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Resiliencia All Black: cómo sobreponerse a la crisis y terminar festejando una vez más

Los All Blacks demostraron ser vulnerables. Humanos. Así y todo, la historia terminará con los hombres de negro levantando la copa una vez más. Por séptima vez en los nueve años que se llevan realizados del Rugby Championship/Tri-Nations, desde que la Argentina se sumó en 2012, el cetro de campeón se irá para Nueva Zelanda.

Si bien todavía queda un partido y existen posibilidades matemáticas que harán que el festejo se demore siete días, la conquista de los All Blacks es irreversible. Después de la primera caída en la historia ante los Pumas, después de perder dos partidos seguidos por primera vez en nueve años, con un entrenador cuestionado y un equipo que no rendía a la altura de la capacidad de sus jugadores ni de su linaje. El desenlace los encuentra nuevamente en lo más alto.

Como había sido su primera presentación en este Personal Tri-Nations, la goleada más amplia en el historial del clásico ante Australia (43-5), los All Blacks cerraron el certamen de manera contundente. En el éxito 38-0 ante los Pumas volvieron a dejar en evidencia su capacidad. Quizás sin lucir tanto como en el debut, pero sí dando una lección de practicidad.

Los Pumas debieron defender durante casi todo el partido ante unos All Blacks que quedaron a un paso del título.
Los Pumas debieron defender durante casi todo el partido ante unos All Blacks que quedaron a un paso del título. Crédito: VillarPress

Nueva Zelanda se impuso en Newcastle empleando algunos de los ingredientes de la receta con que los Pumas los habían derrotado en Sydney 14 días antes. Ganar el contacto, ejecutar bien las cuestiones básicas del juego, esperar la oportunidad sin desesperarse. El dominio fue total a partir de una presión asfixiante y en los últimos 12 minutos transformaron una victoria justa en una goleada contundente que vale un título.

En los últimos siete partidos, los All Blacks acumulaban tres victorias (dos ante Australia, una ante Gales), tres derrotas (vs. Inglaterra, Australia y la Argentina) y un empate (contra Australia). Un registro nada despreciable para un lapso de siete partidos, pero que no ocurría desde 2009.

Una coreografía perfecta: el line-out neozelandés fue eficaz.
Una coreografía perfecta: el line-out neozelandés fue eficaz. Crédito: VillarPress

El entrenador Ian Foster tendrá respiro, al menos por ocho meses más, hasta que vuelvan a salir a la cancha en julio (si la pandemia lo permite). Su ciclo, luego de que Steve Hansen dejara el cargo tras el amargo tercer puesto en Japón, comenzó con dudas: empate 16-16 en Wellington ante Australia. Le sobrevinieron dos victorias en el clásico para retener la Bledisloe Cup, pero luego los fantasmas reaparecieron con una derrota en Brisbane en el cuarto juego de la serie. Y enseguida, la impensada caída ante los Pumas que puso en jaque todo el proceso del rugby de elite en Nueva Zelanda.

Pero Foster no se alteró. Confió precisamente en ese proceso y volvió a poner en la cancha a prácticamente el mismo equipo. Lo mejor que, según su consideración, tenía disponible. Nada de recambio, nada patear el tablero, nada de experimentos. El único cambio táctico que realizó, le funcionó a la perfección, ya que Akira Ioane fue una de las figuras del partido al poner a su equipo adelante cada vez que tomó contacto con la pelota y lideró a su equipo en tackles efectivos (7).

En el momento más difícil desde que se quedaron afuera en los cuartos de final del Mundial 2007, los All Blacks respondieron con gran actitud. Ya desde el momento del haka, vibrante homenaje a Diego Maradona incluido, se podía sentir tensión. Y con esa urgencia jugaron los 85 minutos que se prolongó el partido, batallando hasta la última pelota y engrosando la cuenta.

En el 38-0 a los Pumas, los hombres de negro volvieron a dejar en evidencia su capacidad; Caleb Clarke le gana una pelota aérea a Santiago Cordero.
En el 38-0 a los Pumas, los hombres de negro volvieron a dejar en evidencia su capacidad; Caleb Clarke le gana una pelota aérea a Santiago Cordero. Crédito: VillarPress

Es posible que la amplitud del resultado final no se condiga con una actuación que estuvo lejos de ser deslumbrante. El atractivo pasó, antes bien, por la fiereza, la concentración y la paciencia. Cuestiones que también son parte de la esencia All Black.

Así, Nueva Zelanda sumará su séptimo Rugby Championship, denominado Tri-Nations este año ante la baja autoimpuesta de Sudáfrica. Los únicos dos que no ganó fueron en los años mundialistas: 2015 (Australia) y 2019 (Sudáfrica). Se sumará a los 10 que había ganado en 16 realizaciones del viejo Tri Nations, entre 1996 y 2011.

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