El conjunto de Liniers ganaba y jugaba mejor, pero se cayó físicamente; el Sabalero ingresó en una nueva etapa, con Rondina como DT.
SANTA FE.- Un gol de antología, que demostró la vigencia de Wanchope Abila y un penal atajado por un arquero de la casa que ya se ganó la titularidad, fueron los dos elementos en los que se apoyó Colón para el volver a empezar, dejando de lado una etapa demasiado gris donde parecía conseguir solo fracasos. Como si fuese poco, aguantó casi 40 minutos en el complemento con un hombre menos por la expulsión de Farías. Todo fue a pedido del sabalero, que colocó en la cancha como entrenador interino a otro hombre de la casa, Adrián Marini, un conocido de aquel 1995 del ascenso, mientras en un palco Sergio “Huevo” Rondina observaba entusiasmado el funcionamiento del equipo que conducirá a partir de este martes.
Colón pareció haber recuperado la memoria, si se tiene en cuenta que enfrente estuvo Vélez, equipo que tiene un buen presente, aunque ese presente sea auspicioso en la Copa Libertadores, no tanto en el torneo local. La victoria por 2 a 1 fue el premio para un trabajo consistente que exhibió el sabalero. El equipo se mostró distendido, sin añorar nada de las anteriores semanas cuando Julio Falcioni pretendía que los jugadores se aferraran a un libreto que tenía siempre el mismo final. Eso fue lo que el equipo contagió en sus simpatizantes. No es poco porque era necesario un cambio de expectativas. Y lo hizo con argumentos simples pero contundentes.
El arranque fue auspicioso. Vélez mostró sus credenciales de entrada, con un buen trabajo de los volantes y la movilidad de los delanteros. A Colón le costó entrar en ritmo pero, fundamentalmente, a no perder en los mano a mano. Cuando el visitante jugó largo y rápido por la derecha, tuvo más espacios y menos complicaciones.
El marcador se abrió por un error. Lo cometió Farías y lo aprovechó Valentín Gómez para anotar su primer tanto en 22 cotejos jugados con esta camiseta.
Colón debía reaccionar y lo hizo. Berardi se juntó con el Pulga Rodríguez, Pierotti avanzó un poco más decidido y también de un rebote, que esa vez dio el arquero Hoyos encontró a Garcé bien ubicado para la igualdad. Hasta allí, el resultado era lógico y ajustado a las realidades de ambos.
Aunque la presión para el local comenzó con la expulsión de la “Joya” Farías, por recomendación del VAR, Vélez intentó pero terminó confundido en los metros cercanos a Chicco. Goltz y Garcé cerraron los espacios y los laterales cumplieron con la marca y la proyección, especialmente Meza. En el medio, Pierotti le dio dinámica y Wanchope aportó lo que sabe. Su gol, “picando” el balón con izquierda ante la salida de Lucas Hoyos, es para una galería de virtuosos. El delantero está donde tiene que estar un goleador. De a poco el equipo lo va entendiendo.
Vélez se entonó en el cuarto de hora final pero siempre dejó la sensación de no concretar lo que intentaba. Y eso fue lo que no supo resolver para mejorar el resultado. Pero es lógico, por ahora, el objetivo parece ser otro.
Eso fue evidente cuando a instancia del VAR Andrés Merlos marcó el penal que Ignacio Chicco le contuvo a Lucas Janson, que hasta esta noche venía con la efectividad al tope en definiciones de este tipo. Pero el arquero, que era suplente hasta que Leonardo Burián emigró a Vélez, intuyó y aseguró el triunfo sabalero.