Rompele el tobillo! «Hacete más duro, ¡carajo!». La frase de Marcelo Gallardo para Robert Rojas mientras se retiraban de la Bombonera tras el 2-2 del superclásico, reapareció en la mente de los hinchas de River en la caída con Palmeiras por la ida de las semifinales de la Copa Libertadores. Tal como ocurrió ante Carlos Tevez en el gol de Sebastián Villa para el empate de Boca, el defensor paraguayo volvió a quedar expuesto al perder el duelo con Luiz Adriano y dejarlo girar para avanzar con libertad hacia el arco de Franco Armani y marcar el segundo gol del 3-0. Y ahora, después de dos marcadas equivocaciones que pueden llegar a ser determinantes para el futuro millonario, se abren diferentes incógnitas. ¿Podrá reponerse Rojas rápidamente de sus errores? ¿Lo sostendrá el DT en el equipo titular? ¿Logrará recuperar su nivel?
Hay una cuestión que no se puede obviar, a pesar de que el contexto realza lo negativo. Rojas es un defensor que cumple diversas características que atraen a Gallardo para la zaga central. Tiene velocidad, es fuerte en el juego aéreo pese a medir 1,77 metros, ataca bien la pelota para anticipar, posee claridad para salir limpio desde el fondo y ha mostrado una marcada evolución desde su llegada a River en enero de 2019. Pero ahora se le abren dos puntos a mejorar para que no se diluya lo que supo construir: la agresividad para marcar o cortar una jugada de riesgo y el temperamento para superar la adversidad.
Según pudo conocer LA NACION, el jugador mantiene los pies sobre la tierra y no se marea por lo sucedido. En su entorno aseguran que sostiene la tranquilidad y que está convencido de que podrá revertir esta situación porque desde que juega en la Argentina siempre cumplió. «Sabe de su capacidad», le pone paños fríos a este momento una persona de su confianza. Y allí también radica un aspecto fundamental para mirar hacia adelante: Rojas tiene un perfil bajo sostenido en el sacrificio y el esfuerzo. Alejado de los flashes y de las redes sociales, el cuerpo técnico destaca siempre su voluntad en cada entrenamiento y su personalidad para afrontar los desafíos. Tan es así que fue una de las figuras en su debut en febrero de 2019 en un empate 1-1 con Rosario Central en Arroyito, cuando deslumbró a todos.
Ahora, tendrá que afrontar uno de los momentos más cruciales desde su estadía en el club: luego de dos actuaciones que lo dejaron bajo la lupa frente a Boca y Palmeiras, los cruces con Independiente en la definición de la Copa Diego Maradona y con Palmeiras en la vuelta de las semifinales de la Libertadores lo pondrán a prueba. Resta conocer qué lugar le dará Gallardo, un entrenador que suele sostener a sus jugadores y renovar energías en los momentos más duros. Basta con mirar hacia atrás y repasar la cantidad de cuestionados que supieron revertir situaciones: Pity Martínez, Nicolás De La Cruz, Milton Casco, Rafael Borré y Fabrizio Angileri son algunos ejemplos.
Y no solo eso. Es un puesto en el que no le sobra recambio, que sufrió una baja decisiva: la partida de Lucas Martínez Quarta, un defensor hecho a la medida del estilo agresivo que postula Gallardo. A lo largo del ciclo, también se han dado errores puntuales con jugadores que luego se sostuvieron o tuvieron nuevas oportunidades. ¿Algunas situaciones? Ramiro Funes Mori en el 1-1 con Olimpo y la caída 1-0 con Racing en la definición del Torneo Transición 2014; Augusto Batalla en el triunfo 4-3 con Rosario Central en la final de la Copa Argentina 2016; la defensa completa (Gonzalo Montiel, Jonatan Maidana, Javier Pinola y Milton Casco) en la caída 4-2 con Lanús en las semifinales de la Libertadores 2017; el propio Pinola, Lucas Pratto y Lucas Martínez Quarta en la final de la Libertadores 2019 con Flamengo. Y más.
Rojas tiene 40 partidos en River (38 de titular) con cinco goles y solo tres amonestaciones.
Nada fue fácil para Rojas. Carta de recambio durante su primer año, la adaptación a Buenos Aires le costó: dejó atrás la tranquilidad de la chacra de su familia y afrontó el gran desafío de River en un salto tan deseado como inesperado en su corta carrera. Nacido en Peguahomi, un pequeño pueblo en el departamento de Concepción, a casi 500 kilómetros al norte de Asunción, el defensor debió sobrellevar el desarraigo familiar. Es más, durante cada receso o vacaciones que tiene, decide regresar al campo para estar con sus seres queridos y ayudar con los trabajos en la chacra, tal como cuando era adolescente: además de jugar en el club Belén previo a dar el salto a Guaraní a los 16 años, aprendió a trabajar con animales y a cultivar melón, zapallo, mandioca y sésamo, entre otras cosas, para vender.
«No fue fácil venir a un club tan grande como River, me costó bastante. Es muy difícil adaptarse rápidamente. Hoy mi vida es bastante distinta, de a poco me voy adaptando a la Argentina y al mundo River. Pero mi personalidad la traigo de familia. Vengo del campo y sigo siendo la misma persona. Todo eso no me va a cambiar», supo reconocer.
Tras ser alternativa desde el banco, irrumpió a comienzos de 2020 con muy buenos rendimientos en la línea de tres defensores que dispuso Gallardo en el sistema 3-3-3-2 y se asentó como titular en su rol de líbero. Cumplió con creces y, tras la partida de Lucas Martínez Quarta, comenzó a alternar en la zaga central del actual 4-3-3 o 4-1-3-2. Desde el regreso del fútbol tras el parate por la pandemia, fue titular seis veces en la Copa Diego Maradona y cuatro en la Copa Libertadores: en la vuelta de los octavos de final con Athletico Paranaense; en los dos partidos de la serie con Nacional de cuartos; y en la ida con Palemeiras. ¿Con quién compartió la línea de fondo? Repartió cuatro partidos con Paulo Díaz y cuatro con Pinola, más otros dos con línea de tres centrales: uno con Santiago Sosa y Pinola y otro con Pinola y Díaz.
A lo largo de sus seis partidos en la Copa, según las estadísticas de Opta, acumula un buen promedio de 73% de sus duelos en el suelo ganados y un 67% de acierto en los aéreos. Además, suma un bajo número de 0,8 faltas por juego, más una efectividad del 82% al pasar el balón y 2,7 despejes, 2 entradas y 1,2 intercepciones por partido. Frente al equipo brasilero, fue la primera vez que jugó junto a Pinola en la zaga en el torneo, lo que también marca que el DT todavía no encontró la solidez perdida en el fondo: utilizó siete disposiciones defensivas diferentes en 11 partidos.
Tras sus últimos partidos, el apodo «Sicario» también quedó en la mira. Pero el propio futbolista lo desestimó a comienzos del año pasado: no refleja su estilo futbolístico, sino que se lo impusieron por su cara de serio al momento de raparlo en la primera pretemporada que tuvo con Guaraní de Paraguay hace cuatro años. «No es mi fuerte hacer muchas faltas, no soy de dar demasiadas patadas. Trato de usar mi velocidad y anticipar todas las veces que pueda. Lo tengo medio al pedo el Sicario porque no soy de pegar mucho», reconoció hace tiempo.
Sus números lo confirman: suma solo tres amonestaciones en 40 partidos (38 de titular) y nunca fue expulsado con la camiseta millonaria. Lo mismo ocurrió durante su paso inicial por Guaraní, club en el que debutó en febrero de 2017, ganó la Copa Paraguay 2018 y disputó dos ediciones de la Copa Libertadores (2017 y 2018). En total, en su tierra natal, jugó 79 encuentros en primera, con cinco goles, ocho amarillas y una sola expulsión.
Ahora, con su rendimiento bajo la lupa, Rojas tendrá que revalidar todo lo positivo que había mostrado antes de estas dos noches negras que lo dejaron contra las cuerdas. Oportunidades tendrá. Pero no podrá dejarlas pasar.