Empezó a coquetear con sumarse a los Pumas durante la última parte de la era Hourcade. Finalmente, el regreso no se concretó por diferencias respecto de cuál sería su función. Luego de estar ocho años al mando del seleccionado y de llevarlo a su momento cumbre con el tercer puesto en Francia 2007, no le resulta fácil a Marcelo Loffreda mantenerse lejos de la pelota. Esta vez no puso reparos al llamado de Mario Ledesma y se sumó al cuerpo técnico. No tiene incidencia en la parte táctica, pero lo que puede aportar con su experiencia desde el costado humano es invaluable, máxime luego de las heridas infringidas la última vez que el equipo entró en la cancha. Esto es, hace ya un año en el Mundial de Japón.
«Interactúo mucho con los jugadores. Hablamos de la parte cultural. La camiseta que estamos luciendo es una investidura. Representa valores que los jugadores deben respetar y vivir con el ejemplo», dice el ‘Tano’ desde Sydney en diálogo telefónico con LA NACION. «Es un rol al que no estaba acostumbrado, pero todos estamos al servicio del equipo«.
En su función esencial, desde que asumió el cargo de manager deportivo no paró un segundo. «Esto es un tren bala que no frena», le gusta repetir. Primero, hubo que recibir la habilitación del Gobierno para entrenarse en cuarentena; después, armar una burbuja para hacerlo con contacto, lidiar con 17 jugadores infectados con Covid, ir a Uruguay, luego a Australia para hacer otra cuarentena, y conseguir las habilitaciones para los que actúan en Europa. «Y todavía quedan muchos partidos por jugar antes de salir a la cancha», aclara.
El lunes, al mismo tiempo que el grupo de jugadores que comenzó la preparación en la Argentina terminaba los 14 días de aislamiento y se trasladaba al barrio costero de Manly, llegaban los 13 que actúan en clubes de Europa. Pero todavía no se sumaron al equipo, ya que ellos también deben realizar una cuarentena de dos semanas.
«Después de 14 días de cuarentena estricta, haber venido a un lugar abierto donde nos podemos manejar con un nivel de protocolo menor es un aire bien fresco. Estar más cómodos te genera un mejor ánimo. Ahora frente a la playa en Manly, ha cambiado el cariz totalmente. Tenemos la posibilidad de salir del hotel, caminar por la calle. Mucha gente usa barbijo, algunos no. El miércoles tuvimos medio día libre y algunos chicos aprovecharon para ir a la playa, a tomar unos mates y meterse al agua. Hay otro humor.»
-¿Cómo vivieron esos primeros días de aislamiento?
-Era una especie de burbuja como la que quisimos recrear en Ingeniero Maschwitz. Similar, pero con un nivel de exigencia y sin ningún tipo de posibilidades de descontrol. Nadie se podía acercar ni nos podíamos acercar a nadie gracias al control policial y guardias de seguridad que nos escoltaban al estadio de Rugby League donde nos entrenábamos. Realmente era como una burbuja. Nunca estuvimos en contacto con nadie. Vivíamos en un hotel habilitado sólo para nosotros [el Rydges Norwest], controlados por guardias de seguridad y policías que hicieron muy bien su trabajo. Estábamos encerrados, pero teníamos la posibilidad de ir a un gimnasio, un team room que compartíamos a partir del cuarto día e interactuar entre todos nosotros.
-Siendo un grupo nuevo, con muchos chicos jóvenes, ¿el encierro sirve para fortalecer el grupo? ¿Cuándo empieza a ser contraproducente?
-Depende mucho de cómo se lleve esa convivencia. Podría ser muy positivo o también negativo. Esta gira es casi como esas larguísimas que hacíamos cuando yo era jugador. Desde principios de agosto que estamos todos juntos. No sólo de parte del staff sino de los mismos jugadores, fundamentalmente, el ánimo es muy bueno más allá de todas las adversidades. En este juego hemos sido criados para que cuando entrás a la cancha tengas adversidades de todo tipo. El hecho de convivir tanto tiempo juntos no deja de ser un partido más que tenemos que jugar. Después queda la competencia. Todavía hay muchos partidos que tenemos que seguir jugando antes de empezar con la competencia. Lo están haciendo con conciencia, esfuerzo y entrega, de una manera impresionante. Nunca había vivido una situación como ésta.
-¿Notás una diferencia generacional grande respecto de cuando eras el entrenador?
-No es que no conociera las nuevas generaciones, porque estuve en contacto con jugadores de M18, M17 como Director de Rugby de la URBA. Pero sí es un poco sorprendente el cambio, que tiene que ver con las nuevas tecnologías, con la urgencia, con la capacidad de aprender las cosas. Hay modalidades distintas. En la esencia, en la formación sigue siendo absolutamente lo mismo. Cambian las formas. La tecnología ha provocado tener la información a flor de piel. No te podés quedar con algo viejo. Todo tiene que ser ahora. Hay partes que son instintivas, pero otras que tenés que parar, analizar, decidir y actuar. A veces se saltean etapas. Primero tenés que generar el hábito.
-¿Cuál es específicamente tu función?
-Más allá de mi función de manager deportivo que tiene que ver con asegurarme de que todo funcione, interactúo mucho con los jugadores. No porque sea parte de mi rol, sino porque para mí es un placer. Hablamos de la parte cultural. La camiseta que estamos luciendo es una investidura. Representa valores que los jugadores deben respetar y vivir con el ejemplo. Es importante que lo vean y tomen consciencia. Hay otros chicos que los están observando y ellos tienen que ser ejemplos. Me estoy ocupando de esa parte. Y también mucha interacción y colaboración con los entrenadores. Que los jugadores de Europa pudieran viajar, hablar con los clubes, negociar, convencerlos. Esto es un tren bala que no frena. Decí que ahora tenemos más acotado el target y de a poco nos vamos acercando al punto crucial.
-Con todos los contratiempos que hubo, ¿en algún momento pensaron que no iban a poder jugar el Rugby Championship?
-En ningún momento lo puse en duda en la medida que dependiera de nosotros. Hubo un momento que fue bastante difícil y duro, cuando en la burbuja aparecieron 17 positivos. Dijimos «no hay posibilidad de continuar». Decidimos que teníamos que salir de ahí. El virus estaba corriendo, no podíamos correr ese riesgo. Recibimos una ayuda enorme de la UAR, de la unión uruguaya, del Gobierno de Uruguay y de la embajada argentina en Uruguay. Con protocolos y sin privilegios.
-Sudáfrica adujo que los jugadores no estaban en condiciones de afrontar una competencia así. ¿Qué evaluación hicieron ustedes para decidir participar?
-Por un lado, hay obligaciones contractuales que para la UAR eran muy importantes de cumplir y respetar. Por otro lado, lo que dice Sudáfrica del welfare de los jugadores, ni lo juzgo. Comprendemos y lamentamos no poder jugar contra ellos. Jaguar contra un campeón del mundo es un privilegio que no tienen muchos. Argentina necesariamente tiene que cumplir con esos contratos por cuestiones legales, económicas y comerciales importantes que cubrir. Desde el aspecto rugbístico, también viene el desafío y el juego nos lo pone adelante. ¿Estamos en condiciones de competir contra los mejores? Creemos que podemos presentarnos y ser competitivos. Creemos que más allá de las desventajas de preparación que claramente vamos a tener, tenemos una parte que pensamos que vamos a cumplir con el desafío de enfrentar a esos dos países. Es un desafío tremendo. No creo que haya habido una situación parecida en ningún momento. A los jugadores les conté la historia de cuando fuimos a enfrentar a los British Lions en 2005, un partido fuera de ventana, casi sin jugadores contratados y mayoría de amateurs. Terminamos empatando un partido histórico.
-¿Pero no hay riesgo físico para los jugadores?
-El rugby siempre conlleva un riesgo, inclusive cuando te entrenás. Nadie espera que haya algo de gravedad. Cuando se organizó el cronograma había un tiempo prudencial e importante para prepararnos adecuadamente. Lo pensamos desde ese lugar. Hay jugadores que están en competencia, que tuvieron una preparación adecuada. Ese fue nuestro análisis.
-Ahora que no está Jaguares se vuelve a una situación similar a la que viviste cuando eras entrenador, con los principales jugadores dispersos en distintos equipos de Europa. ¿Qué podés aportar en ese sentido?
-En primer lugar, estos jugadores tuvieron un paso amplio por el seleccionado y una experiencia profesional dentro de la UAR. Ellos ya han tenido una formación desde el aspecto técnico. Saben cuáles son las prioridades que el cuerpo técnico quiere imponer. Cuando yo estaba, eso no ocurría, porque no había sistema. Con las aspiraciones y actitud que teníamos, terminábamos superando cualquier adversidad. En este caso es distinta porque ya hay un conocimiento. Es un poco la adaptación que vamos a tener que lograr estas dos escasas semanas. El acoplamiento que exista entre unos y otros que todavía no han tenido rugby. Creo que tenemos que reducir las ambiciones y ser muy prácticos para hacer que todos estén en condiciones.
-¿Te cuesta mantenerte al margen de la parte rugbística?
-Es un rol al que no estaba acostumbrado. Creo que es una muy buena oportunidad, y lo tomé de esa manera, para seguir aportando cosas desde un lugar que no conocía y estar al servicio. Todos estamos al servicio del equipo. Esto es una muestra más.