una camiseta con bastones verdes y blancos. Pues bien, la razón fue que desde 1909 y hasta fines de 1918, los colores de Argentinos fueron esos ofcialmente. En recuerdo a su historia, así es la tercera casaca de la entidad de La Paternal.

Si bien el partido no era muy vistoso, la pelota siempre estaba en movimiento. Pero a San Lorenzo le faltaban ideas. «¡Más circulación, más circulación!», pedía el DT Soso. A los 27 minutos, Peralta Bauer contó con una de las ocasiones más claras del primer tiempo. Pittón envió un centro desde la izquierda y Chaves, rápido de reflejos, achicó muy bien ante la definición del joven azulgrana. Al cabo, ese resultaría el despertar del Ciclón.

Porque también es cierto que San Lorenzo cuenta con dos ases: los Romero. Con dos exponentes que pueden cambiar el rumbo de un partido en un abrir y cerrar de ojos. Que generan ciertas rencillas y dan que hablar afuera de la cancha, pero que sobre el césped suelen ser los mejores protagonistas del equipo azulgrana. Tal vez no brillen, pero se cargan el juego en sus hombros en base a su carisma, un juego irreverente y talentoso. Combinan despliegue con buena visión de los avances. Así, a los 44 minutos, el Ciclón abrió el marcador tras un centro de Ángel que su hermano Oscar mandó al fondo de la red con un cabezazo. Los paraguayos volvían a aportar su sello distintivo.

Con esto, San Lorenzo fue entrando en confianza. En el inicio del segundo tiempo debutó uno de sus refuerzos de renombre: Franco Di Santo. En cuanto al equipo, la sensación es que cambió la piel adentro del terreno de juego. Un poco por la metamorfosis que sufrió el plantel tras el arribo de un nuevo entrenador, pero también por una actitud mejorada. Mostrando espíritu de lucha y sacrificio cuando las cosas no salen. Con paciencia para esperar su momento, espera agazapado para golpear. Ya lo había hecho en su anterior compromiso de local, contra Estudiantes. Anoche repitió la fórmula. Angel Romero, con un exquisito tiro libre al ángulo derecho de Chaves, marcó el 2-0 a los 10 minutos y le puso un candado al juego.

En la búsqueda de seguir aceitando sus piezas, la buena campaña de Boedo en la Copa Liga Profesional se sostiene con varios resultados positivos: tres triunfos, un empate y apenas un gol en contra. San Lorenzo apoyó la cabeza en la almohada con la tranquilidad de estar en la cima.

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