En la antesala del Superclásico contra Boca, el equipo de Gallardo volvió a mostrar su versión irregular, sin efectividad en el área rival y endeble en la defensa.
Le bajó rápido la espuma a River tras el 12° título del ciclo de Marcelo Gallardo. La alegría duró solo unos días. El bombazo de Gabriel Florentín en tiempo de descuento que sorprendió a Franco Armani fue un golpe al mentón que revivió viejos fantasmas: un equipo impreciso e inconexo al que le costó acomodarse en partido, que repitió falencias defensivas y que volvió a ser poco eficaz en el arco rival. Argentinos Juniors se llevó un inesperado 1-0 en tiempo de descuento y redujo la potencia con la que el Millonario parecía llegar al superclásico del próximo domingo.
River-Argentinos: un golazo de Florentín dejó a Gallardo con las manos vacías
En sus últimas presentaciones, River había mostrado caras diferentes. Y la ventosa noche en el Monumental lo confirmó: hay una irregularidad de la que no se puede despegar. En el inicio de la Copa de la Liga Profesional fue superior a Estudiantes en La Plata con destellos de buen juego, pero perdió 2-1 con un jugador más por errores en el fondo. Luego, venció 3-0 a Rosario Central, le ganó 1-0 con lo justo a Platense con más problemas que luces y goleó 5-0 a Racing en la final de la Supercopa Argentina en una gran final. Ahora, nuevamente volvió a tener un rendimiento que no es propio de sus características habituales.
River dominó tiempos y posesión, pero le faltaron conexiones y estuvo acelerado por demás. Por primera vez desde su partida, pareció sufrir la ausencia de Ignacio Fernández. Le faltó esa pausa necesaria para tomar la mejor decisión y le sobraron revoluciones. Tanto Matías Suárez como Julián Álvarez no pudieron recibir la pelota en posición clara de ataque y ni Jorge Carrascal ni Nicolás De La Cruz pudieron hacerse cargo de la gestación en un primer tiempo con una sola ocasión de gol: un tiro en el travesaño de Milton Casco.
Argentinos utilizó un esquema flexible: arrancó con un 4-3-3 y rápidamente mutó a un 5-3-2 que, por momentos, fue 3-4-3 para contragolpear. Así, se acomodó con un parado táctico similar al de River, que ayer buscó sorprender con un 3-4-1-2 con Carrascal de enlace. Y el Bicho lo incomodó: anuló movimientos, ocupó bien los espacios, estuvo firme para marcar, aceleró cuando tuvo campo libre, molestó con los balones largos entre los centrales y generó peligro. Si no convirtió antes, fue por Franco Armani, quien le ahogó el 1-0 a Gabriel Hauche en dos oportunidades.
Aunque siempre parece tener una carta bajo la manga para destrabar los partidos, la tarea del Millonario deja abierta la pregunta a días del superclásico interzonal del domingo por la quinta fecha frente a Boca, que llega entonado tras el 7-1 a Vélez: ¿podrá mostrar su mejor versión como suele hacer en los partidos determinantes o sufrirá más de la cuenta por sus déficits defensivos y de generación que ayer volvieron a exponerse?
Así y todo, siendo un equipo más impreciso de lo habitual, la carta que nunca falla es Enzo Pérez. El volante central demostró toda su jerarquía pero, a la vez, dejó en claro que no puede hacer todo al mismo tiempo. Con su liderazgo característico, fue la figura con marca, quite, distribución e inteligencia para romper líneas, ya sea con un traslado en velocidad o con un pase filtrado. Fue el único eslabón que entendió cómo hacer jugar al equipo.
No fue casual que Gallardo pateara el tablero en el entretiempo. Jonatan Maidana entró por Robert Rojas (sufrió un golpe); pero también ingresaron Agustín Palavecino por Carrascal y Rafael Borré por Suárez. Y los cambios lo potenciaron: de haber sido efectivo, River se llevaba el partido.
Esa imprecisión es otra falencia que se vuelve a repetir. Tanto Álvarez como Borré y Palavecino tuvieron acciones de gol, pero apareció el arquero Lucas Chaves para salvar a su equipo. Previamente, también hubo un penal que Nicolás Lamolina no sancionó de Carlos Quintana al delantero colombiano. Todas acciones que podrían haber cambiado la historia.
Los ingresos finales de José Paradela y Federico Girotti no cambiaron la ecuación y River se quedó con el sabor amargo tras el golazo de Florentín. Luego de dos triunfos en fila, la caída lo dejó a seis puntos de Colón, líder de la Zona A con 12 unidades, y lo obliga a replantearse diversos puntos para mejorar su rendimiento en la Bombonera. River sabe que puede y debe conseguir una mayor regularidad que le de tranquilidad.
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