/Luis Ángel Firpo vs. Jack Dempsey, la primera épica popular argentina, cumplió 100 años: entretelones de la pelea que cambió para siempre la historia del boxeo en nuestro país

Luis Ángel Firpo vs. Jack Dempsey, la primera épica popular argentina, cumplió 100 años: entretelones de la pelea que cambió para siempre la historia del boxeo en nuestro país

Luis Ángel Firpo vs. Jack Dempsey, la primera épica popular argentina, cumplió 100 años: entretelones de la pelea que cambió para siempre la historia del boxeo en nuestro país.

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“La pelea del siglo XX”. La sospechosa derrota del argentino ante el campeón mas poderoso de USA. Una cuenta interminable de 17 “, un brazo roto y mil conjeturas en Nueva York.

La maniobra fue inmortalizada como una torpe y contradictoria obra de arte desde el momento de su ejecución. Hace ya un siglo. Sus colores fueron pocos y primarios; el blanco y negro en los pantalones de los boxeadores y en el cuero envaselinado de los guantes de muy pocas onzas. Hubo pinceladas de “rojo sangre” y algún detalle ínfimo que pudo escaparse de una pintura que recorrió las principales galerías populares.

Hay un bosquejo: un hombre de 30 años, nacido en Junín, de 1,90 metros de altura y 98.200 kilos bautizado El toro salvaje de las pampas por el crítico neoyorquino Damon Runyon, que en algo más de dos minutos de combate cayó en siete oportunidades y parecía derrumbarse en modo dramático, pero se la siguió jugando; incluso derribó a su oponente, el campeón, en dos ocasiones sin cuenta oficial.

¿Quién es él? Luis Angel Firpo, un emblema nacional, heredero del legado pugilístico del gran Jorge Newbery, quería convertirse en el argentino más reconocido en todo el mundo. ¡Mas que nuestra carne! ¡Más que nuestro tango

El programa oficial de la pelea entre Luis Ángel Firpo y Jack Dempsey
El programa oficial de la pelea entre Luis Ángel Firpo y Jack Dempsey

Había 82.000 espectadores en el estadio Polo Grounds, en la 9a. Avenida y la calle 155, en el corazón de Harlem. Un recinto semicircular, con tribunas de madera y algunas estructuras de acero. Completo, con una taquilla de 1.188.603 dólares. Firpo insistía en atacar con pasos lentos para achicar las distancias y evitar la golpiza. Peleaba con una sola mano, a derechazos limpios. La otra estaba inutilizada. Casi inmóvil.

Los espectadores se esforzaban por tener la mejor visión entre el vaivén de los tablones y la tierra del mítico estadio. ¡Firpo insistía, pese a estar vapuleado! Nadie quitaba la mirada del centro del ring. Y llegó el momento tan ansiado. Fueron cinco derechazos furibundos. Desde lejos, difíciles de conectar, pero con una increíble y extraña precisión. El cuarto impacto paralizó al campeón mundial de los pesados. ¿A quién? Al estadounidense Jack Dempsey, 28 años, 1.87 metros de altura y 87 kg. de peso. El atleta más popular del universo. Campeón desde 1919 y participe de la pelea más popular del planeta ante el francés Georges Carpentier, a quien aniquiló rápidamente en 1921. Dempsey, a quien llamaban El matador de Manassa, era más conocido en el globo terráqueo que el mismísimo Warren G. Harding, presidente de Estados Unidos, fallecido un mes y medio antes de este combate.

¡Y hubo un quinto derechazo! El bonaerense lo lanzó en modo cansino, martillándolo tal si fuese el arrojo de una maza y acomodó el cuerpo de Dempsey para que volara del ring por… 15, 16 o 17 segundos –lapso que ninguna pericia histórica pudo unificar– y después volviese al cuadrilátero ayudado por todos los trabajadores ajenos al match, rompiendo las reglas de los 10 segundos del knock-out. Un mandamiento tan sagrado en este oficio como los nueve meses de gestación necesarios para dar a luz a una nueva vida. Fue entonces cuando nació la leyenda de La pelea del siglo, la aventura de eyectar a un argentino como el hombre más fuerte del universo.

Luis Ángel Firpo y Jack Dempsey (de blanco), frente a frente antes del combate
Luis Ángel Firpo y Jack Dempsey (de blanco), frente a frente antes del combate

Hubo un segundo round. Firpo cayó dos veces más –nueve en total– y todo terminó con la victoria del hombre de la casa. Fue KO a los 57 segundos. Basado en golpes cortos y sucios ajenos a las reglas ante un adversario caído, al que golpeaba sin tomar recaudaos no bien se levantaba con la complicidad del árbitro Jack Gallagher, en una de las muestras más permisivas de un referato pugilístico.

Firpo vs. Dempsey representa uno de los momentos culturales y pasionales más profundos en la vida de los argentinos. Uno de los primeros y más resonantes. Sin fecha de vencimiento. En una época romántica y sacrificada a la vez, de esperanza, de pobreza migratoria y de prósperos criollos que ameritaban una épica triunfalista.

Aquella Argentina de 1923 estaba atravesada por el bateo europeo de Carlos Gardel; por el asesinato del teniente Hector Varela, responsable de los fusilamientos de los huelguistas en la Patagonia por parte del anarquista alemán Kurt Wilckens; por la publicación de Fervor en Buenos Aires, libro fundamental de Jorge Luis Borges; por el debut de Azucena Maizani en el teatro El Nacional, y por el estreno de la obra Mateo, de Armando Discépolo. Los socialistas ganaban con sus votos a Mario Bravo las elecciones de senador nacional en la Capital y conmovía a los porteños la muerte de actor Pablo Podestá. Sin embargo, todo eso pasó a un paralizante olvido en la noche del 14 de septiembre. La gente se volcó a las calles. Sobre todo, a la zona de Plaza de Mayo, para esperar la información del gran cotejo. Allí, en los más elevado de la flamante construcción de casi 100 metros de altura, propiedad del comerciante italiano Luigi Barolo y diagramada por el arquitecto Mario Palanti, se colocaron dos luces de colores: una verde, que anunciaría la victoria de Firpo; otra roja para sentenciar la catástrofe. Todo pasaba por ahí, por la histórica Torre Barolo, a metros de la plaza de Mayo. Cerca de la Catedral de Buenos Aires y con vista a la Casa Rosada. Allí se concentró una multitud nacionalista, pasional con necesidad de un logro “patriótico”.

Publicidad de la pelea entre Luis Ángel Firpo y Jack Dempsey para la radio
Publicidad de la pelea entre Luis Ángel Firpo y Jack Dempsey para la radio

Hubo también otro tipo de centros informativos. Inicios de la radiofonía nacional en la segunda sede de un Luna Park, inaugurado para esta ocasión por Domingo Pace, en la calle Corrientes 1066. Se ofreció una transmisión radial a un costo de 30 centavos la entrada. Se recaudaron esa noche 848 pesos. Siete meses más tarde, se efectuaría allí un primer festival de boxeo.

Las memorias de Dempsey

En su autobiografía oficial, Dempsey, by Jack Dempsey, publicada en 1977 en Nueva York por Harper & Row publishers, narrada por Barbara Piattelli Dempsey, su hijastra, evoca el combate en el capítulo “The Wild Bull of the Pampas” (El toro salvaje de las pampas). Comienza su relato con una anécdota de Hype Igoe, un periodista estadounidense de época, que le confió: “Acompañé a Firpo hasta el muelle del puerto de Nueva York en 1922 cuando estaba a punto de viajar hacia Europa; se acercó a mí y me dio un beso en ambas mejillas ante la mirada de todos. Eso para mí significaba una vergüenza, pero era una costumbre Argentina”.

En torno a sus recuerdos, Dempsey recordó: “Firpo se entrenaba en un Canódromo de Atlantic City donde yo me preparé para pelear con Carpentier en 1921. No cooperó demasiado con la prensa; no quería que le sacaran fotos, odiaba las entrevistas e insultaba bastante a su cuerpo técnico. Incluso quería que le pagaran por verlo entrenar; algo que finalmente disipó Tex Rickard –promotor del match- con ayuda de interpretes de la embajada de su país. La prioridad de Firpo en la vida era la comida. Los reporteros se asombraban al verlo almorzar. Gene Fowler intentó entrevistarlo días antes del match, pero escogió el día equivocado. Firpo y su esposa estaban peleando furiosamente y él le gritó que dejara las joyas en su lugar. Ella amenazó con dejarlo y muy pronto Luis corrió tras ella por todo el pasillo. Gene escribió entonces: “El Toro Salvaje de los Pijamas no era tan feroz como parecía”.

Portada de la autobiografía de Jack Dempsey
Portada de la autobiografía de Jack Dempsey

Sobre la gran pelea, Dempsey dijo: “Las puertas del Polo Grounds se llenaron de gente. Policías montados rodearon el lugar tratando de mantener el orden. Tex vino rápido al camarín y me dijo: ‘Tenemos otra taquilla de millón de dólares’. Y le respondí: ‘Es una buena noticia, pero hay una mala: Firpo es mucho más fuerte y tolerante que Carpentier. Es capaz de matarme con un solo golpe’. La pelea duró un total de tres minutos y cincuenta y siete segundos. Cada golpe de Firpo me dejaba atónito. Parecía responder a su apodo cada vez que cargaba y pateaba. Sin embargo, me las arreglé para tirarlo siete veces en el primer round. Pero él no se quedaría atrás; el ansia de matar ardía en sus ojos y nada iba a detenerlo. Conectó un izquierdazo atronador y luego un derechazo que me envió volando entre las cuerdas para aterrizar encima de los cronistas de la primera fila. Hype, que estaba sentado junto a Jack Lawrence, casi se derrumba por mi caída. Solo escuchaba gritos. Estuvo todo muy oscuro para mí durante unos segundos, luego logré concentrarme y ver en forma muy borrosa a Firpo en el ring. No recuerdo cómo subí al cuadrilátero para continuar, pero aseguro que veía como veinte Firpos delante mío. Le susurré a Doc (Jack Kearns, su entrenador): ‘¿En qué round me noquearon? ¿A qué se debe tanto alboroto?’. Y él me respondió: ‘¡Hijo de perra!, no fuiste noqueado… Entra allí rápido y golpea a ese tipo’. Le hice caso. Le estrellé una izquierda en la mandíbula y Firpo cayó como si hubiera sido golpeado por un rayo. Recuerdo a Gallagher contando los diez segundos y los rugidos de la multitud. Una vez en el camarín, me dolía mucho la espalda por mi caída. Me lesioné las manos al chocar con las máquinas de escribir. Lo único que quería era estar sólo y ponerme a dormir. Estaba convencido que si el cerebro y los reflejos de Firpo hubiesen funcionado más rápido, si no se hubiera parado en el ring con sus pies tan planos y perplejos, probablemente podría haberme quitado la corona. Leí luego sus declaraciones en The New York Times, donde dijo: ‘No estoy molesto por no haber ganado la pelea ante Dempsey. Mi manager habitual Jimmy de Forrest no estuvo en mi esquina porque es su amigo. Y mis manejadores no protestaron sobre las faltas y el tiempo en que Jack estuvo fuera del ring. Damon Runyon y algunos otros escritores dijeron realmente que gané la pelea y yo también lo creo. Pero esto ya se acabó. Ahora y aquí”.

Dempsey mira a Firpo en la lona
Dempsey mira a Firpo en la lona

Vida y combates de Luis Angel Firpo

La obra escrita por Horacio Estol y publicada por Editorial Bell en Capital Federal, en 1946, considerada como su biografía oficial, afirma que Firpo nació en Junín un jueves 11 de octubre de 1894. Fecha reconocida por LA NACION Deportes. Aunque su natalicio genera controversias. Los historiadores de K.O. Mundial, José Cardona y Simón Bronenberg, lo adjudican al 21 de octubre de 1895, mientras que el estadounidense Nat Fleischer, editor de The Ring Record Book”, sostiene que llegó al mundo el 11 de octubre de 1896.

Firpo no pudo pelear como amateur jamás, pese a ciertos intentos en 1917. Su debut profesional fue en un match exhibición -finalizó sin decisión- a seis rounds con el campeón australiano Frank Hagney -que también era actor de Hollywood-, en Buenos Aires. Su segundo combate fue un rotundo revés: el 18 de enero de 1918 perdió por KO en el primer round con el uruguayo Ángel Rodriguez, en Montevideo, con la presencia de Carlos Gardel en la primera fila del ring side.

Intentó superarse y se radicó en Santiago de Chile, donde ganó siete peleas y perdió una -por puntos en 15 rounds, con Dave Mills- entre 1918 y 1921. Hasta que decidió probar suerte en Estados Unidos. Viajó en el buque carguero Aéolo. Fue uno de los diez viajeros particulares admitidos por el capitán de la embarcación, que zarpó el 3 de enero de 1922 de la Dársena Norte del puerto de Buenos Aires. Al llegar a Nueva York se presentó al promotor Tex Rickard, quien lo indagó: “¿Quién es Ud?”. “Soy el campeón sudamericano pesado”, le respondió Firpo. Y allí comenzó la leyenda.

Su aventura en tierra estadounidense empezó en Newark, Nueva Jersey, donde noqueó en siete rounds al marinero Tom Maxted. Consiguió, desde entonces, 12 victorias consecutivas y dos cotejos sin decisión. La mayoría en Estados Unidos, con un regreso a Buenos Aires y dos excursiones por La Habana y México. Tuvo dos victorias resonantes que justificaron su pelea mundialista en 1923. Sus KO sobre el gigante Jess Willard –el púgil que había destronado al gran Jack Johnson en La Habana y al que Dempsey noqueó después– y sobre Bill Brennan, con una feroz definición.

La pelea de Firpo en el Polo Grounds
La pelea de Firpo en el Polo Grounds

La pelea del siglo

El juninense llegó al choque con Dempsey con 25 victorias (22 por KO), 2 derrotas y 4 pleitos sin decisión. Cobró una bolsa de 156.250 dólares. Dempsey, cuyo récord es un jeroglífico investigativo desde su debut en 1913 o 1914 bajo el apodo de Kid Blackie, realizaba la quinta exposición de la corona ganada ante Jess Willard en 1919. La defensa ante Carpentier, la primera en la historia en recaudar un millón de dólares en boleterías, era el gran suceso de su carrera.

Firpo tenía una característica peculiar en su vida: era excesivamente ahorrativo y eso lo acercaba a la avaricia. Es algo que los testigos de época no pueden unificar. Y allí estuvo uno de los grandes enigmas de su pelea con Dempsey. ¿Por qué no contó con su eficiente entrenador y representante norteamericano Jimmy De Forrest en esta ocasión?

Estol escribió lo siguiente en su libro: “Firpo tenía necesidad de asistir al puerto de Nueva York el 20 de agosto de 1923, dado que llegaba desde Buenos Aires Horacio Lavalle, un brillante púgil amateur y consejero de Firpo, que formaría parte de su campo de entrenamiento y sería finalmente su director técnico en esa contienda inmortal. ¿Las razones? Hubo tres versiones. La primera: Firpo no quería pagar los 3000 dólares de porcentaje correspondiente a De Forrest. La segunda: Jimmy había estado ligado a Dempsey en gran parte de su carrera y por eso no era confiable. Implicaba una supuesta traición. La tercera: desde Buenos Aires, Felix Bunge, gran amigo, consejero y estratega de las peleas de Firpo, quien no pudo concurrir al match por cuestiones de sus empresas, habría decidido crear un equipo absolutamente argentino para no compartir méritos de la posible hazaña con ningún talento extranjero”.

Escultura de Luis Ángel Firpo, en la puerta de su bóveda, en el cementerio de la Recoleta; fue realizada tras la muerte del boxeador, a pedido de la esposa, por el artista Néstor Perlotti junto con Juan Carlos Ferraro
Escultura de Luis Ángel Firpo, en la puerta de su bóveda, en el cementerio de la Recoleta; fue realizada tras la muerte del boxeador, a pedido de la esposa, por el artista Néstor Perlotti junto con Juan Carlos Ferraro

Firpo recibía el asesoramiento permanente de Benny Leonard, el campeón mundial liviano de esos tiempos, considerado el mejor boxeador judío de todos los tiempos. Pero el gran problema de Firpo era su brazo izquierdo. Casi no podía llevar la comida a la boca con el tenedor. Firpo recuerda: “Yo le avisé a Tex Rickard que así no podía pelear. Mi brazo estaba mal y de este modo no podía combatir de igual a igual. No se me pasaba y me dolía cada vez más. Apenas lo podía estirar. Tex me respondió textualmente: ‘No se puede suspender; sería una catástrofe económica para todos y yo quebraría definitivamente’.

Firpo recibió al corresponsal de LA NACION Luis Mayer el lunes 10, cuatro días antes del combate, y declaró: “No pienso en ningún momento en perder. Pero llegaría mucho mejor si esta pelea hubiese sido en 1924. Mi lesión es un problema y ello limitó mi preparación”. El doctor William Walker lo revisó el día previo al cotejo y sus conclusiones fueron estas: “Me di cuenta de que algo andaba mal. Le pedí que lo enderezara. Así lo hizo y lo palpé. Al apretar el extremo inferior pude observar el dolor reflejado en el rostro de Luis, a pesar que trataba de hacerlo desaparecer con una sonrisa. Entonces les dije a los comisionados de Nueva York: ‘La pelea no puede hacerse; este hombre tiene una fractura en el extremo inferior del húmero izquierdo, entiéndase del codo interno’”.

¿Qué hacemos? Rickard habló con todos convenciéndolos de que Firpo estaba dispuesto a seguir adelante dado que no había más remedio. El médico Walker no varió su opinión, pero todos los partícipes determinaron que era muy tarde para suspender el espectáculo y la pelea se hizo. Finalmente, William Muldoon, presidente de la Comisión, aprobó la realización bajó el código de que no se haría lugar a protestas. Y pasó lo que pasó.

Se jugaron aproximadamente diez millones de dólares. Los bancos Lloyds y National City Bank fueron los receptores de las apuestas que cerraron 9 a 5 en favor de Dempsey.

Preocupó a los argentinos la designación del árbitro Jack Gallagher, que hasta el momento gozaba de buena reputación. Fue un fiasco y un causante del escándalo final. Sus palabras hacia Firpo fueron: “Vaya tranquilo, yo represento a la Justicia norteamericana”. Años más tarde Gallagher fue expulsado de todas las entidades estadounidenses tras sus declaraciones a un diario de Saint Louis: “Si todos los referís procedieran como yo lo hice en Firpo-Dempsey, ningún campeonato mundial saldría de esta tierra”. En 1931 apareció muerto en un hotel de baja reputación.

Las palabras del argentino –tras el match– fueron: “Nunca perdí el sentido ni nada parecido. Hice esfuerzo por levantarme, pero me sentí agotado. En la última cuenta, el referí, en el conteo de siete segundos saltó a diez. Hubiese intentado pararme una vez más”. Y finalizó con un interrogante: “Las peleas no se ganan protestando y la gente vio lo que pasó. ¿Creen que ganó Dempsey?”.

Tras la pelea, el promotor Tex Rickard le dijo:” ¡Hombre!, Ud no es campeón del mundo porque no quiso. Si después de los golpes prohibidos que le aplicó Dempsey al terminar en el primer round, usted se queda sentado cuando suena el gong para el segundo round hubiesen tenido que descalificar a Jack” .

Al respecto, De Forrest, su ex conductor, afirmó: “Yo hubiese hecho eso. Lo retiraba del cuadrilátero y el lunes ganaba el título en los tribunales de Nueva York.”

Leo Briton, de la compañía RKO y director de la filmación del combate, que se emitió en Broadway el domingo por la noche, aclaró: “El tiempo exacto de la demora de Dempsey para volver al ring no pudo predecirse en el video. Se sospechó de un acuerdo de Jack “Doc” Kearns, el representante de Dempsey, con los laboratoristas de la película. Se dijo que durante la madrugada Kearns cortó cuadros de la escena en la que Dempsey estuvo fuera del ring. Al respecto, Briton fue tajante: “Nadie violó la cinta, que habla por sí misma. Las cámaras rodaban a setenta pies de película por minuto. Un pie por segundo. Esto no se puede discutir. Desde el momento en que Firpo sacó del ring a Dempsey y este volvió, los camarógrafos rodaron 17 pies. Dempsey estuvo 17 segundos afuera. Y debió haber sido KO”. Este se convirtió en el testimonio mas buscado de la gran pelea del siglo XX, que decantaría en múltiples expresiones artísticas y culturales.

El sentir nacional de este acontecimiento fue llevado a la literatura por el gran Julio Cortázar, en su obra La vuelta al día en 80 mundos: “Los quince millones de argentinos retorciéndose en diversas posturas y pidiendo entre otras cosas la ruptura de relaciones, la declaración de guerra y el incendio de la embajada de Estados Unidos. Fue una noche triste. Yo, con nueve años, lloré abrazado a mi tío y a varios vecinos ultrajados en su fibra patria”.

Fin de la historia. Pasó hace cien años.

Fuente:Ir a notas de Osvaldo PrincipiOsvaldo Principi  – LA NACION – Fotos: Bettmann – Bettmann – Juan Carlos Ferraro – LA NACION Deportes – Video: LMCVideos@lucianomartincorrea3919 – You Tube – LA NACION Deportes