El equipo de Domínguez cayó por 3-1 en Avellaneda, y el clima institucional y deportivo es cada vez peor en el Rojo.
Este Independiente titubeante no necesita grandes vientos para ahogarse. Le ganaba bien 1-0 a Platense, pero en la última acción del primer tiempo llegó el empate, y a partir de ahí todo se tiñó de marrón hasta sellar un 3-1 que deja al Rojo en terapia intensiva y al Calamar invicto y tercero en la tabla.
Desde que comenzó el torneo, cada partido en el Bochini se juega en un clima plebiscitario y enmarcado por situaciones ajenas a lo que pueda ocurrir sobre el césped. Como en semanas anteriores, no faltaron los cantos recordándoles a los dirigentes que “nadie los quiere”, y buena parte de los cantos tuvieron su base en lo viene ocurriendo en el mercado de pases, y en especial en lo sucedido durante el día.
La mañana había aportado la presencia en Buenos Aires de los últimos refuerzos del Rojo: el uruguayo Edgar Elizalde, central zurdo que puede jugar también como lateral, y de Facundo Chuky Ferreyra.
La tarde, en cambio, convocó al inevitable capítulo de confusión de estos tiempos. Eduardo Domínguez tenía previsto que Gerónimo Poblete y Juan Cazares estuvieran entre los once titulares. Sus contratos habían vencido el jueves pasado, pero ninguno de los dos había firmado el nuevo vínculo. El ecuatoriano acabaría haciéndolo cerca de las 19 y pudo ir al banco. Lo de Poblete fue más complejo. El Metallist ucraniano, todavía dueño de su pase, reclamó 125.000 dólares para autorizarlo cuando ya no había tiempo para cerrar la operación. Ahora, habrá que ver si las nuevas condiciones de pagos al exterior permiten concretarla.
Lo mejor del partido
Con este panorama, no fue extraño que le costara entrar en el partido al equipo de Domínguez. Platense amenazó durante un cuarto de hora con adueñarse del control, hasta que retrocedió unos metros Alan Soñora para conectar con Iván Marcone, se liberó Lucas Romero dándole fluidez a la circulación y el Rojo vivió un buen rato de ese fútbol que el entrenador afirma ver en las prácticas y aparece a cuentagotas los fines de semana.
Una buena combinación entre Soñora y Romero acabó en un centro que Leandro Benegas bajó de cabeza para que Lucas Rodríguez pusiera el 1 a 0 a los 21, y dos zurdazos desviados del centrodelantero pudieron ampliar la ventaja. Sin embargo, en medio de esa superioridad local, Sebastián Sosa debió esforzarse para taparle un mano a mano a Iván Gómez, evidenciando que no hace falta hacer grandes alardes para poner en apuros a la defensa del Rojo. Se repitió a los 44. Un mal pase de Marcone en la salida derivó en un centro bajo de Rodrigo Contreras que Sabella mandó a la red.
La igualdad devolvió a Independiente a las tinieblas. Cambió el sistema Omar De Felippe, con el ingreso de Horacio Tijanovich, y en el Rojo se fueron sumando prisas, desorden, imprecisiones y desajustes. El 2-1 se veía venir cuando a los 27 se desprendió Nicolás Morgantini por derecha, Sosa tapó su remate pero no pudo con el rebote de Tijanovich, desvío en Alex Vigo mediante.
El Calamar se fue sintiendo cada vez más cómodo, mientras ningún cambio mejoraba al Rojo y en las tribunas crecía la bronca que terminó explotando en insultos ensordecedores apuntando principalmente al presidente Hugo Moyano, pero sin disculpar a nadie. Con el clásico en el horizonte cercano, nada puede ir peor a Independiente. También Platense supo sacarle partido a su tenebroso presente.